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Férrea memoria: El Pelao busca a la República Argemex / Moisés  Ramos Rodríguez

Sociedad /Mundo | Crónica | 3.NOV.2021

Férrea memoria: El Pelao busca a la República Argemex / Moisés Ramos Rodríguez

 

Familia Bayona Bresso. En la foto de la portadilla, Carlos José Bayona Aberastain, El Pelao.

José Luna es un argemex, o un mexicano nacido en Argentina, en Rosario, que hace 42 años llegó a México y se estableció en Puebla hace 40, donde viven sus hijos y nietos.

Hace unos días, José me contó la siguiente historia, la cual transcribo tal cual, por la que busca llegar a los miembros de la argemex en Puebla o en el resto del país (¿o del mundo?) porque ha muerto un muy querido miembro de esa república imaginaria formada por argentinos radicados por algún tiempo o definitivamente en México.

Esto es lo que narra:

 

Memoria del Pelao, un testimonio de José Alberto Luna   

 

Credencial de identificación en biblioteca a nombre de José Alberto Luna, años 70

 

Me acaban de dar la noticia de que en Santa Fe, una ciudad que está a la orillas del río Paraná, más o menos 350 kilómetros al norte de Buenos Aires, acaba de fallecer, no sé exactamente qué día, un querido amigo, hermano de camino, con una utopía común como la que andamos, algo más equitativo para todos, Carlos José Bayona Aberastain. Era doblemente vasco le decía yo. Y en Argentina los vascos tienen la fama de ser tozudos hasta la madre (porfiados, les decimos allá) los que a veces con razón, y a veces sin ella son perseverantes y van pa’ delante en la chamba, en todo.

Le decíamos El Pelao Bayón porque tenía pelo por todas partes menos en la cabeza. El querido Pelao así te decía: Soy el Pelao. Se presentaba y te daba la mano. A veces andaba con una bata blanca y un estetoscopio colgado del cogote, pero seguía siendo El Pelao.  

Yo le decía que ahorró un montón de plata en champú…

Este querido hermano fue médico en el Hospital Universitario de la UAP (HUP), no sé si desde 1980 o desde 1981, el año en que llegamos a Puebla; era conocido, conocía mucha gente porque tenía mucha afabilidad y un sentido del humor excelente. Él sería un integrante, y mira lo que te digo, un integrante de Les Luthiers, un integrante más totalmente suficiente, en primer lugar porque conocía el territorio argentino como poca gente, porque su padre, era agente viajero.  

Yo quisiera hacer, con otros, un recuento, un reconocimiento al amigo, al camarada de lucha que fue… Por eso quiero contactar a los argentinos, a los exiliados, para hacer ese reconocimiento.

Pero, bueno, El Pelao se recibió de médico en la Universidad de Córdoba, la más rebelde del Cono Sur, donde se inició la revolución universitaria. Ahí se gestó este ideal tan juarista de la libertad de cátedra, de la laicidad, sobre todo… ahí nació toda esa juventud.

maravillosa y rebelde.

Exiliados de Córdoba, Argentina, en Puebla

Libro del historiador argentino Miguel Ángel Cuenya, profesor en el Colegio de Historia de la BUAP.

 

Fue compañero de lucha estudiantil del padre de Silvia Kiczkovsky, quien dio clases en la UAP, no sé dónde, pero tiene también 40 años dando vuelta por acá, y es madre de Dorita, Dora Juárez Kiczkovsky, que forma parte de un grupo de voces femeninas hermosísimo.

Bueno, el padre de Silvia conoció al Pelao, y ella lo conoció cuando era niña, lo quería mucho, pero su padre y él fueron compañeros de lucha en años de una represión de lo más hijoeputa que te pueda parecer contra la gente de salud, de sanidad, y los maestros, porque los represores creían que matando el cuerpo y matando el alma, se puede controlar el resto que quede vivo y ponerlo a callar y obedecer.     

En esa universidad había estudiado una profesión en la que, imbuido por todos esos ideales tan buenos, tan nobles que, por ejemplo, llevó a muchos a salvar a los bebés del Hospital General de la Ciudad de México después del terremoto de 1985: vos sabés cómo es esa gente que tiene esos ideales, ese corazón tan grande del pueblo sabio y noble…

El Pelao Bayona amó varios pueblos; esa es una de las características que tuvo.

Además de todos sus méritos profesionales, tuvo siempre el corazón abierto y comprometido, hipocráticamente… Y admiraba mucho al Che, a quien no conoció y debido a su asma, durante su juventud, debió abandonar Rosario, donde había nacido (y nacieron mis hijos) para irse al interior del país, a un clima menos húmedo: Córdoba, un lugar muy agradable, en ciertas regiones parecido a algo entre Atlixco y Puebla. Tuvieron amigos en común, pero mientras el Pelao y el Che estuvieron en Córdoba, no se conocieron.

No hay que olvidar que Ernesto Guevara fue el que diseñó en Cuba el Sistema de Salud social.   

 

Raúl Dorra

Memoria de Raúl Dorra Zech.

 

El Pelao dejó aquí en Puebla muchos amigos, pero regresó a Argentina cuando Alfonsín asumió la presidencia. Antes no lo pudo hacer porque exiliado y era boleta, candidato a la muerte.

Yo quisiera hacer, con otros, un recuento un reconocimiento al amigo, al camarada de lucha que fue defendido por el pueblo en el interior, en Corrientes, un pueblo de nombre guaraní que se llama Curuzú Cuatiá (cruz de papel o cruce de caminos).

Ahí participó en la reivindicación de los obreros agrícolas que eran súper explotados, eran prácticamente alojados en lugares terribles, de hacinamiento para explotarlos en distintos tipos de cultivos, vigilados por el Ejército Argentino o algún otro hijo de puta con un arma y la impunidad que le concede el estar “al servicio del Estado”.

El Pelao siempre se anotaba con los más pobres: cada que había un parto, le llamaban al Pelao; cada que se moría alguien, le llamaban al Pelao; y bueno, la mayoría de sus clientes le pagaban como paga el pueblo noble y sabio en cualquier parte del mundo, con una gallina, con un chanchito…, que él no aceptaba porque, entonces, con qué se iba a recuperar el enfermo.

El Pelao era queridísimo en su pueblo, el cual, debido a que tenía un ingenio azucarero o algo así, cercano, donde trabajaban muchos hombres, tenía por esta presencia masculina numerosa un lugar de citas con chicas malas que hacen cosas buenas. Entonces, todas las prostitutas que tenían que ser sometidas a un control  sanitario para seguir trabajando eran atendidas por la pareja, y aquí viene la otra parte de la historia del querido Pelao:

Esas mujeres eran atendidas por el Pelao, quienes les extendía  un certificado de salud donde constaba que no padecían ninguna ETS, enfermedad de transmisión sexual; el análisis para determinar eso, lo hacía su esposa, María Bresso, a quien de cariño le decíamos Mariucha, y fue maestra en la Facultad de Ciencias Químicas de la UAP desde el año 80 u 81 hasta el 84 que se regresaron a Argentina con su hija Valeria.

Y el Pelao, que era un enamorado del picante y de cualquier salsa así que se dejara comer, pues era de buen diente, disfrutaba mucho de la comida.

Mirá, el Pelao fue un tipo felicísimo, murió a los 90 años, tuvo como tres nietos, los adoraba, y se sacaba siempre fotos con ellos.  

 

Años 90. Carlos Pelllegrini, padre del profesor César Pellegrini, maestro en la Escuela de Historia de la BUAP, el día en que donó la biblioteca de su hijo César a la universidad.

 

El Pelao siempre defendió a los pobres… Logró salir subrepticiamente del país, salvando la vida, a la franja oriental, con los hermanos orientales, con los uruguayos y de ahí ya pudo salir del Cono Sur y se fue a Argelia, donde mandaba el Frente Argelino de Liberación Nacional que se había sacado de encima el yugo francés. El Pelao hablaba algo de francés y la Marucha también, pero ella hablaba perfectamente italiano, porque sus padres habían sido italianos, y trabajaron como médico y química farmacobióloga durante algunos años, con su hija, y después se fueron a varias partes de Europa y se vinieron a México.

Y se enamoraron de México: su hija Valeria cursó la secundaria en el Instituto Oriente, porque el Pelao y la Mariucha le buscaron una escuela donde hubiera campo, donde hubiera verde, y la única que encontraron era la de estos curas, que tenía una biblioteca que le inspiró confianza al Pelao, quien dijo “Está bien”.

Además, los jesuitas eran respetuosos en cuanto a la religión, y para la lana… son bastante hábiles con el dinero, y para ellos era una colegiatura más.

Bueno, el caso es còmo uno se encuentra con quienes busca, Valeria, que ahora ha de tener unos 55 años, también estudió medicina, también se dedica a atender a los pobres allá en Santa Fe, en Argentina, es decir, una familia de tres personas maravillosas que se ha dedicado a sanar a la gente.

Entonces, lo que quiero, es hacer algo al respecto, por eso pido ayuda, por eso quiero contactar a otros argentinos como yo exiliados, para hacer este homenaje al Pelao y, de paso, hablar de los 40 años que ya tenemos de exiliados.                       

Pimer número de la revista Dialéctica

 

Revista Dialéctica, en su primera ediciòn, julio de 1976