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22 Junio 2025, Puebla, México.

Era hielo de otro whisky / Berenice Mastretta

Sociedad /Salud y enfermedad | Crónica | 16.MAY.2025

Era hielo de otro whisky / Berenice Mastretta

Fue ahí que mi amiga se dio cuenta porque ya no había forma de hacerse ciega y empezó el camino para sacarlo de su vida y sanar

¿Cuántas veces hemos dicho la famosa frase “amiga, date cuenta”? Pero ¿Cuándo estamos dentro de la vorágine hay forma de darnos cuenta?

Ella es una amiga excepcional, pero quitándole los ojos de amor y poniendo una mirada objetiva también es una mujer maravillosa por el recoveco que la mires. Evidentemente tiene defectos, de eso nadie nos hemos librado, pero sus virtudes los superan con creces. Tiene una risa contagiosa, una mirada bondadosa, la capacidad de escucha de una psicóloga, en sus abrazos te puedes depositar y carga tu humanidad por un momento, tiene una serenidad y templanza para ir cruzando los umbrales que le presenta la vida, un coeficiente intelectual privilegiado y un peculiar sentido del humor.

Cuando empezó a salir con él, como nos pasa a todas las amigas que nos estamos dando cuenta que tu amiga no se da cuenta, me parecía poca cosa y este pensamiento me generaba cierta culpa porque en realidad me gustaba verla feliz, pero no solo en las cosas superficiales era un don nadie con respecto a ella, había algo más allá que solo podemos explicar como algo místico, mágico, musical que me producía cierta incomodidad. Algunos dicen que eso es la intuición, y una que nació bruja ni cómo quitársela. Había algo que me parecía turbio debajo de esa sonrisa amable y la gentileza puesta sobre su gesto. Pasaron unos años en los que, supongo, aprendí a tolerarlo como se hace con la lactosa en una fiesta donde te dan codito con crema y se te inflama el vientre pero lo soportas.

En este mundo nuestro las benditas redes sociales a veces también son una maldición. Aunque creo que en esta historia fueron la salvación. En navidad, mi amiga recibió un mensaje de una mujer, pero en esta historia no es la bruja sino la heroína del cuento. Tuvo el valor de escribirle para preguntarle si estaba en una relación con el hielo en cuestión porque le había dicho que hace años que ya no estaban juntos y no solo eso sino que le contó una historia donde mi amiga era la peor bruja que pudiera existir y la nueva susodicha, como a veces suelen hacer las empáticas presa fácil de los narcisistas, cayó redondita para ser la salvadora del mayor mentiroso del mundo. Estaba cercano a casarse con mi amiga, pero también le había hecho la misma promesa a la otra mujer con la que llevaba menos tiempo. Le mandó fotos, pruebas y juntas empezaron a darse cuenta del engaño: era hielo de otro whisky. A saber cuál de los dos whiskies, pero no era ni de una ni de otra, ni de nadie.

Fue ahí que mi amiga se dio cuenta porque ya no había forma de hacerse ciega y empezó el camino para sacarlo de su vida y sanar. Admiro esa habilidad que tiene para poder seguir adelante domando un poco el dolor sin evitarlo, pero haciendo que pase suavemente como mantequilla tibia en pan y no como torbellino.

Me alegra que se fuera ese hielo porque una persona así no puede dar más que escalofríos, si ni con el más cálido latir logra derretirse.