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16 Septiembre 2024, Puebla, México.

A un año del crimen en Cerocahui, la violencia sigue: Javier “El Pato” Ávila Aguirre SJ

Sociedad civil organizada /Gobierno /Justicia | Entrevista | 19.JUN.2023

A un año del crimen en Cerocahui, la violencia sigue: Javier “El Pato” Ávila Aguirre SJ

 

Al cumplirse el primer aniversario del asesinato de dos sacerdotes jesuitas y dos laicos en Cerocahui, la violencia en la Sierra Tarahumara dista mucho de haberse disipado como lo afirman las autoridades, aseguró el sacerdote Javier “El Pato” Ávila Aguirre.

El Gobierno del Estado, encabezado por la gobernadora Maru Campos Galván, hizo una visita a esa región la semana pasada reuniéndose con alcaldes y llevando programas para inculcar valores con resultados tangibles en materia de seguridad y desarrollo social.

El secretario de Seguridad Pública Estatal, Gilberto Lozoya y el fiscal general del Estado, César Jáuregui que anduvieron en la gira, subestimaron la situación al señalar que a partir de los acontecimientos que originaron la persecución de “El Chueco”, José Noriel Portillo Gil, se han registrado los índices delictivos más bajos en la zona, viviendo la gente en paz, niños jugando en las calles y con orden para que no vuelva a aparecer un sujeto con esas características.

No lo ve así el Javier El Pato Ávila, el sacerdote jesuita con tantos años en la Tarahumara como sus hermanos asesinados hace un año.

“Si acaso, en Cerocahui se calmaron las cosas porque ahí están la Guardia Nacional y el Ejército. Si los están vigilando, quién va a portarse mal enfrente de papá y mamá”, cuestionó Ávila Aguirre. 

“El Pato Ávila” afirma, la gobernadora y su comitiva hubieran ido mejor a Guachochi, a Guadalupe y Calvo y a Baborigame.

 

Con más violencia, muerte y desplazados


El 5 de junio pasado en la comunidad de Santa Anita, municipio de Guachochi, un comando armado rafagueó un templo y asesinó a una persona. 

La semana pasada cerca de 400 personas amenazadas por grupos criminales, fueron desplazadas de cinco comunidades de Guadalupe y Calvo y llegaron a Baborigame pidiendo ayuda temiendo por sus vidas.

Relataron que les quemaron sus casas, niñas y adolescentes fueron violadas y denunciaron que las amenazas vienen de parte de delincuentes que abusan de la tala de montes.

“Me encantaría decir que esto ya cambió, que vivimos en el paraíso, que hay paz para la región, que se respetan los derechos humanos, que las autoridades están poniendo atención a todo lo que sucede en la sierra; pero por desgracia, las cosas no han cambiado mucho”, comento Ávila Aguirre, quien también es defensor de los derechos humanos en La Tarahumara.

 

Hace un año


El 20 de junio de 2022, pasado el mediodía, los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, fueron asesinados en el altar de la parroquia de San Francisco Javier, en Cerocahui, Chihuahua.

Antes que a ellos matara, José Noriel Portillo Gil, “El Chueco”, líder de una banda criminal de la región, había cegado las vidas del guía de turistas Pedro Palma y del beisbolista Paul Berrelleza.

Las víctimas estuvieron desaparecidos durante varias horas, lapso de tiempo en que el paradero de sus cuerpos permaneció desconocido. Finalmente sus cuerpos fueron descubiertos en lugares de la sierra donde los sepultaron clandestinamente.

Por dar con el paradero del autor de los crímenes las autoridades ofrecieron una recompensa de 5 millones de pesos y no hubo resultados aunque hubo un fuerte operativo de búsqueda.

Nueve meses después, “El Chueco” fue encontrado sin vida en una brecha cercana al pueblo de Choix en el estado de Sinaloa. Presentaba varios impactos de bala en el cuerpo y, en la cabeza, el tiro de gracia; en su alrededor se localizaron  cartuchos de cuerno de chivo. Las autoridades determinaron que la misma banda acabó con el criminal.

 

Lastimada la esperanza, la fe es la que nos mantiene firmes


El “Pato” Ávila había advertido a la Fiscalía de Chihuahua que si no atrapaban al responsable “les van a aventar el cuerpo y eso va a ser una vergüenza para ustedes, una derrota. Que hasta al presidente le molestó muchísimo: que otros sujetos tengan que acabar con ellos”.

También el sacerdote  jesuita recuerda lo otro que le dijo: “si es que logran atrapar al famoso chueco, la violencia no se va a solucionar, ni se va a calmar; al contrario, empezará otra etapa porque va a haber reacomodo de fuerzas y ahí está. Dicho y hecho.

--Cómo ve el futuro de la Tarahumara?


--No me preocupa mucho. Me preocupa mucho el presente de la gente porque este presente tan trágico, tan lamentable con tanta inseguridad, de tanta presencia de grupos armados no presagia buen futuro. Nuestra opción y nuestro compromiso no es de sexenios, como hacen otros, nuestro compromiso es de vida.

--Reconoce que ocurrió una tragedia, tienen su fe lastimada?


--Tienen lastimada la esperanza. La fe es la que nos mantiene firmes. Como lo he dicho muchas veces, hay veces que uno tiene que esconder la esperanza para que no se la roben. Pero seguimos creyendo y seguimos esperando en que nuestra labor va a rendir frutos. Cuándo, no sabemos. No lo hacemos para que rinda frutos ya. Tenemos que seguir sembrando con apertura, con diálogo, con buena voluntad. Queremos hacer espacios de paz. Queremos construir, queremos sumar. No queremos destruir. Hay gobiernos que han querido sumar, hay otros que no lo han hecho y se van por su lado. Que Dios los bendiga y a ver cómo les va a ellos y a nosotros.