Entrevista de Enrica Muraglie, periodista de il manifesto, con Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz iraní, con motivo de su intervención ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos del Parlamento italiano.
En Irán, son “días difíciles y turbulentos, de protestas. Estudiantes universitarios, mujeres, profesores, trabajadores, pensionistas y diversos sectores de la población civil salen cada día a la calle para manifestarse contra la República Islámica”. Con una fotografía de Mahsa Amini a su lado, Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz, explicaba el 19 de diciembre a la Comisión Permanente de Derechos Humanos del Parlamento italiano cómo viven los iraníes bajo el régimen de Masud Pezeshkian: “La pobreza, el desempleo, la inflación y la crisis ecológica han alimentado la indignación de la gente. Las respuestas del otro bando son la violencia callejera, el encarcelamiento y los juicios espectáculo”. Los mismos que hicieron posible las innumerables detenciones de la periodista, escritora y activista por los derechos de las mujeres, que ya ha cumplido diez años de cárcel, 135 días en régimen de aislamiento.
Eso no es todo: fuera de la prisión de Evin desde el pasado mes de septiembre para someterse a tratamiento médico urgente tras largas negativas, a Mohammadi aún le quedan 11 años de detención. Relata a il manifesto uno de los cargos explícitamente recogidos en la sentencia: “Ser feminista”. Durante la audiencia, Laura Boldrini reiteró el compromiso de Italia con la introducción del delito de segregación por sexos en la Convención sobre Crímenes contra la Humanidad que se está debatiendo en la ONU, y aceptó la petición de Mohammadi de anteponer el respeto a los derechos humanos a cualquier acuerdo diplomático y comercial con Irán.
Ha trazado usted un hilo conductor entre el apartheid de género en Irán y Afganistán
En Irán, para obtener el pasaporte y viajar al extranjero se necesita el permiso del tutor legal, algo que está exclusivamente en manos del padre, en el caso de las hijas, y del marido en el de las esposas. Los testimonios y declaraciones de testigos masculinos en los tribunales se consideran equivalentes a los de dos mujeres. El dinero de sangre (diyah) y la herencia para las mujeres es la mitad que para los hombres. La violación conyugal no sólo no se considera delito, sino que los hombres iraníes pueden presentar denuncias por “incumplimiento” contra sus esposas si éstas se niegan a mantener relaciones sexuales. En Irán, el permiso para contraer matrimonio antes de alcanzar la edad legal para las mujeres no es un obstáculo si el padre o el abuelo paterno lo consideran apropiado. Y la preocupante tendencia de los matrimonios infantiles queda patente en las estadísticas: según el Centro Estadístico Iraní, en los tres primeros trimestres de 2022, hubo más de 20.000 casos de matrimonios con mujeres menores de 15 años, y 1.085 nacimientos de madres menores de 15 años. En la primavera de 2021, el número de matrimonios de niñas de entre 10 y 14 años experimentó un aumento de alrededor del 32% en comparación con el año anterior. Estas cifras sólo representan estadísticas oficiales. Muchas de estas leyes y situaciones también se aplican a las mujeres en Afganistán, y bajo el régimen talibán son aún más estrictas y opresivas.
¿Quiénes son las mujeres que ha conocido en la prisión de Evin?
Entre las más de 70 presas políticos, la sección femenina de Evin incluye a personas con distintas convicciones políticas, intelectuales y religiosas que se han unido contra la represión del régimen. En concreto, tras el asesinato de Mahsa (Jina) Amini y el estallido del movimiento “Mujeres, Vida, Libertad”, llevamos a cabo diversas formas de protesta en el pabellón, como sentadas, nocturnas incluso, concentraciones, ocupación de los pasillos de los carceleros con consignas y cantando himnos. Enviamos numerosas declaraciones individuales y colectivas fuera de la prisión. Nos enfrentamos a una violencia y unas privaciones constantes, entre ellas las prohibiciones de llamadas telefónicas y visitas, denegación de atención médica e incluso nuevas condenas. La primera huelga de hambre masiva contra las condenas a muerte tuvo lugar tras la ejecución de Mohammad Ghobadlou, algo que implicó profundamente a la opinión pública en la cuestión de las ejecuciones en las cárceles del régimen. Luego comenzó la campaña No a la Ejecución en la prisión de Ghezel Hesar, que rápidamente se extendió a otras cárceles del país. Por primera vez en más de 15 años, asistimos a la reanudación de veredictos de sentencias de muerte contra presos como Pakhshan Azizi y Verisheh Moradi. Por eso hemos paralizado durante días el orden de la prisión. Junto con otras cuatro personas, fui juzgada y condenada a nuevas penas de prisión. Aunque estas protestas pacíficas les cuestan caras a muchas presas, la sección de mujeres no cesa en su lucha contra las condenas a muerte. Un día intentamos conseguir tratamiento médico para dos presas en dificultades, una era la hermana de un preso condenado a muerte, en estado de shock tras enterarse de la ejecución de Reza Rasai [manifestante ahorcado en agosto de 2024 porque se le acusó de matar a un pasdaran]. Hemos sido violentamente agredidas.
Hay que reconocer que una presa es un ser humano, y cada ser humano lucha por sobrevivir de diferentes maneras. Cantar, bailar, cortarse el pelo o peinarse, llevar ropa de colores, reír y encontrar la alegría... son formas de sentirse todavía vivas.
¿Y el papel del arte contra el régimen?
Artistas, cineastas y miembros de la industria cinematográfica son quienes dan forma a la conciencia mundial sobre la paz: no deben apartar la mirada del pueblo iraní y de las mujeres de Oriente Medio. Son quienes pueden realmente llevar los problemas de las ejecuciones y el apartheid de género al primer plano de la conciencia mundial, para que algún día prevalezcan la democracia, la libertad, la igualdad y una paz duradera.
No puede haber paz ni libertad para los pueblos sin libertades y autodeterminación para las mujeres. Mujeres, Vida, Libertad y los feminismos árabes nos lo demuestran.
La muerte de manifestantes y disidentes políticos en las calles es tan terrible y espantosa como el asesinato de civiles inocentes bajo las bombas y los misiles. El régimen de la República Islámica es agresivo, hostil a los derechos fundamentales del pueblo iraní y ni siquiera respeta sus propias leyes. Morir a manos de fuerzas de ocupación es una guerra, mientras que morir a manos de un régimen opresor y autoritario que gobierna desde hace 45 años, ¿qué es? Como mujer que ve y sufre el apartheid sexual en su propio país, creo que mientras exista este apartheid, será imposible la paz duradera. Del mismo modo, en ausencia de los derechos fundamentales de las mujeres en Oriente Medio, y en presencia de la dominación, la discriminación y la represión, carecen de sentido la democracia, la libertad y la igualdad en el mundo carecen de sentido. Son como heridas infectadas y repugnantes en la conciencia de la humanidad.