diciembre 7, 2025, Puebla, México

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Mi voto razonado / José Luis Benítez Armas

El próximo 2 de junio la batalla será ¿izquierda vs derecha? ¿proletarios vs burgueses?, ¿neoporfiristas vs revolucionarios? Para quien esto escribe en esta era de la posverdad, la geometría política izquierda-derecha ya se desdibujó. Sin embargo, echando memoria en mi formación en las filas de la izquierda universitaria poblana del siglo pasado: si me preguntan ¿AMLO es izquierda? Yo opino que no. Y me explico.
Si bien la mejora sustancial del salario mínimo significó una gran aportación de este gobierno; o la mejor recaudación que lograron en el SAT, también (aunque algunos de los métodos de la autoridad federal no fueron muy legales que digamos). 
Y que también es positivo el reparto directo de dinero como apoyo a sectores de la sociedad mexicana que los requieran. (Aunque las cuentas no salen si pensamos en el futuro. Lo mejor es dar empleo, mejor pagado y hacer que la economía formal crezca, para que alcance para todo).
En fin, en lo económico, aunque no avanzamos al terminar el sexenio lopezobradorista, para el futuro por lo menos hay esperanza en que algo funcione de Dos Bocas, Tren Maya, Tren Transístmico, etc. Seamos optimistas.
Pero hay otros temas básicos que yo considero que debió haber abordado un mandatario que se considere de izquierda. Pensando en que son modificaciones que estaban en sus manos realizar, que tenía el capital político para negociar y consensarlos. Que además hubieran significado extraordinarios aportes y cambios de verdad estructurales que dejarían beneficios sociales profundos en amplias zonas del país.
De entrada. Hubiera decretado más impuestos al decil más rico del país (los slims, salinas pliego, azcárragas, coppels, larreas, etc., etc.). Este país les ha dejado a estos hiper millonarios muchísimos beneficios. Unos no tan legales y exprimiendo mercados, beneficiándose con sendos monopolios gracias al apoyo del propio gobernante en turno. Que el decil de hasta arriba dé parte de sus obscenas ganancias al de hasta abajo. Es apenas justo.
Pudo también haber despenalizado el aborto. Desde los años ochenta ya en la izquierda universitaria de la Universidad Autónoma de Puebla (hoy BUAP), ésta ya era considerada como un objetivo. Pues la despenalización del aborto significa el reconocimiento mínimo del derecho de las mujeres mexicanas a decidir sobre su cuerpo. Estamos hablando de más de la mitad de la población que en muchas zonas del país aún hoy sufren persecución penal y acoso por decidir sobre su cuerpo.
Y por último, pero no por ello menos importante: si AMLO hubiese cumplido su palabra de que reduciría la inseguridad pública (extorsiones, secuestros, homicidios, feminicidios, violencia demencial, etc.). Con eso también habría beneficiado a los sectores más necesitados del país. Una gran aportación hubiese significado que acotara el poder del crimen organizado al final de su gestión, que hoy tiene a amplias zonas del país sojuzgadas y tratando casi como “peones acasillados” a habitantes de zonas rurales. 
Vaya, si por lo menos hubiese despenalizado el uso y el consumo de cannabis. Eso hubiese dejado un impacto económico y social positivo, beneficiando a agricultores de regiones pobres del país, a consumidores con mejores productos y garantizando su calidad sanitaria. Además de los usos medicinales e industriales cada vez más requeridos en EU y en Canadá. Nuestro socio canadiense no puede surtir su mercado interno ni al 50%. Ahí hay un inmenso potencial. Todo esto debidamente legalizado y arrebatado a la delincuencia organizada, generaría más y mejores impuestos para las arcas públicas nacionales.
Con que AMLO hubiera hecho uno de estos que yo considero cambios estructurales, con uno me bastaría para considerarlo de izquierda. Pero no. Por eso para mi esta elección no es “izquierda vs derecha”, “ni proletarios vs burgueses”, “ni conservadores contra progresistas”. Es entre autoritarismo y democracia, entre instituciones o poderes personales. AMLO y la 4T quieren reconstruir el modelo monopartidista que tanto trabajo costó superar.
Y yo estoy con la democracia liberal en la que hoy vivimos. Aunque esté llena de limitaciones y sea por mucho imperfecta. Y a pesar de que como todos detesto a los partidos políticos, ya entendí que son como los bancos y las burocracias de gobierno: males necesarios. 
En mucho AMLO, la 4T y la que se autodenomina “izquierda” obradorista vive de muchos mitos del siglo XX. Todavía sueñan en la lucha contra el imperialismo yanqui (los gringos son unos hijos de la ching***, sin duda. Pero prefiero mil veces más a EU que a la Rusia de Putin o la China de Xi). O la defensa de Rusia, Corea del Norte o Cuba (no se han enterado que ya no hay URSS y hoy Rusia es el país más capitalista del mundo; Moscú es la segunda ciudad con más millonarios, después de NY).
Todavía hay quien sueña con el modelo socialista cubano, hoy claramente fracasado. Algo es claro: el sueño colectivista (marxista, comunista, socialista, etc.) no ha logrado concretar la utopía soñada en ninguna parte del planeta. Hasta ahora.
Y aún pesa nuestra relación amor-odio con EU. Pero hay que recordar que los gringos convidan prosperidad, desarrollo y mejores condiciones de vida (gracias al TLC, México ha crecido y ha mejorado su economía desde 1994). Y por eso miles de hispanos -entre ellos muchísimos mexicanos- desean hoy ingresar al “infierno imperialista-capitalista” de EU. 
Concluyo: hay que defender la posibilidad de cambiar de gobiernos a través del voto y acotar el poder gubernamental de este o de cualquier partido, cualquiera sea su color o su orientación ideológica. La “izquierda” obradorista no me representa. Por eso voy a votar por Xóchitl y por el PRD.