La gente espera la medianoche para caminar por las calles del pueblo. Festejo, colorido, tradición y devoción a la Virgen de la Caridad. Todo se combina. En la más efímera de las artes colectivas, Huamantla estrena al anochecer su hermoso traje para la procesión de todos los años.
Horas antes las calles se van llenando de color, con los maravillosos tapetes de aserrín, elaborados por las familias organizadas calle tras calle. Qué colorido, qué perfección en su elaboración; pese a la lluvia ellos trabajan arduamente para que la Virgen visite sus barrios.
¿Qué sensación me deja esta visita? Admiración total por estos artistas urbanos que van formando capa por capa diseños hermosos, totalmente organizados y unidos para lograr este trabajo espectacular. Por medio de plantillas van haciendo alfómbras efímeras que le dan lucimiento al pueblo. La devoción es grande y todos que los tapetes desaparecen en cuanto pasa la Virgen, pero ellos no cejan en su empeño, entre ruegos, oraciones y música el sentimiento de unión prevalece.
Felicidades Huamantla por conservar esta tradición que aunque no tiene mucho tiempo se ha convertido en admiración de propios y extraños.
