I.-El Instituto Cultural Poblano, abierto en noviembre de 1985, “cumple 185 años”; de Manzo, su creador, celebramos 236 años de su nacimiento:
“Así, como en sueños, saludaba a don José Manzo, arquitecto, escultor y pintor, autor de la famosa penitenciaría, pequeño de cuerpo, con su capita de cuello levantado y su aspecto humildísimo…”
“Fidel”, seudónimo del escritor Guillermo Prieto describió al artista nacido el 29 de abril de 1789 y muerto el 2 de julio de 1860 en la Ciudad de los Ángeles, donde el también columnista estaba de visita el 15 de febrero de 1879. Envió esa descripción a El Nigromante cuando “poblaron mi memoria el recuerdo de hombres verdaderamente eminentes.”
Habían pasado 90 años del nacimiento de José Manzo y Jaramillo, y 19 de su fallecimiento. De la penitenciaria referida por “Fidel”, la primera piedra fue colocada el 11 de diciembre de 1840, donde estaba, desde 1833 el primer cementerio “fuera” de la Angelópolis, en las huertas del excolegio jesuita de San Xavier.
“Es posible que el proyecto de la penitenciaria sea la obra maestra de Manzo en el campo de la arquitectura” afirma Montserrat Galí Boadella en su monumental, bien documentada y crítica biografía José Manzo y Jaramillo, artífice de una época (1789-1860) publicada por Ediciones de Ediciones de Educación y Cultura, Trama editorial y la BUAP en el año 2916.
Galí Boadella, por su parte, nació en la Ciudad de México el 29 de enero de 1947 y falleció en la Angelópolis el 30 de agosto del año 2023.

La participación de José Manzo en la dirección, diseño y obra del cementerio poblano —después de que el artista viera, en Paris, el Père Lachaise— fue decisiva en 1833, y en 1839 en el “paseo nuevo”, llamado hoy Paseo de (Nicolás) Bravo.
Mientras trabajaba en la edificación de la penitenciaría, Manzo proyectó un acueducto, del cual no hay mayor noticia; e hizo un apartado de seguridad en la cárcel angelopolitana en 1845.
Manzo y Jaramillo visitó Europa y Estados Unidos. Galí Boadella afirma que, contrario a la creencia de que la penitenciaría de José Manzo seguía a la de Cincinnati, es más probable que su base haya sido la de Filadelfia, incluida la idea de que fuera, en parte, sufragada por filántropos.
Los jesuitas, al ser expulsados a finales del siglo XVIII, y una vez instaurada la República, perdieron sus colegios, por lo que el de San Xavier, en 1840, pertenecía al Colegio del Estado; el Ayuntamiento compró los terrenos de las antiguas huertas; la construcción fue detenida por la invasión norteamericana en 1847; y por la intervención francesa de 1863 lo cual, como anota Galí Boadella, ya no padeció Manzo, muerto tres años antes.
En 1878, se solicitó al gobernador Juan C. Bonilla reiniciar los trabajos de la penitenciaría, iniciados en 1881, y la prisión fue inaugurada el 2 de abril de 1891, 28 años después de que Porfirio Díaz tomara la Ciudad de los Ángeles con su ejército e iniciara la expulsión definitiva de los invasores franceses.
II.-El cholera morbus hizo estragos en la Ciudad de los Ángeles en 1833; las autoridades del ya Estado Libre de Puebla, iniciaron una campaña de prevención la cual, sin embargo, no evitó que el propio gobernador de la entidad, Patricio Furlong y miembros de su familia murieran por ese mal.
El gobernante impulsó la idea de crear un cementerio fuera de la Angelópolis para evitar que los cadáveres de quienes habían muerto por ese mal gastrointestinal, pudieran infestar la ciudad.
Fue así como se llamó a José Manzo y Jaramillo para proyectar y “edificar” un cementerio. El artista, arquitecto, dibujante, pintor era un hombre soltero, que nunca se casó, muy cercano a la Iglesia católica, y dedicado por completo al arte en múltiples variantes.
Con lo visto en Europa, principalmente en Paris, Manzo y Jaramillo propuso crear en las huertas del antiguo colegio de San Xavier, al ponente de la ciudad, en lo que entonces eran los arrabales de ésta, un cementerio moderno, que impidiera continuar con las inhumaciones en los atrios e incluso dentro de los templos; eran los límites con el cholultecapan, el barrio de los cholultecas, después convertido en el de Santiago, casi despoblado por las muertes por epidemias de finales del siglo XVIII.

Se inició el panteón en San Xavier pero, como tal, nunca se concluyó; incluso en 1841 hubo reclamos para que lo concluyeran y fuera ése el depósito de cadáveres, fuera de los templos.
Fueron famosas “Las comadres” que coronaban el portón de entrada al cementerio del Carmen, en la prolongación de la hoy Avenida 16 de septiembre y la actual 19 Oriente-Poniente. Es posible que José Manzo haya diseñado esa entrada, derribada en 1891.
De 1849 sí que hay noticias sobre la portada del cementerio de San Antonio, proyectado por José Manzo, y derribado, para “modernizar” la antigua Ciudad de los Ángeles, en 1959, pese a la oposición que a ello hubo.
Después del de San Xavier, se proyectó el panteón de San Antonio, el cual comenzó a ser edificado en 1849, pero, informa Hugo Leicht, para 1854 aún estaba en obra.
La portada, famosísima, sobre todo para quienes frecuentaban la zona roja que hubo en el sitio, estaba al lado oriente de la puerta falsa del convento de San Antonio, y estaba coronada —seguimos al Leicht— por obras del colaborador habitual de Manzo y Jaramillo, el escultor José María Legazpi.
El empedernido soltero José Manzo, murió el 2 de julio de 1860, a los 71 años de edad. Imposible hacer aquí una síntesis de su vida, tan fructífere y benéfica para la Angelópolis.
Sin embargo, no puede pasarse por alto que Manzo y Jaramillo haya sido enterrado en la catedral angelopolitana, donde había sido inhumada su madre, en la capilla de la Soledad; él, que apoyó que los templos fueran osarios o tuvieran cementerios adjuntos.
Pero Galí Boadella dedica la última parte de su libro antedicho, antes de los Anexos, al trabajo de Manzo en catedral, a la cual dedicó muchos, sus mejores años. Y concluye su monumental y muy recomendable biografía sobre nuestro artista: “…podemos considerar a Manzo el constructor o artífice de una ciudad que, de acuerdo con los argumentos de Frederik Antal, para el caso de Francia, sería la vanguardia del arte en nuestro país, tomando en cuenta que se inspira en el arte más avanzado de su época ligado al nuevo espíritu republicano…”
La investigadora, que una vez en la Ciudad de los Ángeles ya no quiso irse de aquí, quería que los historiadores del arte, al leer su obra atendieran a la provincia como parte fundamental de “una nueva historia del arte que incluya a la provincia.”
Nosotros recordamos a Montserrat Galí a dos años de su fallecimiento. Y celebramos a José Manzo y Jaramillo, uno de los constructores más descollantes de la moderna Ciudad de los Ángeles.