Naturaleza y sociedad | Crónica | 25.OCT.2024
La viñeta otoñal y las texturas del viento / Porfirio Tepox Cuatlayotl
Ir de camino por la naturaleza/ trigésima primera crónica
La viñeta otoñal y las texturas del viento se convierten en el momento para recordar a los seres amados del caminante, que ya han hecho la última caminata.
Porfirio Tepox Cuatlayotl, profesor de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz
El otoño es tu estación favorita, alguna vez me lo contaste.
Por esto, con cariño para ti este relato otoñal, Carla Verónica.
Viñeta otoñal. Por un lado, el caminante se sumerge en esta nueva estación llena de un recio, frío y fuerte viento; además, repleta de todas las tonalidades del color amarillo, inherido en los pétalos de las flores silvestres, de las flores del campo; por el otro lado, el semblante y el corazón del otoño con la intensidad y la textura del viento abriga los pasos y los latidos del caminante.
En este nuevo recorrido, bien por la mañana, bien por el atardecer, en el corazón del bosque o en las praderas llenas de pastizales, el caminante y el viento acuden a la cita anhelada; y, mientras el primero camina en busca de las corrientes de aire que se fusionan en el viento, el segundo, es decir, el mismo viento ya lo está esperando, pues su destino es el encuentro, su ventura es estar frente a frente, rostro a rostro; caminante y viento, existiendo con un mismo palpitar.
El viento otoñal del que hablamos en este relato, además de venir cargado con sus gélidas y recias corrientes de aire, trae consigo millones de palabras que tejen y entretejen miríadas de recuerdos de los seres queridos que ya no están con nosotros como individuos, pero sí como personas, para decirlo con José Rubén Sanabria: “Yo sé que la persona amada morirá como individuo, pero como persona es inmortal. El amor – escribe Marcel- sólo se dirige a lo que es eterno. El amor se dirige a la presencia indefectible. En mi amor, yo te aprehendo como participante de la “eterna presencia”. "Cuanto más te amo, estoy seguro de tu eternidad.” De este eterno presente de los seres queridos que hoy descansan, es de donde surgen los recuerdos que relata la estación otoñal.
Viñeta otoñal que implica todos los sentidos del caminante para anunciarles la llegada de nuestros seres queridos el próximo 1 y 2 de noviembre:
Olfato: Caminar, ya en los senderos artesanales, ya en las calles de un pueblo, se convierte en el instante para recibir la caricia de los aromas del otoño, pues, por un lado, de los campos de cempasúchil brota la fragancia de las veintenas de flores, brotan sus suaves y exquisitos aromas; por el otro lado, de los hornos artesanales de pan, emana el olor a leña quemada, acompañada del agradable aroma que brota del pan de hojaldra, de sobra conocido como pan de muerto que será colocado en los altares para la degustación y complacencia del paladar de nuestros seres queridos que ya han hecho la caminata hacia la eternidad pero que en los próximos días estarán de visita.
Gusto. La marcha en el otoño, en un primer momento, te da la oportunidad de llenar tu mirada y el hontanar de tu ser con los paisajes que emanan de los cultivos de maíz; y, en un segundo momento, si los dueños de los cultivos de maíz de temporal te lo permiten, poderles comprar para cosechar con tus propias manos algunos elotes tiernos, lechosos y dulces, los cuales, después de ser pixcados (cosechados) y después de la caminata, ya en casa, serán colocados al fuego del tlecuil, el cual dará una mayor dulzura a los granos de maíz tierno, los cuales han de mimar, por algunos instantes, al paladar del caminante.
Oído. Las corrientes de aire en el otoño se convierten en ríos de viento que abrazan a todo ser viviente y no viviente que se cruza en su camino, sin embargo este estrujón, aunque intenso, no es para incomodar a los árboles del bosque o a los cultivos de maíz; la intención no es hacerles algún daño, por el contrario, el viento abraza a todo ser viviente y no viviente para producir una cierta musicalidad natural que brota del contacto de los ríos de viento con las formas naturales de las hojas, de los tallos y de los frutos; vientos que han de acariciar con sus armoniosos sinfonías cada latido del caminante de la montaña y cada palpitar del viandante de los senderos artesanales.
Vista. Las tonalidades de los colores, que revisten los lienzos de la naturaleza, empiezan a cambiar. En este sentido, el color verde, que impulsa el esplendor del verano, da paso a los colores otoñales, los cuales, aunque ya intentan mostrarse, todavía no llegan a su plenitud, pues, en este escenario de transición, en el que las hojas se desprenden de las ramas de los árboles, aun se presenta el color verde, por lo cual, el caminante puede ver una abundante combinación de colores que se convierten en un popurrí de pigmentos, los cuales, por un lado acarician la retina del alma, y por el otro lado sorprenden la mirada del caminante con una paleta de colores mezclados con las siguientes combinaciones: verde sepia, verde cobrizo, verde áureo, verde ocre, verde marrón y verde miel, entre otras mezclas.
Tacto. Las corrientes de aire que abrazan al caminante y a cada uno de sus pasos en la estación otoñal, le permiten leer, pero todavía más, releer las texturas del viento que fluyen a través de su piel, unas veces, texturas suaves, sedosas y apacibles; otras, ásperas, severas y gélidas, sin embargo, todas ellas llegan cargadas de recuerdos de los familiares que ya no están como individuos, pero que como personas viven eternamente en el recuerdo, es decir, habitan por siempre en el corazón, pues esto es lo que significa la definición etimológica de la palabra recordar; en otros términos, es traer al ser amado, una vez más al corazón, es repetir su presencia al evocar la imagen de su sonrisa, de su caricia, de su abrazo, asimismo, es volver a sentir el esfuerzo de cada uno de sus pasos que entregó en su caminar en esta vida.
Impresión final de la caminata otoñal: la fragancia de la cempasúchil, la dulzura del maíz tierno, la musicalidad del viento otoñal y las tonalidades de sus colores en transición, además de las texturas del viento, todos estos elementos, uno en continuación del otro, a los caminantes de la montaña y de los senderos artesanales, nos comunican que pronto llegarán nuestros seres queridos que se han adelantado al viaje eterno, sabemos que llegarán en breve tiempo para degustar de las más exquisitas comidas que les hemos preparado en los altares; además de todo esto, sabemos que ustedes saben del eterno amor hacia su persona, el cual tiene su realización plena a través de una oración, de una plegaria, tal como lo ha dictado recientemente el Papa Francisco: “Rezar por otras personas es el primer modo de amarlas y de estar cerca de ellas de manera concreta.”