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1 Diciembre 2024, Puebla, México.

Balón y poder.  Agonía y éxtasis en el Italia-Alemania de Mexico 70 / Sergio Mastretta

Deportes | Crónica | 28.DIC.2022

Balón y poder. Agonía y éxtasis en el Italia-Alemania de Mexico 70 / Sergio Mastretta

Peripecias de mi vida llanera (3)

 

 

Agonía y éxtasis

 

A principios del mes de junio de 1970 contemplo a mi papá gritar “porca miseria” tras el empate 0 a 0 entre Italia y Uruguay en el estadio Cuauhtémoc, uno de los tres partidos de los octavos de final que se juegan en Puebla por la Copa del Mundo Jules Rimet. Hemos asistido desde la tribuna Preferente a un juego áspero, con pocas jugadas en portería y un equipo italiano que no ha hecho más que buscar un simple empate.

“Porca miseria”, vuelve a gritar al vacío mi papá, mientras su brazo derecho realiza el característico ejercicio “gimnasia brazo-antebrazo” como él mismo describe el movimiento con el que se refresca la memoria de un partido ingrato. No hace mucho acabo de cumplir quince años, tiempo suficiente para reconocer que ese hombre que increpa en italiano universal a sus paisanos futbolistas tiene para sí un mundo desconocido. Italia para mi es el escudo metálico del consulado italiano que cuelga hacia la calle en nuestra casa de la 15 Sur 1310, la casa del cónsul, mi papá. Y las conversaciones en italiano champurrado de véneto que disfruta tanto en sus visitas a ese país aparte que llamamos Chipilo.

Dos semanas después Italia derrota a Alemania 4 a 3 en la semifinal del torneo que terminará con el Brasil de Pelé, y por tercera vez, campeón del mundo. Es la tarde del sábado 17 de junio en un nublado estadio Azteca que ya miramos a color en un Philco recién estrenado para el evento. Mi papá y su agonía adelantada en el partido que recordaremos siempre como el del siglo. Carlos Mastretta Arista cumplirá 58 años el próximo noviembre,y todos sabemos de los problemas de salud que le provoca la hipertensión. Él tiene dos corazones, y uno de ellos lo resguarda en el silencio: su vida en Italia entre 1929 y 1946, en Stradella, el pueblo de la familia, en la región de Pavía, la ciudad donde estudia ingeniería mecánica en una escuela militar y tiene como maestro de motores de avión a Enzo Ferrari; Milán, donde inicia su carrera periodística en el automovilismo deportivo y donde se le viene encima la guerra; y Roma, donde transcurre el vendaval de la mayor de las violencias en la historia humana. El otro, el de su vida en la ciudad de Puebla, donde ha nacido a fines de 1912 en plena revolución mexicana, y a donde regresa en 1946 para no volver a salir de ella hasta el día de su muerte, es el corazón que le conocemos, una vida apacible tras la que ha logrado esconder la catástrofe que sufrió en el tiempo que vivió sin nosotros, su mujer y sus hijos. . Morirá de una embolia fulminante el 11 de mayo de 1971. Nunca será fácil para nosotros asomarnos al primero de sus corazones, por la que va y viene la sangre de sus gastadas venas, pero esta tarde en que le pesa tanto la Italia de la scuadra azzurra, nos ayudará a comprenderlo.

 

 

Carlo Mastretta en las oficinas de la compañía Presso La Editrice. Milán, 1940.

Ya muy lejos de la tragedia europea, por él tenemos también sus hijos tenemos dos corazones: el mexicano, acostumbrado ya a identificar a los futbolistas del tricolor como “ratones verdes”, según la astucia narrativa de Manuel Seyde en el periódico Excelsior, ratoncitos a los que hemos visto caer 4 a 1 en el estadio de Toluca apenas la semana pasada en los octavos de final contra los Azzurri, un corazón atribulado y que perjura cada cuatro años cuando no se alcanza “el quinto partido”, ni el cuarto, y también ninguno ; y el de la Forza Italia que nada tiene que ver con el partido político que dentro de veinte años llevará al poder en el país de papá al gánster político de derechas, propietario del Milan, Silvio Berlusconi. Esa historia triste no la verá mi papá. No sufrirá tampoco la amargura de ver fuera del mundial a Italia en el 2018 y el 2022, pero cuánto daría por ver el gozo de sus hijos por las victorias de 1982 en España y 2006 en Alemania.

 

Italia, Alemania y el partido del siglo - Panenka

Italia contra Alemania en la semifinal del México 70.

 

En ese futuro no estará el italiano nacido en Puebla. Pero hoy es sábado y el primer tiempo de la semifinal por la Copa del Mundo arroja un duro 1 a 0 con  un gol tempranero de Boninsegna favorable al equipo de Gianni Rivera,  Sandro Mazzola y Luigi Riva. Y Enrico Albertosi, Giacinto Facchetti y Tarcisio Burgnich. Papá no externa sus opiniones, nos deja explayarnos en una pasión que ya sufrimos como si hubiéramos nacido en Stradella, su pueblo en la ribera del Po. Todo va bien y ya estamos cerca del minuto 90, así que la final contra Brasil nos espera. Pero es Alemania, la del  joven Beckenbauer y el cañonero Gerd Müller, un equipo que por los siguientes cincuenta años obligará a repetir la frase inglesa aquella de que el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania. Ya es el minuto 90, y un inexcusable alemán saca de manos cerca del córner a la izquierda de la portería italiana. Un simple saque de banda. Pero marca mal Italia, permite que la reciba el número 20 Grabowski, un virtuoso medio que supera la mala marca del delantero Boninsegna y desde el borde del área saca un centro que remata el defensa central de apellido complicadísimo, Schnellinger, al  que le apodan el Volkswagen, por su capacidad de resistencia. El Vochito, tendríamos que llamarle los poblanos, pero remata mejor que Müller,  solito frente Albertosi. Gol.

 

Partido Schnellinger Alemania Italia: Alemania vs Italia 1970 | El Pulso  del Fútbol | Caracol Radio

La enjundia del central Schnellinger logra el empate a uno en el minuto 90.

 

Gol, tiempos extras y la desesperación de papá. Los que le darán al partido su fama centenaria. No lo resiste papá. A las 6.45 de la tarde y tras el silbatazo, nos informa que tiene mucho trabajo que hacer en Autos Ariel, el lote de carros usados con el que se gana la vida para nosotros. Su escapatoria marca el abismo entre sus hijos y un hombre que dejó su juventud en la guerra de Europa entre 1939 y 1945. No nos alcanza en ese instante la pasión azzurra para entenderlo.

Tampoco entendemos que llegue tan rápido a su oficina, a cuatro cuadras de la casa, pues en el minuto 91, ya en el tiempo extra, ocurre la primera llamada al 1-87-82, el único y negro aparato telefónico que existe en casa, instalado en la planta baja. ¿Cómo van? Uno a uno, papá.

En el minuto 93, segunda llamada, ¿cómo van? Igual, papá.

En el ’94, chin, Gerd Müller anota el 1-2 para Alemania.

En el ’95, tercera llamada. Chin, gol en contra, pierde Italia. Caray, papá.

En el ’97, cuarta llamada. Seguimos perdiendo, papá.

En el ’98 Burgnich empata, 2 a 2. En el ’98 quinta llamada. Empatamos, papá.

Minuto 100 y 103, sexta y séptima llamadas. Siguen empatados, ya mero termina el primer tiempo extra.

En el ‘104 Luigi Riva anota con un disparo cruzado de izquierda el 3 a 2 para Italia. Le llamamos nosotros, gana Italia, papá. Felicidad en ambos lados de la línea.

Silencio de cinco minutos. ¿Cómo estará papá?

En el ‘110 el infalible Müller contrarremata con la cabeza un balón que casi salva en la línea Gianni Rivera. Es el 3 a 3. ¿Y ahora quién le llama?

 

Con ustedes, la prórroga del siglo | Deportes | EL PAÍS

En el minuto 110 Gerd Müller, el bombardero, empata.

 

En el ‘111 él nos habla. Pero la jugada transcurre ahora mismo: saca Italia desde el medio campo, papá. Los alemanes no se recuperan del  júbilo del empate. Italia toca el balón desde el centro del campo; un toque a Facchetti, el capitán de la azzurra que en dos toques lanza el esférico hacia Boninsegna, que por el extremo izquierdo logra dejar atrás a un despanzurrado Willi Schulz y ya en el área alemana traza una línea perfecta al punto penal en el que aparece Gianni Rivera. El remate va al palo contrario al movimiento del portero. Es el 4 a 3 construido en menos de diez segundos desde que la toca Facchetti a que la remata mi ídolo infantil. Todo eso quiero contarle a papá.

Aquel 'Partido del Siglo' entre Italia y Alemania

Un fotograma de la repeticciòn del gol del gane de Gianni Rivera.

 

En el éxtasis, a trompicones todos le contamos que ya pasó la agonía.

Diez minutos después está de regreso en casa. Ahora puedo entender que la pasión puede derrotar a la presión sanguínea, y de cuando en cuando a la historia. Alegría es el momento que puedo detener aquí, esta noche en la cena de un sábado de junio de 1970. Mi papá no verá a Italia ganarle a Alemania en la final de España 82 con goles de Paolo Rossi, Marco Tardelli y Alessandro Altobelli, ni sabrá que en Alemania 2006 con un golazo de Alejandro del Piero eliminará al anfitrión para ganar después contra Francia por cuarta ocasión la copa del mundo.

Contra todo lo que me espere en el futuro, al final y para mi papá, siempre ganará Italia.