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10 Abril 2025, Puebla, México.

Influencers al poder: la política atrapada por los likes / Luis Alberto Martínez

Política | Opinión | 7.ABR.2025

Influencers al poder: la política atrapada por los likes / Luis Alberto Martínez

Cuando los medios priorizan la viralidad sobre la veracidad, y cuando las figuras públicas entienden la política como una extensión del marketing de contenidos, se produce una degradación del espacio público

La política tradicional basada en partidos, programas y deliberación, ha sido desplazada parcialmente por una lógica de la visibilidad constante y de viralización emocional. Las personas "influencers" convertidas en políticas no necesariamente tienen una trayectoria en lo público, pero sí una comunidad digital y una marca personal consolidada.

Quienes se vuelven influencers, en cambio, adaptan su comunicación a los lenguajes de redes (memes, TikToks, lives), con la esperanza de alcanzar nuevos públicos.

Este fenómeno se puede observar con la actual diputada local de Puebla, Nayeli Salvatori Bojalil, quien siempre ha estado en medio de varias polémicas en sus redes sociales incluso en su paso por la diputación federal.

En un desencuentro con la prensa local en el que defendía otro polémico video publicado en sus redes sociales, la exlocutora subrayó que tiene tres millones de seguidores que apoyan su estilo y contenido, buscando minimizar a quienes acusaron sus contenidos de frívolos

Su lógica privilegia la forma sobre el fondo. El carisma, la ocurrencia y el performance reemplazan al conocimiento, la preparación y la propuesta. De esta forma se corre el riesgo de vaciar la política de contenido y convertirla en reality show.

 

Las y los influencers que saltan a la política lo hacen desde una base de legitimidad construida en la esfera íntima: cercanía, identificación, autenticidad percibida. No son políticas o políticos “profesionales”, lo cual puede ser leído como virtud en tiempos de desprestigio de las instituciones. Ejemplos hay muchos: desde youtubers que terminan en el Congreso hasta streamers que movilizan multitudes en mítines.

Las y los políticos que adoptan la lógica del influencer privilegian el algoritmo sobre el argumento. Su discurso está guiado por métricas de alcance, reacciones y tendencias. Esto tiende a fomentar el populismo digital, la polarización y la simplificación extrema de los problemas sociales.

La relación entre influencer-político y audiencia se basa en la emoción, la identificación momentánea y el entretenimiento. Son vínculos débiles, sin una estructura organizativa detrás. No hay militancia, sino "fandom"; no hay ideología, sino narrativa personal.

 

El reto es construir nuevas formas de representación que combinen la cercanía de las redes con la responsabilidad institucional. No se trata de demonizar a las y los influencers ni a los políticos que usan redes, sino de exigir que la política no se reduzca a contenido.

La prensa local alimenta sus propios demonios

Los mismos medios que dieron uso utilitario a los contenidos virales de politinfluencers como Nay Salvatori, o los mismos que le dieron foco y acompañamiento en sus campañas electorales, son los que hoy se rasgan las vestiduras, señalan a la diputada local de violentarles y acusan linchamiento mediático. En la prensa local la indignación siempre es pasajera y estacional, depende de los intereses y tiempos políticos.

“Los medios de Puebla no tienen calidad moral para juzgarme. Ellos me dieron visibilidad, ellos me hicieron viral cuando yo era locutora. Ahora les estorbo porque no les pago notas.”

Esta declaración —más allá del tono desafiante— evidencia algo profundo: Salvatori reconoce la dependencia mutua entre influencers y medios, pero también acusa a la prensa de actuar como negocio y no como contrapeso democrático.

La Red Puebla de Periodistas y CIMAC acusaron a Nay Salvatori de fomentar violencia digital contra la prensa tras publicar un video en TikTok donde desacreditó y lanzó acusaciones sin fundamento contra periodistas que la cuestionaron por otro contenido previo. En lugar de responder con argumentos, la diputada insinuó que los reporteros fueron enviados a provocarla, lo que desató agresiones en redes sociales por parte de sus seguidores. Las organizaciones advirtieron que este tipo de comportamiento pone en riesgo a la prensa y recordaron que, como figura pública, Salvatori debe asumir un mayor compromiso con la libertad de expresión y el respeto al escrutinio.

 

El fenómeno de influencers devenidos en políticos —como Nay Salvatori— no puede entenderse sin observar el rol que juegan los medios de comunicación, muchos de los cuales actúan como cómplices pasivos o activos al visibilizar, amplificar y, en muchos casos, legitimar las narrativas superficiales, virales o polémicas que estos personajes promueven.

Los medios, sobre todo en contextos de competencia feroz por clics y audiencias, tienden a privilegiar el contenido escandaloso, humorístico o emocionalmente cargado, por encima del análisis crítico o los temas de fondo

Esto convierte a muchos medios en altavoces involuntarios de una política del entretenimiento, en la que el poder no se discute, se consume.

Cuando los medios priorizan la viralidad sobre la veracidad, y cuando las figuras públicas entienden la política como una extensión del marketing de contenidos, se produce una degradación del espacio público, se desdibuja la frontera entre la opinión y la información, se debilita la función crítica de los medios como contrapoder y con ello se genera una ciudadanía más expuesta al ruido que al análisis.

Entonces asumamos nuestra responsabilidad todas y todos.

Hasta la próxima