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28 Marzo 2025, Puebla, México.

Remembranza y agradecimiento / Manuel Espinosa  Sainos

Cultura /Sociedad | Crónica | 24.FEB.2025

Remembranza y agradecimiento / Manuel Espinosa Sainos

Hace años, cuando terminé la secundaria, en el pueblo donde yo nací no existía bachillerato, pero al igual que muchos jóvenes tenía ganas de seguir estudiando. Aunque no tenía dinero para mandarnos a la escuela mi padre siempre nos habló de la importancia del estudio. Fue cuando conocí a Mateo Sanchez, un líder totonaco originario de Huehuetla, Puebla, por él fue que yo aprendí a leer y escribir en totonaco mediante un curso de alfabetizadores en mi idioma. También me contó que en su municipio sí había bachillerato. Así que por el mes de septiembre de 1990 me trasladé a ese lugar, caminando y sin un peso en la bolsa, sin conocer a nadie y sin saber dónde podría quedarme a dormir, pero con muchas ganas de salir adelante. Y ahí en Huehuetla, conocí a David Bermudez, y a su esposa, Marisa, quienes sin conocerme, me dieron la posibilidad de continuar con mis estudios. En ese entonces trabajaban en un equipo de investigación del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos. Me dieron la oportunidad de ingresar al equipo y fue ahí donde reforce mi identidad y colaboré en el desarrollo de contenidos del libro y cuaderno del adulto para la alfabetización en lengua totonaca. Conocí un entorno lleno de palabras y letras en mi lengua, leí cuentos escritos en totonaco impresos en hojas blancas en mimeografo y conocí también una organización totonaca que estaba luchando contra el racismo y la dignidad del pueblo totonaco. Marisa y David fueron siempre buenas personas conmigo y hasta hoy lo siguen siendo. Hubo momentos difíciles durante mi estancia en ese lugar al contar con pocos recursos para pagar colegiatura, uniforme, alimento y útiles escolares y hasta había quedado a deber. Por sus ocupaciones mi padre no fue a ninguna reunión de padres de familia, así que durante ese tiempo mi padre era yo y yo iba a las juntas. Un día, a mitad de bachillerato, tenía ganas de renunciar y migrar a la ciudad. Le informé de eso a Marisa, la directora de la escuela.
- Tanto esfuerzo, tanta lucha, tanto sacrificio, como para que lo eches a perder de un momento a otro. ¿Que no te da coraje? Pues ese coraje debe de enseñarte a salir adelante y terminar lo que con tanto esfuerzo empezaste -. Santo remedio, esas palabras me sirvieron.
Ahora sé que las palabras sanan y pueden cambiar el destino de una persona. Durante la graduación Marisa fue mi madrina para recibir mi certificado. Recuerdo muy bien que mientras todos mis compañeros recibieron como regalo zapatos, relojes, ropa, chamarra, etc. a mí me regalaron una colección de libros: el loco, el profeta y el vagabundo, de Gibran Khalil Gibran. También recuerdo que yo estaba desilusionado porque me dieron libros, pasó un año para que yo comprendiera que fue el mejor regalo que haya recibido en toda mi juventud. Fue entonces por esos años cuando escribí mis primeros poemas. Marisa y David se fueron de esta región, pero yo conservo su amistad y tengo mucho cariño y agradecimiento hacia ellos, pues sin ellos, mi destino hubiera sido como el de la mayoría de los jóvenes de las zonas indígenas del país, sobre todo, en esa época en qué en Ixtepec, en la sierra norte de Puebla, no había bachillerato y por ende, la posibilidad de seguir estudiando. No terminé una carrera, pero conocí gente maravillosa y aprendí a hacer poesía.
En la imagen, estoy con mis grandes amigos y maestros Marisa y David, así como a mi amiga Carmen Alejandrina, a quienes cada que voy a Xalapa los veo y les guardo un cariño. No cabe duda que hay gente que nos marca para siempre.
Ah, mi madrina Marisa ya me regaló una linda camisa, fue el año pasado que los visité.
 
 
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