Deshilar la vida no es sencillo, sobre todo cuando se recapitula hacia esos momentos recientes, donde se dio una lucha digna, hasta el final.
Una de las mujeres que formaron parte de ese movimiento de resistencia judicial es la jueza Marlen Ángeles Tovar quien, con 22 años en la carrera judicial se siente satisfecha de su batalla personal que libró desde su peligroso Culiacán, Sinaloa y luego desde la Ciudad de México, donde se sumó al resto de sus compañeros.
Soy una persona que día a día se está construyendo. No me gusta etiquetar a las personas ni que me etiqueten, porque a partir de las circunstancias es importante tener la flexibilidad para enfrentar los retos que se nos presentan. Creo en la capacidad de evolucionar, no quedarnos estáticos. Hoy cuando hago un análisis de todo lo que hemos vivido quienes participamos en la resistencia por la defensa de la autonomía del poder judicial, puedo decir que no soy la misma.
De manera personal, considero que seguimos enfrentado una situación difícil, porque la gente sin conocernos nos juzgó, nos sentenció, sin que se respetara ninguna formalidad mínima. No nos llevaron a juicio, a un procedimiento, hemos recibido calumnias, nos han gritado en la calle, en redes sociales nos insultan. La gente nos dice que no hacemos nada, que somos corruptos, por lo que ha sido un reto para mí, tener claro quién soy. Y puedo decirlo y gritarlo, soy una mujer con dignidad que lucha por la justicia, porque estoy convencida que México, merece vivir de otra manera.
En Sinaloa he visto que tenemos gente trabajadora, solidaria que se las ingenian para salir adelante día a día por sus hijos y para satisfacer las necesidades de salud, de seguridad como las que enfrentamos en Culiacán, pero a pesar de todo esto, buscamos reinventarnos día a día.