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25 Abril 2024, Puebla, México.

Frente al dictador Daniel Ortega, Aracely, la libertad de vivir /  Verónica Mastretta

Mundo | Crónica | 5.FEB.2022

Frente al dictador Daniel Ortega, Aracely, la libertad de vivir /  Verónica Mastretta

Vida y milagros

                                                                                                               

¿Quién  en su juventud no ha querido cambiar las cosas para mejorarlas? Creo que casi todos, especialmente cuando se trata de injusticias y desigualdades que hieren dentro de una comunidad, nuestro  país o el mundo. Es inherente a la juventud el impulso de lograr cambios rápidos y drásticos, el opuesto al don supremo  enunciado por Buda, la paciencia, que solo logra triunfos con el tiempo. La tentación de los caminos violentos para lograr cambios sociales y políticos siempre estará latente, brillando como una quimera hermosa que puede terminar en pesadilla.

He leído dos libros estremecedores sobre el tema de la elección de la lucha armada en busca de la justicia social. Los dos libros narran hechos reales sucedidos a un hombre y a una mujer, ambos mexicanos de clase media alta, idealistas , bondadosos y jóvenes. Los dos conflictuados con la figura paterna, a la que de alguna manera retarán, cuando deciden luchar contra el estado de cosas que les parece insoportable y asfixiante. Los protagonistas son Alberto y Aracely. Alberto sobrevivió, ella no. Aracely, aunque era mexicana, formó parte del Movimiento Sandinista de Liberación Nacional y fue salvajemente asesinada en Nicaragua a los 34 años, a unos cuantos días de la caída del gobierno de Somoza. No sé si Aracely y Alberto coincidieron aunque sea de lejos, pero los dos estudiaron en la Universidad Jesuita del D.F. y las dos historias sucedieron en la década de los años setenta cuando ambos tenían poco menos de treinta años.  Dos libros, dos vidas y una misma intención: mejorar el mundo.  "Sendero en Tinieblas" es el libro que escribió Alberto Ulloa treinta años después de los hechos, y "Araceli, La libertad de Vivir", es el libro de Emma Yanes  en el que narra la corta vida de una joven mujer a la que Emma conoció antes de desaparecer hacia la guerrila y que admiró siendo casi una niña.
 
El 4 de Septiembre de 1974, Alberto Ulloa Bornemann fue detenido por la policía judicial del Estado de Morelos. Fue trasladado en un Volkswagen con los ojos tapados con cinta adhesiva y la cara vendada durante un trayecto eterno y aterrador hasta llegar al Campo Militar Número Uno. Fue incomunicado en una celda de dos metros cuadrados antes de ser interrogado por primera vez. La forma en que sobrevivió fue milagrosa. Su largo paso por la cárcel lo reconciliaría con su padre, una de las primeras personas que se presentó a verlo cuando su detención salió a la luz. 
 

 Pienso ahora en Aracely, muerta hace tantos años, al leer la noticia de la detención y condena de  Dora María, la hoy vieja guerrillera a la que Daniel Ortega y sus jueces comprados han condenado a 15 años de cárcel por disentir de su dictadura. ¿Qué pensaría Aracely al ver las vueltas que ha dado Nicaragua con sus diferentes gobiernos? ¿Habría encontrado  o escogido otro camino en caso de haber podido vislumbrar el futuro? Dificilmente los gobiernos suelen estar a la altura de los sueños e ideales de quienes los construyen. Ahí está Cuba, 60 años años después en manos de la misma familia. Aquí está México, construyendo muy despacio una democracia que retrocede dos pasos y avanza tres, como un niño que empieza a caminar. Las historias de Alberto y Aracely son dos entre tantas de aquellos profesionistas, campesinos, obreros, intelectuales, empresarios y religiosos que dieron su vida en aras de la democracia y un mejor destino para sus países. Ironías de la vida, el padre de Aracely era un español conservador que luchó al lado de Franco  y que nunca entendió las inquietudes sociales de su hija, quien se distanció radicalmente de él para unirse a los jóvenes universitarios sandinistas que conociera en México y con los que se fue a la guerrilla; un padre que a la hora de la verdad, estuvo dispuesto a ir a buscar y recuperar el cadaver de su hija hasta encontrar su tumba. Ahí se reconciliaría con ella. Ana Darias, la mamá de Aracely, separada de su marido, siempre aceptaría a su hija, y recuperó sus pocas pertenencias  un año después en un viaje a Nicaragua. En momentos así no hay ideologías. Solo seres humanos destrozados, padres que terminan por aceptar todo, e hijos que acaban por comprender, quizas, a sus padres.