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26 Abril 2024, Puebla, México.

Quince  años de labor humanista en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz en su XV aniversario

Cultura | Crónica | 4.ENE.2022

Quince  años de labor humanista en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz en su XV aniversario

XV Aniversario de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz

Juvenal Cruz Vega, director de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz

Ubi classicarum humanitatum ludus, ibi sapientiae fons est: Donde está la escuela de humanidades clásicas, allí está la fuente de la sabiduría.

Οἱ ἡμέτεροι παῖδες γράμματα καὶ παιδείαν διὰ τὴν πατρίδος ἀγάπησιν μανθάνουσιν, οὕτω ἐν ταῖς παλαιαῖς πόλεσιν ἐγένετο. (Nuestros hijos aprenden las letras y la formación por amor a la patria, así como sucedió en las ciudades antiguas).

Advertencia

Este año 2021 hemos estado de fiesta en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz, al celebrar el XV aniversario de la fundación, y lo hemos hecho trabajando con amor, disciplina, ciencia, experiencia y vocación, como suelo decir: por amor a Dios, a la patria y al hombre mismo.

En lo que sigue compartiré la perspectiva originaria sobre los 15 años de labor humanista en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz desde la ciudad de Puebla.

Quince  años de labor humanista en Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz.

Fotografías  de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz. Fundada el 28 de marzo de 2006.

No es fácil hablar de una historia de 15 años y otros 15 más que fueron la preparación para una escuela de humanidades clásicas en la ciudad de Puebla. Todavía recuerdo aquel inolvidable 18 de marzo de 2006. Un día caluroso, cuando inauguramos un nuevo proyecto, estudiando tres lenguas: griego, latín y español. Después y muy pronto nos interesamos en las lenguas: náhuatl y hebreo.  Al ver que había muchos interesados en este estudio dimos inicio a un nuevo proyecto: la formación de profesores que con el tiempo enseñaran estas asignaturas en las universidades de Puebla y de nuestro país. Hoy ya no es un sueño, es una realidad que hemos realizado y vivido con esfuerzo, mucho talento y poco presupuesto.

Para esta tarea echamos mano de la filosofía, de las letras clásicas, de la pedagogía y de otras ciencias humanas afines, y también de la sabiduría de los mejores humanistas de nuestro país que han estado atentos al llamado constante de la academia.

Algo personal me impulsó desde el interior a realizar esta tarea imperiosa de la enseñanza del humanismo. Pues ya traía una formación humanista desde las raíces de mi familia y en mis estudios de educación básica, que luego fui completando en mi paso por el Seminario Palafoxiano de Puebla y la Universidad Pontificia de México, donde realicé mis estudios de humanidades.

Cuatro Maestros de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz: Porfirio Tepox, Juvenal Cruz, Gabriel Castillo y Roberto Carlos Pavón

Por un lado, del seminario traía suficiente motivación por las lenguas clásicas y por la filosofía, porque mis maestros, casi todos dejaron huellas imborrables en mi espíritu. En la Universidad Pontificia completé mi inquietud por las lenguas clásicas y por la filosofía, ya que me tocó una apoteosis de sabiduría al culminar el siglo XX, aunque yo era de la carrera de filosofía, no obstante la sabiduría se hallaba en todas las aulas de las facultades, y a ratos perdidos me daba tiempo de escuchar las tesis innovadoras en otras facultades, incluso otras universidades vecinas, donde dictaban cátedras, grandes maestros de México, de América y de Europa.

En verdad era la lechuza de Atenea que me había cautivado con sus ojos claros y transparentes, y que me había llevado a conocer el alma de Atenea: un alma transparente e incomparablemente bella. Ahora lo pienso, entonces era como si la misma lechuza de Atenea me dijera: “si ves volar una lechuza sobre ti, soy yo, quien vino para motivarte, exhortarte y cuidarte".

Así, pues, mientras era estudiante, yo mismo me sentía inquietante y lleno de energía, porque podía entrar a otras clases de oyente, si el profesor lo permitía. Así pude tomar clases con grandes helenistas y latinistas cómo: el doctor Enrique Serraima Ciciri, el doctor Carlos Zesati Estrada y el maestro Ramón Rabasa, éste último, fue quién me presentó al más grande políglota de entonces, al doctor Adolfo Pinto León, un hombre sencillo, sabio, callado, erudito y con una personalidad simbólica que con sólo verlo daban ganas de estudiar.

Durante un coloquio internacional de filosofía con el filósofo mexicano, el doctor Mauricio Beuchot Puente y el filósofo colombiano, el doctor Enrique González.

También allí conocí a un joven profesor que con el tiempo se convertiría en el mayor aristotélico de México, a mi amigo y maestro, el doctor Jesús Manuel Araiza Martínez, el mayor de los discípulos del doctor Carlos Zesati Estrada y uno de los grandes helenistas y aristotélicos de América Latina. Todavía recuerdo ese diplomado de 1993 que se llamaba Actualización cultural, desde entonces me puse la tarea de hacer realidad mi sueño, entonces era una utopía, porque no tenía existencia en algún lugar, pero sí, en mi mente y en mi corazón.

Siempre vi maestros que formaban discípulos brillantes, ya en filosofía, ya en teología, ya en lenguas clásicas y modernas. Un ejemplo significativo, es que todos mis condiscípulos son grandes maestros en la actualidad. Como dice un dicho: “para muestra basta un botón”: el doctor Arturo Mota Rodríguez, el padre Marco Antonio González Trejo, el maestro Alain Herrera Barceló, el doctor Juan Beristáin, el doctor Diego Muñoz Ortiz, el padre José Luis Segura Barragán y muchos otros personajes entre sacerdotes y laicos, varones, mujeres, religiosas y de otras profesiones.

Desde mi regreso a Puebla me dediqué a estudiar en cuerpo y alma bajo la tutela de cuatro profesores dignos de mención en las humanidades, en las lenguas clásicas y modernas, todos ellos sacerdotes: David López Jiménez, Humberto Vargas Rivera, Justino Cortés Castellanos y Guillermo Hernández Flores. Y con más cercanía con los dos últimos, con el doctor Justino Cortés Castellanos aprendí a trabajar con método y con interdisciplinariedad. Con el doctor Guillermo Hernández Flores aprendí a escribir y a redoblar esfuerzos, y sobre todo, a formar nuevos maestros, para cuando nosotros mismos ya no estuviéramos en este mundo.

Ahora lo comprendo, era como una especie de presagio lo que me decía, pues él partió a la Casa del Padre, el 11 de octubre del año 2020, pero siento como si él mismo me observara al recordar y redactar estas líneas, pues sus palabras siguen tan vivas y actuales en el proyecto de formar docentes de humanidades clásicas, para que el humanismo continúe tal como lo aprendimos indirectamente de Jesús y Sócrates desde los inicios del humanismo clásico y cristiano, y desde esta vertiente hasta otras más diferente a través del diálogo con otras culturas.

De izquierda a derecha figuran: Stefano Santasilia, Mauricio Beuchot, Germán Viveros y Juvenal Cruz.

Pero también pasaba el tiempo viajando a la ciudad de México, sin alejarme de dos grandes filósofos  internacionales de nuestra nación: el doctor José Rubén Sanabria Tapia y el doctor Mauricio Beuchot Puente; ambos me enseñaron a dictar conferencias y a presidir las humanidades, pues un maestro debe ser un líder, y sobre todo, un hombre bien formado. Al principio me espantaba, pero al ver la valentía y la sabiduría de los dos maestros, dejé que las cosas siguieran su ritmo, algo así como la invitación que nos hace Antonio Machado en su poesía: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Con el tiempo fui teniendo grandes amigos que me impulsaban a edificar este proyecto. El doctor Thomas Werner Bartenbach me impulsó a integrar el Renacimiento para fortalecer la Reforma educativa que tanto añorábamos los fundadores de la academia. La señora Cristina Estrada Inda, me animaba a menudo en las clases de latín y griego, junto con mi hermano Noé Cruz y el escultor Ernesto Vega Álvarez.

El equipo se iba engrandeciendo a través de la cercanía con muchos amigos de la Universidad Nacional Autónoma de México, y muchos de ellos me adoptaron como su discípulo. Ya con esa  seguridad, y con el apoyo de Dios, de mis  maestros, de algunos discípulos, y singularmente, con el apoyo de algunos amigos que me impulsaron en mi trayectoria, fundé esta Academia de Lenguas Clásicas, que ha servido mucho a la nación, y estoy seguro que lo seguirá haciendo por muchos años más.

Durante el tercer coloquio internacional de humanismo, humanidades y hermenéutica en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz. Dr. Francisco López. Dr. Antonio Paoli. Dr. Luis Alfonso. Dra. Hilda Julieta Valdes. Lic. Juvenal Cruz. Dr. Rómulo Ramírez y Dr. Víctor Hugo Méndez.

Así, pues, mis maestros y grandes amigos cofundadores, siempre han reconocido y alentado esta obra, yo he compartido con ellos el mérito, pero ellos lo devuelven a mí; así que seguiré adelante hasta donde Dios me lo permita. No obstante, yo comparto este mérito con todos, con los alumnos, con los profesores y con toda la gente que ha creído en este proyecto, especialmente con los profesores y alumnos más cercanos que me han acompañado en este largo itinerario. Agradezco y saludo especialmente a los siguientes maestros: Porfirio Tepox Cuatlayotl, Roberto Carlos Pavón Carreón, Gabriel Castillo Espinoza, Mayra Diana Perea Fernández, Abraham González Galicia, Hugo García Salinas, Ana Belén Quiroz Méndez, Gabriel Castillo García, Diana Graciela Sarmiento Castro, Linda Hypatia Cruz Loaiza, Andrea Valdivia  y otros más. Con un singular reconocimiento saludo y agradezco a los 40 magistrales de la Academia de Lenguas Clásicas, cada uno de ellos los llevo en mi mente y en mi corazón, sus aportes, sus trabajos y sus ideas sugerentes en cada actividad académica y cultural.

Estas notas que en ocasiones pasadas eran conversaciones de correspondencia, ahora las comparto con todos los lectores. Se trata de la obra divina que he visto en esta obra humana, y que es una lucha constante contra marea, al combatir con todos los frentes, especialmente, con el más tenebroso: contra la negligencia, la mayor oposición y la de mayor moda en todos los tiempos y en todos los ámbitos, desde el escolar, político y familiar.

Algunos profesores magistrales invitados a la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz. Dr. Guillermo Hernández Flores. Dra. Estela Morales Campos. Dr. Mario Magallón Anaya. Dr. Mauricio Beuchot Puente y Dr. Guillermo Hurtado Pérez.

He querido compartir estas palabras con todos los amigos, principalmente con quienes me preguntan a menudo que de dónde tomé la idea y de dónde traje este proyecto. Yo pienso que este es un proyecto original, en el cual hay muchas ideas de mi niñez, de mi adolescencia, y sobre todo, de las enseñanzas de mis maestros. A ellos y a mis compañeros maestros dedico mi reconocimiento fraternal. Porque como dice Jean Paul Sartre: “Nadie es hijo de nadie”.

Así, pues, los grandes maestros son hijos de otros grandes maestros. De ahí el lema que adopté de la tradición clásica y de  mis maestros, particularmente a través de uno de ellos, mi maestro más cercano, el doctor Guillermo Hernández Flores (1949-2020), a quien debo gran parte de mi formación académica:”Bástele al discípulo ser como su maestro”, y que ahora comparto en latín y griego. Discipulum esse magistro similem oportet. Μαθητὴν εἶναι αὐτοῦ διδασκάλῳ ὁμοῖον δεῖ.

Seminario de conversación latina para niños en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz.

En una de las últimas cartas que me dejó, él mismo escribió un bello presagio y que he venido confirmando con el tiempo, el cual comparto con mucha alegría, y así termino esta disertación.

“La Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz, es de esas que muchos ignorantes atrevidos menosprecian porque dicen que están muertas, pero en realidad están tan vivas que no sólo permitieron hablar a los modernos sino conservar el humanismo que todavía tienen los posmodernos. El aprendizaje de las lenguas clásicas en esta Academia ha llegado a ser el detonante del espíritu para muchos jóvenes que han empezado a presentar síntomas de iniciación cultural, de descontento por los fundamentos en que descansa la vida, de desengaño ante la vaciedad de una generación sorprendida en la flagrante hipocresía. Esta Academia, a través del conocimiento de su lengua y de las circunstancias en las que ella se habló y se escribió, pone a los clásicos al alcance del alumno eliminando la distancia cronológica, creando una identificación biográfica al intentar asimilar sus valores, juicios y sentencias, alargando su vivencia al enseñarles a interpretar desde la actualidad esas páginas escritas en días lejanos; les hace entender la vida, dirigir su conducta, elevar su espíritu y todo esto en cuanto la vida de cada clásico ilumina la de cada uno de ellos haciéndose así esta Academia una escuela típicamente formadora de hombres, de conciencias y de conductas éticas y libres. Y lo que es más en nuestro presente: cumple la función –lo ha dicho un estudioso del humanismo mexicano- de enseñarles cómo defenderse de las máquinas y de los instrumentos que se han inventado para dominar o amenazarlos”.

Vida cotidiana en la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz.

El archivo fotográfico de este artículo pertenece al acervo de la Academia de Lenguas Clásias Fray Alonso de la Veracruz y fue proporcionado por Juvenal Cruz Vega. 

 

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