Desafios y oportunidades para el bienestar social de los cholultecas
En México, las áreas naturales protegidas (ANP) son espacios territoriales en donde se tiene como objetivo la preservación de la biodiversidad y de otros servicios ambientales. Estos espacios pretenden conservar la biodiversidad, mantener los procesos ecológicos, preservar los ecosistemas, sus recursos naturales y culturales asociados para el bienestar social. El decreto de las ANP es la estrategia de conservación y preservación preferida de los conservacionistas y, por lo menos en el discurso, es importante para el gobierno federal y parcialmente para los gobiernos estatales, con menor relevancia para los gobiernos municipales. Esto último ha llevado a que sea común que se utilice el concepto y la figura jurídica de las ANP con fines de promocionar una imagen gubernamental interesada por la conservación, más que por un objetivo genuino de conservación de los ecosistemas y de sus servicios ambientales y recursos naturales. Situación que se acentúa en la interfase ciudad-comunidades rurales, en donde, se establecen áreas protegidas a imagen y semejanza de las ANP convencionales, dando lugar a lo que nosotros llamamos áreas naturales protegidas periurbanas. Un ANP convencional corresponde a la definición establecida en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (Diario Oficial de la Federación, 2012), que textualmente dice que son:
Las zonas del territorio nacional y aquellas sobre las que la nación ejerce su soberanía y jurisdicción, en donde los ambientes originales no han sido significativamente alterados por la actividad del ser humano, o que requieren ser preservadas y restauradas y están sujetas al régimen previsto en la presente ley
De acuerdo con la normatividad de México, se tienen áreas naturales protegidas convencionales, que pueden ser federales, estatales o municipales, o bien áreas destinadas voluntariamente para la conservación. En nuestro país se han decretado 182 ANP federales, en 2015 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad reportó 421 ANP estatales y solamente 44 municipales. Generalmente, parques y reservas estatales, así como las zonas de preservación ecológica, constituyen ecosistemas urbanos y periurbanos donde es frecuente la pérdida de componentes y del funcionamiento ecológico. Son ecosistemas parcialmente naturales y aunque aún conservan componentes originales de biodiversidad, o desempeñan un importante papel en la conservación de especies raras, tienen elementos parcialmente artificiales manejados por los seres humanos. A diferencia de las áreas naturales protegidas establecidas en espacios poco intervenidos por el hombre, cuya función se relaciona principalmente con la conservación de la biodiversidad y los servicios ambientales –como recarga hídrica y captura de carbono-, sin embargo, es importante mencionar que las ANP establecidas en áreas periurbanas son espacios vitales con funciones sociales, económicas y emocionales; específicamente suministran servicios ambientales para mejorar la calidad de vida de la población urbana. Desafortunadamente, no han sido reconocidas plenamente por las contribuciones que aportan a las ciudades, mientras que para el sistema de ANP federales se tiene una estructura administrativa consolidada mediante la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y, la administración de las ANP estales y municipales depende de las políticas de cada estado o municipio, con una administración estatal y municipal con limitación de recursos financieros y humanos, que no es prioritaria dentro de las políticas de los gobiernos locales, y que la información sobre su funcionamiento es escasa. Esto asociado a la falta de valoración, conocimiento y percepción institucional de la contribución de estos espacios para mejorar la calidad de vida de la población urbana, así como a la poca participación social y escasa concientización sobre la importancia de las ANP periurbanas, factores limitantes en su manejo como estrategia de conservación.
Un ANP periurbana es una conceptualización más de análisis territorial que legal. En México, como en la mayor parte del mundo, no existe una definición del término periurbano en la legislación. Se considera un ANP periurbana como una zona de transición –con un decreto gubernamental para su protección– donde interaccionan actividades rurales y urbanas, los “rasgos del paisaje están sujetos a una rápida modificación, inducida por las actividades del hombre”, y es parte de “la simbiosis entre el espacio natural y el espacio artificial, propio de la ciudad”. En estas áreas se presenta la pérdida o alteración del hábitat (degradación, fragmentación o pérdida completa) por factores biofísicos, sociales y económicos, tales como la expansión urbana y las actividades recreativas. Ellos disminuyen tanto la capacidad del ecosistema para mantener la biodiversidad y los procesos ecológicos, como su utilidad para el ser humano. La degradación resultante tiene efectos negativos irreversibles por la pérdida de la biodiversidad.
Por otra parte, investigaciones sobre los factores que afectan a las ANP se han orientado tradicionalmente a los ecosistemas naturales, hábitats alejados de los centros urbanos. El término área protegida urbana no es común para la mayoría de la población y es abordado principalmente en el medio académico. Los procesos de deterioro de los ecosistemas periurbanos protegidos son escasos o están poco documentados. El principal factor de deterioro documentado es la urbanización de las áreas rurales adyacentes a las ciudades, la cual introduce cambios en la función ecológica de las áreas protegidas, pérdida de su biodiversidad, cambio de uso de suelo, conflictos con la vida silvestre, introducción de especies invasivas, vandalismo y ruido, entre otros. Sin embargo, hay pocos estudios sobre la eficacia y el funcionamiento de las ANP periurbanas, lo que impide comparar el cambio en su condición ecológica antes y después de su establecimiento.
En México, los principales estudios sobre las ANP urbanas y periurbanas se concentran en la Ciudad de México. Acerca del Parque Nacional Desierto de los Leones se tienen estudios de vegetación, fauna, declinación forestal, acciones de restauración, conservación y manejo. Sobre el ANP Cañada de los Dínamos se tiene una evaluación y un estudio sobre ecoturismo y desarrollo sustentable. Para el área protegida Sierra de Guadalupe se tienen investigaciones sobre las causas de su deterioro, así como propuestas de conservación para el aprovechamiento de los servicios ambientales generados para los habitantes de la Ciudad de México. En Xalapa, Veracruz, se han estudiado diversas y posibles fuentes de servicios ambientales en áreas verdes.
El estado de Puebla actualmente tiene un total de 22 ANP ubicadas en la región Centro-Poniente del estado. Quince son de competencia federal y siete del gobierno del estado: Cerro Zapotecas, Parque Ecológico Flor del Bosque “General Lázaro Cárdenas”, Cerro Comalo, Cerro Amalucan, Cerro Mendocina, Cerro Tepeyac y Cerro Totolqueme, todas decretadas en abril de 1994 (Periódico Oficial del Estado de Puebla, 1994). La información que se tiene sobre las ANP periurbanas del estado de Puebla es muy limitada, a pesar de su importancia para el área metropolitana de esa entidad. En esta investigación se tuvo como objetivo principal identificar y analizar los factores que inciden en el deterioro de las siete áreas protegidas periurbanas del estado de Puebla.
