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23 Abril 2024, Puebla, México.

No más gente sin vivienda y no más vivienda sin gente / Assenet Lavalle Arenas

Ciudad /Economía /Sociedad /Sociedad civil organizada | Opinión | 9.DIC.2022

No más gente sin vivienda y no más vivienda sin gente / Assenet Lavalle Arenas

 

En recientes semanas se vivieron las protestas para exigir el derecho a la vivienda, primero en la Ciudad de México el pasado 17 de noviembre, en Guadalajara el 30 de noviembre y próximamente en Monterrey el 9 de diciembre. Estas protestas, convocadas por diversos colectivos y personas del ámbito académico tienen como eje central la preocupación por los altos costos de las viviendas nuevas y de las rentas en el país.

Estamos frente a fenómenos como las burbujas inmobiliarias y los procesos de financiamiento de la vivienda, es decir, la visión de la vivienda como instrumento de inversión para generar las mayores ganancias posibles a las empresas privadas, dejando de lado el derecho de todas y todos a una vivienda adecuada. Cada vez son más fuertes los fenómenos de especulación del suelo y habitacional, el desplazamiento de los pobladores que tradicionalmente habitaban los sitios, especialmente las centralidades de las ciudades, tal como el caso tan inquietante del Centro Histórico de Puebla, del que ya hemos hablado en otra ocasión y del cual ninguna autoridad realmente se ha puesto en acción. Cada año los precios de la vivienda suben y generan riqueza solo a los más ricos. Los mercados no son regulados, cada día hay más gente sin vivienda o habitando en condiciones no adecuadas o expandiendo los ya amplios asentamientos informales de las ciudades en todo México.

Es de resaltar el caso de Guadalajara, por su enorme similitud con lo que sucede y puede (por desgracia) suceder en Puebla. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Guadalajara perdió cerca de 110 mil habitantes en los últimos 10 años (migraron a otros municipios de su zona metropolitana). El actual gobierno municipal, encabezado por el empresario Pablo Lemus ha proyectado una primera etapa de repoblamiento de su centro histórico mediante la construcción de edificios de departamentos con precios de venta que van de los 1.5 a los 2 millones de pesos en lo que denomina su “Distrito Creativo”. Es evidente que estas viviendas no responden a las condiciones laborales y económicas ni a la enorme necesidad de vivienda social para la mayoría de la población. Pero, desde la perspectiva de la respuesta de gobierno no solo es grave esta visión: el Ayuntamiento realiza inversiones públicas para la dotación de equipamiento urbano y promoción de estos proyectos mediante el llamado “Fondo de Apoyo a Proyectos de Alto Impacto a la Industria Creativa Digital”, con por lo menos 4 millones de pesos durante este 2022. Tal como se ha visto en otras ciudades del mundo, este plan atraerá habitantes de altos ingresos y turistas. Simplemente no hay una estrategia de vivienda social y asequible.

Como respuesta a la protesta, tajante Lemus contestó: “Trabajen si quieren vivienda”. Se acogió al mito de la meritocracia y llamó a los manifestantes a trabajar más para tener solvencia económica para la compra de los departamentos que ya se están construyendo. Por su lado los manifestantes le recordaron que ha recibido pagos millonarios de las empresas inmobiliarias de Jalisco, esas mismas que ahora ofertan departamentos de 35 metros cuadrados, no para vivir sino para invertir.

Es oportuno señalar que el Ayuntamiento de Puebla está copiando fielmente el modelo de Lemus (hasta el nombre de la oficina encargada del plan es idéntico, se trata de una promotora de vivienda). El municipio de Puebla se encuentra a la deriva de un mercado de la vivienda sin regulaciones que garanticen el derecho a la misma para las personas de menores ingresos; definitivamente no estamos ante un Estado que sea capaz de redistribuir las cargas y beneficios, por el contrario, padecemos a una autoridad municipal que no trabaja en el ordenamiento rumbo a la justicia territorial, que no muestra ningún interés en abatir las desigualdades habitacionales y de suelo y que, como ya lo he mencionado, solo aparenta atender la “regularización” de asentamientos, como una forma absoluta de simulación, con visos de ser clientelar y superficial, muy lejos de considerar a la vivienda como una cuestión que, recordemos, forma para de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS).

 

Interesantes las consignas de las protestas: ¡No más gente sin vivienda y no más vivienda sin gente!

¡Menos vivienda para invertir y más vivienda para vivir!