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7 Septiembre 2024, Puebla, México.

Doctor Guillermo Ruiz Argüelles: la solidez profesional y la decencia

Cultura /Ciudad /Salud y enfermedad /Ciencia y tecnología | Opinión | 17.MAY.2024

Doctor Guillermo Ruiz Argüelles: la solidez profesional y la decencia

“Presea Puebla de Zaragoza”

Mundo Nuestro. Las siguientes son las palabras que el Doctor Guillermo Ruiz Argüelles expresó al recibir el pasado 8 de mayo el más preciado reconocimiento que la ciudad otorga a un ciudadano, la “Presea Puebla de Zaragoza” .

 

 

Sr. Lic. Adán Domínguez Sánchez, presidente municipal de Puebla; Lic. Ma. Lucero Saldaña Pérez, secretaria del ayuntamiento, Lic. Alejandra Escandón Torres, síndica municipal, regidores y regidoras, señores y señoras, amigos todos.

En los siguientes minutos debo dirigirme a ustedes para agradecerles la distinción de que he sido objeto. Para ello, trataré de seguir las reglas de oro que Oscar Wilde, escritor y poeta irlandés, recomendó para escribir y que luego Ruy Pérez Tamayo, médico mexicano adaptó y modificó, haciéndolas apropiadas para pronunciar un discurso. Estas reglas que eran dos de acuerdo a la descripción de Wilde, y que ahora son tres, incluida la modificación de Pérez Tamayo, son simples y claras:

Regla número 1: Tener algo que decir

Regla número 2: Decirlo

Regla número 3: No decir nada más

Lo primero que tengo que decir es gracias. Gracias por el honor que me conceden que interpreto más como un compromiso que como una distinción. No es insólito que suela acosarnos el enigma sobre el lugar de residencia del honor. Es decir, sobre en cuál de los méritos del hombre reside el motivo para honrarlo y para distinguirlo. Las respuestas no son fáciles. Desde luego que el saber, el tener, el hacer y el poder son méritos indiscutibles. Pero, ¿son éstos los supremos y determinantes? Yo creo honestamente que no, lo que me permite pasar al segundo punto de mis reflexiones.

Las personas quienes han recibido antes esta misma “Presea Puebla de Zaragoza” son Pedro Angel Palou Pérez, historiador y cronista, Efraín Castro Morales, médico, antropólogo e historiador. Fernando Ramirez Osorio, pintor, Jesús Corro Ferrer arquitecto y escultor, el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec y la XXV Zona Militar, Enrique Montero Ponce, comunicador, Miguel León Portilla, lingüista, historiador, filósofo y diplomático, Sergio Pitol Demenghi, escritor, historiador y diplomático, Raúl Gil Mejía, fotógrafo y Angeles Mastretta, escritora y periodista. De los receptores previos de esta distinción, dos fueron mis maestros y cuatro fueron o son pacientes quienes me han confiado alguna parte del cuidado de su salud. Es también interesante señalar que, salvo don Pedro Angel Palou y Miguel León Portilla, todos fueron o son poblanos y todos ellos recibieron la presea en este Salón de Cabildos del municipio. Para mí, resulta particularmente significativo que en este mismo recinto, mi abuelo, el Dr. Raymundo Ruiz Rosete desempeñó sus labores de Presidente Municipal hace 100 años, en 1924, año que coincide con el nacimiento de mi padre, quien justo acaba de celebrar su cumpleaños número 100. Así es que, honrando a mi abuelo Raymundo, a mi padre y a todos quienes han recibido esta presea, me resulta muy grato dirigirme a ustedes para reconocer el apoyo irrestricto que siempre he recibido de mi familia, de mis padres, de mis hermanos, de mi esposa, de mis hijos, de mis nietos, de mis primos y demás miembros de la familia.

Me parece también significativo que sólo dos médicos han sido distinguidos con esta presea: Mi maestro el Dr. Efraín Castro Morales y un servidor. A lo largo de más de 50 años he estado en contacto con la práctica de la medicina: inicialmente como aprendiz de laboratorio de mi padre, más tarde como estudiante de medicina, luego como médico y después como profesor. Y aquí cito a Isaac Newton, físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático: “Si hemos podido ver más lejos es porque hemos estado parados sobre los hombros de gigantes”. Mi padre me introdujo a la medicina como diversión, pasión y estilo de vida; sin duda mi mayor gigante; él me hizo ver la importancia de hacer, dentro de la medicina, labores de asistencia, enseñanza e investigación. Desde hace más de 50 años he estado involucrado en la medicina y he tenido el privilegio de conocer a médicos humanos, a profesores excepcionales, a científicos sobresalientes, a gente sencilla y noble, a jóvenes estudiantes con una sana ambición de ser. Pero en los últimos años me he visto obligado a andar por las calles con mucho cuidado; hay mucho excremento por todos lados y me he tenido que cambiar de zapatos dos o tres veces. Y cito aquí a Eduardo Cesarman, médico, ensayista, narrador y poeta mexicano: “Solo creo en los médicos preparados, estudiosos, responsables, honestos y trabajadores. Los médicos sólo pueden ser de primera. No hay diagnóstico simple ni tratamiento sencillo. Hasta para dar una aspirina se precisa solidez profesional y decencia”.

Y me parece prudente aquí referirme a la aseveración de Ortega y Gasset de “soy yo y mi circunstancia”, que hace evidente que no todo lo que nos sucede depende de nosotros, que no somos del todo responsables porque también han influido las circunstancias; me enorgullece confesar que yo he sido muy afortunado con las circunstancias que todos ustedes han procurado para mi vida, y que nunca sabré agradecerles de manera suficiente.

Y honrando las reglas de oro que Oscar Wilde recomendó y que luego Ruy Pérez Tamayo adaptó y modificó, haciéndolas apropiadas para pronunciar un discurso, no diré nada más.

Muchas gracias a todos quienes hacen florecer mi alma y me hacen sentir vivo.