El trabajo voluntario: aportar un granito de arena para cambiar vidas / Assenet Lavalle Arenas

A menudo encontramos insatisfacción en muchas situaciones cotidianas y desearíamos cambiar nuestra parcela del mundo. Tal vez ese sea el llamado muy personal a aportar un granito de arena para sumar a alguna causa. El trabajo voluntario es el que se realiza de forma responsable, decidida, dedicada, solidaria y comprometida sin recibir una remuneración a cambio. Quienes colaboramos con alguna organización sin ánimo de lucro compartimos una vocación, intereses y valores rumbo a objetivos muy claros. La ONU reconoce al trabajo voluntario “como un agente de cambio social, haciendo visible su aporte para no dejar a nadie atrás y su sólida contribución al logro de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030” (discurso pronunciado por António Guterres, Secretario General de la ONU, en el marco del Día Internacional de las Personas Voluntarias, 2018).

De acuerdo con el INEGI (2019), a través de la Cuenta Satélite de las Instituciones Sin Fines de Lucro de México, que forma parte del Sistema de Cuentas Nacionales, somos dos millones 68 mil personas de 15 años de edad y más (pero sumando a más gente cada año) quienes destinamos nuestro tiempo apoyando el trabajo de las organizaciones en favor de la sociedad. 13 de cada 100 personas voluntarias en el país dedicamos nuestra actividad al desarrollo y la vivienda.

El trabajo voluntario no solo se contabiliza en número de personas que lo realizamos. Las recomendaciones internacionales sugieren la medición de su valor desde la perspectiva monetaria (es decir, el costo de contratar voluntarios como personal remunerado para cubrir su labor solidaria). El INEGI reportó que para el año 2017, el valor económico de este trabajo ascendió a 128 mil 606 millones de pesos, con lo que, en promedio, cada voluntario aportó a su organización no lucrativa el equivalente a 62 mil 200 pesos para ese año. El valor alcanzó los 318 millones de pesos para 2019, lo que representó alrededor del 1.4 por ciento anual (siendo mayor al de otras actividades económicas).

Hábitat para la Humanidad México (HPHM), fundada en 1989, es una organización de la sociedad civil sin fines de lucro que promueve el reconocimiento de la vivienda como derecho humano fundamental, trabajando con las familias, involucrando a otras organizaciones, empoderando a las comunidades, convocando a voluntarios y aliados, así como movilizando recursos públicos y privados para hacer posible el acceso a viviendas adecuadas por parte de las familias más vulnerables. Se cuentan ya más de 69 mil soluciones habitacionales en beneficio de 345 mil personas de alrededor de 1,500 comunidades en 24 estados del país. HPHM forma parte de la red global Habitat for Humanity con presencia en más de 70 países y que ha apoyado a cerca de 9.8 millones de familias en todo el mundo, ya sea mediante la construcción, la rehabilitación o la reparación de sus viviendas, pero también atendiendo el acceso al agua y al saneamiento adecuados, al desarrollo de comunidades sostenibles, al combate a la pobreza y la injusticia social.

Como parte del Consejo Directivo Nacional, hace unas semanas fui invitada a visitar el trabajo de HPHM en el Estado de Chihuahua. Durante unos días recorrimos algunas comunidades rarámuris en donde la organización ha desarrollado una muy sólida labor durante décadas mediante la construcción de vivienda sostenible (con electrificación solar, sistemas de captación de agua, sanitarios ecológicos). Una vivienda adecuada mejora sustancialmente la vida de las personas, pero sin duda lo que me pareció más profundo e importante fue el sentido de solidaridad entre los beneficiarios a partir de la organización comunitaria para construir y mejorar esas viviendas. Eso habla del importante quehacer e indudable arraigo que tiene Hábitat México. Ahora el personal de la oficina en la región trabaja en proyectos de almacenamiento y captación de agua para más personas: la Sierra Tarahumara padece desde hace varios años consecutivos de una severa sequía que, sumada a los estragos económicos por la pandemia, a la crisis alimentaria registrada entre las comunidades indígenas y a la poca atención del actual gobierno federal al norte del país (como sabemos, los proyectos de desarrollo se localizan en el sureste mexicano) resaltan la pertinencia de HPHM (por citar algún documento acerca de los problemas mencionados: https://www.infobae.com/america/mexico/2022/01/23/sin-agua-ni-servicios-medicos-asi-vive-la-comunidad-indigena-de-guachochi-ante-el-olvido-del-gobierno-de-amlo/).

También visitamos otra oficina en Chihuahua, la de Ciudad Cuauhtémoc. Su trabajo se focaliza en familias de las zonas periurbanas dispersas que incluyen a personas de la comunidad menonita. Gran labor, de igual forma; contra viento y marea.

El Compendio Estadístico del Sector No Lucrativo en México 2021 publicado por el Centro Mexicano para la Filantropía dio cuenta de los recientes cambios drásticos que enfrentan las organizaciones, tales como los recortes de los recursos públicos federales al sector, así como la disminución de los subsidios que se otorgaban a las asociaciones y al cada vez menor porcentaje que representan los donativos de los privados, lo que deriva en un gran reto para movilizar recursos a favor de las causas en las que trabajan las organizaciones.

Pero todo esfuerzo vale la pena. Después de conocer y hablar con los beneficiarios de HPHM, especialmente con las personas rarámuris, estoy aún más convencida de que aportar un granito de arena realmente contribuye a cambiar vidas. El trabajo voluntario en Hábitat México, de hecho, ha cambiado la mía. Puedes encontrar algo de lo que hacemos en https://www.habitatmexico.org/ y en las redes sociales. Como afirma el enorme deportista y activista Greg Louganis: “Nunca subestimes tu habilidad para mejorar la vida de alguien”.

Mtra. Assenet Lavalle Arenas

Mayo, 2022