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31 Marzo 2025, Puebla, México.

Diario de trabajo: Teuchitlán, otra vez / Juan Carlos Canales

Gobierno /Sociedad civil organizada | Opinión | 24.MAR.2025

Diario de trabajo: Teuchitlán, otra vez / Juan Carlos Canales

A las madres buscadoras de México, a las mujeres de Atacama; a las madres de la Plaza de Mayo y a todas esas mujeres españolas que siguen exigiendo se exhumen las fosas comunes del franquismo

(Ilustración tomada de la revista Nexos)

He seguido puntualmente las noticias y editoriales sobre el caso de Jalisco; sin embargo, no hay noticia que no aparezca ya editorializada y con una alta carga ideológica. Cierto, no hay periodismo noticioso químicamente puro, pero tendríamos que encontrar algún mecanismo que disminuyera ya no solo la carga ideológica -carga que por demás ha cambiado del lugar donde tradicionalmente se le identificaba- sino el sesgo partidista que permea la más elemental discusión de nuestra vida pública y cuya mayor responsabilidad recae en el gobierno y el Estado mexicanos por la cantidad de recursos para imponer su visión del mundo y orientar la opinión pública: conferencias mañaneras, canales de televisión, toda una pléyade de periodistas simpatizantes, amén de bots. Nunca como ahora se había hecho tan palpable en México la función de los aparatos ideológicos del Estado.

Acabo de ver el video de Fabricio Mejía sobre el Rancho Izaguirre. Lamentable que este periodista y escritor repita a cabalidad lo mismo que acusa en la oposición:  la teoría de la conjura, el complot, la conspiración piezas que articulan en un mismo código a tirios  y troyanos, producto, a su vez, de la “identificación”, tan claramente vista por Freud en su análisis de masas (cuyo correlato es el odio de las pequeñas diferencias)  y, de otra manera, recogida por Lacan en uno de sus seminarios más importantes,  “La identificación” , aunque, si no me equivoco, el tema hay que remitirlo a Le Bon.

Una de las grandes enseñanzas que nos deja H. Arendt en su libro Responsabilidad y juicio, escrito tras los juicios de Frankfurt, para pensar la novedad jurídica y política que implicaba juzgar los crímenes  nazis,  y de paso ponerle cara al texto sobre la culpa de Jaspers, o al propio G. Anders con su Todos somos hijos de Eichmann, es la idea de responsabilidad de grado, una idea que, sin duda  desprende  de su proximidad con Kant y que bien podemos  conectar con  “la responsabilidad  subjetiva” tan importante para el psicoanálisis.

Aparte, una línea de investigación para entender la construcción política del enemigo es la señalada por Foucault en la Genealogía del racismo o en la obra de Roberto Esposito,  Bíos. Biopolítica y filosofía.

Señalar la responsabilidad de los gobiernos de la 4T en la situación que corre en el país, no significa descargar la particular responsabilidad de gobiernos anteriores o de otros actores sociales. El problema descansa, precisamente, en la incapacidad del Estado para ofrecer instrumentos que señalen con un mínimo de objetividad la responsabilidad de grado de todos los involucrados, reduciendo la impartición de justicia- y la investigación pericial- a un mero instrumento político de autoconservación.   

El debate que ha generado la existencia de hornos crematorios en el rancho mencionado, hechos “ex profeso” o no para la desaparición “sistemática” de personas, solo ha servido como coartada para continuar la polarización política y descargar de la propia responsabilidad a quienes tendrían que ofrecernos una explicación, racional, creíble y suficiente sobre lo ocurrido allí en el contexto de cómo ha evolucionado el crimen organizado.

La posible “sistematicidad” o “industrialización” de la muerte en ese lugar no puede obnubilar el drama que viven cientos de miles de mexicanos, o permitirnos cerrar los ojos ante el suelo minado sobre el caminamos todos los días en este país. Mucho menos restar legitimidad o reconocimiento a los cientos de buscadores y buscadoras.  Se trate de un solo cuerpo cremado o de mil, de un horno o de diez, o de su fabricación espontánea o apoyada en su diseño técnico y sistemático no puede ser, en principio, el parámetro que defina la gravedad de la situación ni el ocultamiento, de los grados de responsabilidad de los encargados de ofrecer seguridad a los ciudadanos.

El Estado mexicano vive atrapado en un círculo vicioso que no ha podido romper durante años, consistente en que su sobrevivencia y fuerza se sostienen en tierras movedizas y la aspiración a un suelo democrático más firme demostraría las grietas que intenta ocultar para mostrar esa misma fuerza.

Desgraciadamente, el elemento estrictamente numérico y la inherente relatividad de algunos testimonios están perfilando ya la fractura entre distintos grupos de “buscadores”, y esa fractura será la tierra que abone para imponer la visión oficial de este y otros acontecimientos y el debilitamiento de la sociedad civil

Un tema que no podemos evadir y tener siempre presente es la permanente tensión o distancia entre eso que llamamos verdad histórica, apoyada en documentos, pruebas científicas, etc., cuyo denominador común debería ser el principio de falsación de Popper y esa otra forma de iluminación de cualquier acontecimiento histórico que es el testimonio y que tan puntualmente ha señalado Beatriz Sarlo, en Tiempo pasado. Pero en el entendido, para nuestro caso, que es tarea del Estado ofrecer todos los recursos científicos , técnicos y jurídicos que permitan una investigación confiable