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17 Octubre 2024, Puebla, México.

Acapulco después del huracán Otis; el relato de un marino y las muchas tragedias / Carlos Rodríguez Giacintti

Sociedad | Crónica | 18.JUL.2024

Acapulco después del huracán Otis; el relato de un marino y las muchas tragedias / Carlos Rodríguez Giacintti

La corrupción y el crimen organizado siguen merodeando al que fuera el destino vacacional más popular de México

Visitar Acapulco recientemente fue una experiencia triste después de casi ocho meses del paso del huracán Otis la noche del 24 de octubre de 2023.

El huracán Otis fue el décimo quinto ciclón tropical de la temporada del Pacífico en 2023, se trató de un ciclón de una extraordinaria potencia y mayor capacidad destructiva. Se clasifica como el ciclón tropical más fuerte que ha tocado tierra en las costas del pacífico mexicano y el primero en hacerlo como huracán categoría 5 en la escala Saffir-Simpson. Algunas cifras de 2023 estiman que los daños totales ascienden a más de U$16 mil millones de dólares, se destruyeron unas 7,000 hectáreas de construcciones públicas y privadas, hubo 51 muertos confirmados y 350 por confirmar.

Otis surgió de un disturbio atmosférico muy al sur del Golfo de Tehuantepec el 22 de octubre de 2023; las proyecciones iniciales lo señalaban únicamente como tormenta tropical, pero experimentó una intensificación rápida y el 24 de octubre (sólo 48horas después) alcanzó velocidades máximas de 270 km/h golpeando tierra, en Acapulco, con esa enorme magnitud.

La tardía reacción de las autoridades para prevenir a la población abonó a que las consecuencias de la tragedia fueran mucho mayores. El presidente publicó un mensaje en su cuenta de X a las 8.25 de la noche del 24 de octubre, anunciando la entrada de Otis de 4 a 6 de la mañana. Michael Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes, describió la situación: “Nos encontramos ante un panorama sumamente adverso: una región densamente poblada, una intensificación acelerada a punto de impactar, y una modificación de las prevenciones acerca de los efectos que se están manifestando, en un lapso que no otorga a la población suficiente margen para reaccionar.”

Los habitantes de Acapulco se quedaron sin luz y agua potable durante semanas, hubo saqueos en tiendas, centros comerciales y gasolineras, además de asaltos nocturnos, mientras la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, justificó “no le llamo robar, le llamo cohesión social, no es lo mismo el que tiene el estómago lleno que el que no lo tiene”, hasta que el ejército entró a restablecer el orden a partir del 28 de octubre. El 9 de noviembre el Gobierno Federal anunció el fin de la declaratoria de emergencia por el huracán.

Una entrevista del periodista Álvaro Céspedes* muestra la crudeza de este evento a través del relato de Ulises Villanueva, marinero con diez años de experiencia y tripulante (capitán segundo) del barco Caballero del Mar (72 pies, casi 23 metros y un costo aproximado de U$3.2 millones de dólares) con experiencia en huracanes de categoría 1 y 3. El dueño del barco les pidió a los tripulantes sacar al barco de la marina (habitual en estos casos) hacia un puesto de seguridad cerca de la base naval. En la tarde del 24 de octubre se reunieron ahí muchos más barcos, muchos marineros, amigos unos de otros y compartieron la cena por última vez, ya que muchos de ellos ya no aparecieron después. A las 11:30 de la noche se empezó a sentir la fuerza del temporal, los barcos se soltaban de sus anclas por el oleaje y la enorme fuerza del viento y, de pronto, todo se apagó, Acapulco se quedó completamente a oscuras. Más tarde el Caballero del Mar se estaba hundiendo por un boquete a un costado del casco (algo lo había golpeado), Ulises y los otros dos marinos intentaron llevar el barco a tierra para salvarse pero no veían ninguna luz para saber dónde estaban (según los controles del barco que Ulises logró ver, estaban a más de 2kms fuera de la bahía por el efecto del viento). Ulises reaccionó y logró sacar unos chalecos salvavidas, darle otros dos al capitán y al otro tripulante. Un poco más tarde el barco se hundía aún más y se arrojaron al mar, la fuerza del huracán los movía para todas partes dentro del agua, Ulises perdió contacto con los otros dos marineros mientras se abrazaba a un cojín del barco que se había zafado y los salvavidas que medio le sostenían para ayudarle a flotar. Horas más tarde, Ulises se encontró en el mar a Vicente Herrera, capitán de 70 años del barco Rosemary, flotando sostenido de un pedazo de madera, y le dio uno de sus salvavidas. Ese encuentro mantuvo a ambos marinos animados, conversando y acompañándose por horas. El capitán Herrera, durante esas horas, le narró a Ulises que, ese día del huracán, había invitado a su familia, su esposa, su hijo y su nieto de 9 años, a pasar la noche en la embarcación que iba a cuidar, al igual de muchos otros marineros que acostumbraban a hacer lo mismo en los barcos que cuidaban, porque no tenían idea de la magnitud del huracán. El capitán Herrera le platicó a Ulises cómo vio morir a toda su familia esa noche. Después, a las 5:30am comenzó a clarear, una hora más tarde dejó de llover y el temporal se calmó. A las 9 de la mañana una lancha interceptora de la Marina, que estaba buscando un barco hundido, vio a Ulises y al capitán Herrera y los rescató. Un marino de esa lancha le dijo a Ulises: “Den gracias que los encontramos y los rescatamos, pero no venimos a buscarlos a ustedes sino a otros barcos.” Horas después, cuando la lancha terminó su búsqueda y llegando a la base naval, Ulises pidió un celular para poder llamar a su familia y fue cuando se dio cuenta que no había luz ni agua y que todo Acapulco estaba en emergencia. Ulises estaba herido, descalzo y exhausto, mientras el capitán Herrera estaba desnudo porque el temporal le había arrancado la ropa. Como pudo, después de horas de caminar, Ulises llegó a su casa. Días después, los amigos marineros de Ulises se enteraron de que a muchos muertos los enterraban en la fosa común sin preguntar (y sin contarlos en las cifras oficiales), entre ellos los 25 amigos marinos de Ulises que ya nunca aparecieron. Los otros dos tripulantes del Caballero del Mar también sobrevivieron. El capitán apareció en una playa a muchos kilómetros de donde rescataron a Ulises.

Las cifras oficiales de la tragedia son por demás polémicas: 50 fallecidos y 32 desaparecidos. Sin embargo otras cifras muestran: 430 embarcaciones hundidas, 350 edificios dañados, 274,000 viviendas afectadas en Acapulco. La tragedia por el huracán Otis se habría podido haber reducido si se hubiera actuado a tiempo. El día del huracán, unas horas antes, ya estando en el barco, en la bahía, cerca de la base naval, nadie les dijo a Ulises ni a los otros tripulantes de su barco, ni a los de los demás barcos cercanos, que el huracán venía como categoría 5.

A casi ocho meses del 24 de octubre de 2023, en Acapulco se han restablecido principalmente algunos servicios turísticos. El rescate de los barcos hundidos (remoción de los escombros) es todavía muy lento y limitado. Las viviendas afectadas de los lugareños, en su mayoría, siguen sin ser reparadas, al igual que muchos negocios y oficinas dañados. La mayoría de los condominios de lujo que fueron afectados por el huracán, no tenían seguro y muchos de los condóminos no pueden o no quieren gastar en la reparación de sus edificios, lo que está provocando que gran cantidad de ellos continúen destruidos. Las pérdidas económicas son enormes y la pérdida de empleos para muchos lugareños de Acapulco sigue, sin darles esperanza de cuándo podrán tener trabajo nuevamente. Los esfuerzos iniciales de particulares y asociaciones civiles para recaudar donativos y ayudar a la población civil de Acapulco, resultaron escasos y limitados. La casi nula y muy ausente autoridad local y estatal también han contribuido con la magnitud de la tragedia, mientras la corrupción y el crimen organizado siguen merodeando al que fuera el destino vacacional más popular de México durante años. Para reflexionar.        

*Este relato se puede escuchar en Spotify:

Delirios Crónicos. La noche que Acapulco murió. Álvaro Céspedes.