Cultura /Justicia | Poesía | 6.ABR.2024
Ellas, las cuidadoras / Un poema de Guadalupe Morfín Otero
Alguien mojó las puntas de las hierbas
en finos aceites
y untó con ellas los lienzos nobles
que cubrían tu cuerpo…
Y así, apresuradamente,
musitadas las mínimas plegarias
—¿qué otra cosa rezar,
cómo acompañarte?—
la puerta fue sellada
pues la hora de la oscuridad
bajaba con fuerza
y todos buscaban un refugio
en su mesa de siempre
bajo el techo de antaño.
Era la tarde en que te descendieron
de aquel árbol plantado
para los tiempos que vendrían.
Cruz de caminos.
Cruz de dolores y de rasgaduras.
Cruz de alivios y asunciones
de nuestras cargas todas.
Tú, el múltiple Cireneo
de nuestros barros
la portaste entera
minuto a minuto
le diste raíz
le hiciste dar fruto
árbol eterno
en medio de la altura
majestuoso madero compañero.
Ellas, siempre ellas, las inquietas de siempre
madrugaron
te llevaban perfume
diligentes
pendientes siempre.
Sí, siempre ellas,
del rito funerario con los amados idos.
Estupefactas asisten al vacío
interrogan mudas a las removidas piedras
parpadean ante la visión de ángeles
que les dicen que no
que no busquen aquí
no entre los muertos
y corren entendiendo aquella profecía
y la revelación les salta en el pecho
como un clamor tan fuerte
que vuelan a contarlo
entrecortadas
con el aliento lleno
de quien pronuncia
eso impronunciable
canto de pájaro
luz matinal
pasto de estrellas:
¡Resucitó!
No les creyeron
nunca les han creído
nunca a tiempo
pero ellas
las cuidadoras
fueron las primeras en pronunciar
“el Maestro está vivo
y vive”.
Aún retumban sus pasos y sus vocesreveladoras plenasdel misterio.
17 de abril de 2022