diciembre 30, 2025, Puebla, México

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Puebla, México, Chile… el futuro

Todo esto esconde una deficiencia tradicional, que se repite. Cierto, los ayuntamientos poblanos tienen muy bajo presupuesto, inferior al de la BUAP. Esto tiene por resultado que el gobierno estatal subsidie lo que los gobiernos capitalinos no pueden hacer. Esta es una deficiencia que se replica eternamente en Puebla desde tiempo inmemorial

Veinticinco de diciembre, ocho de la noche. Es la Navidad de este 2005. Circulo por la 24 Sur, estupendamente pavimentada. Desde la Avenida “Juan de Palafox” hasta el Bulevar Valsequillo, once kilómetros aproximadamente, hace tres semanas tapizada de miles de baches, hoy luce magnífica.

El gobierno del estado hizo lo que tenía que hacer. Antes, los ayuntamientos de Claudia Rivera y Eduardo Rivera, ambos de común apellido y caracterizados por la ineficiencia y el abuso, también comunes, dejaron las calles de Puebla en el abandono total.

O bien parcharon calles con calidad pésima y lucro desmedido. La gente intuye moches y comisiones y la consecuencia son vías llenas de agujeros y presupuestos volatilizados.

Todo esto esconde una deficiencia tradicional, que se repite. Cierto, los ayuntamientos poblanos tienen muy bajo presupuesto, inferior al de la BUAP. Esto tiene por resultado que el gobierno estatal subsidie lo que los gobiernos capitalinos no pueden hacer. Esta es una deficiencia que se replica eternamente en Puebla desde tiempo inmemorial.

Los ayuntamientos capitalinos, como el actual, hacen gastos superfluos en múltiples rubros y por esa vía se esconden ganancias bajo la mesa. Esto da lugar a la tutela, vigilancia, desconfianza y, finalmente, sustitución de funciones, y tiene que entrar por vía directa el gobierno estatal.

Esta dualidad de responsabilidades, recelo mutuo y suplantación, ha caracterizado la relación del ayuntamiento y gobierno estatal. Incluso se recuerdan hechos anecdóticos como la visita que sorpresivamente hizo el gobernador Mariano Piña Olaya a las oficinas del presidente municipal Guillermo Pacheco Pulido, y entre broma y broma abrió los cajones del escritorio del alcalde para revisar cómo iba el cobro en efectivo de los giros negros. El guardadito de Pacheco, peccata minuta de esa posterior descomunal fortuna.

Total que ineficiencias de esta naturaleza, domésticas si se quiere, si las proyectamos a escala nacional, nos llevan a revisar cómo marcha el gobierno morenista en el país, y nos encontramos con graves errores que el gobierno de Morena en el país no ha logrado superar.

Dicen, y dicen correctamente, que no es lo mismo tomar el palacio que ganar el poder. Gobernar es distinto que conquistar. El voto permite conquistar el poder, pero el arte de gobernar implica ofrecer buena vida, bienestar para la sociedad, administrar eficientemente, y eso no se está consiguiendo de modo satisfactorio.

El problema de la seguridad registra logros apreciables, pero los resultados aún están por debajo de las expectativas que despertó el nuevo gobierno.  Otro tanto se puede decir del sector salud y educativo, por citar dos que son ejes del bienestar social.

Pero los puntos más vulnerables tienen que ver con la ética, una de las banderas políticas de la anterior y actual administración federal. Persisten personajes, vicios, sospechas o evidencias de corrupción en cargos y obras, y eso es una notoria ineficiencia en el gobierno. Y todo, todo absolutamente suma. Suma y califica.

Bien por la calificación de la presidenta Claudia Sheinbaum en materia de popularidad, pero ello no implica una aprobación absoluta a su gobierno.

Otro flanco visible y con mala calificación es la calidad de los elementos que gobiernan. Su pasado, pobre, cuestionado, punible en algunos casos, inadmisible absolutamente en materia de honestidad por las fortunas y abusos que los caracterizan (Pedro Haces, el “líder obrero”, por ejemplo, o Adán Augusto López, o Ricardo Monreal y varios centenares más), son un lastre y mancha que pesa y pesará más en la futura elección.

Si Morena no corrige estos profundos baches en materia de gobierno, de administración, de gobiernos de calidad y eficiencia, de respuestas ejecutivas tajantes en el difícil arte de gobernar, tendrá que verse de modo inexorable en el espejo de lo que ha pasado recientemente en Chile y otros países sudamericanos.

La comparación no es del todo procedente, ya se sabe, y tiene una variedad de elementos que marcan diferencias y no se puede guardar una simetría en el juicio.

Para empezar el signo ideológico. El gobierno mexicano, aunque en el discurso pueda ubicarse en la izquierda en la geometría política, los hechos lo desmienten rotundamente. Una calificación corresponde a la Presidenta, pero eso no es señal uniforme en todo su gobierno. Los signos diarios y los resultados están lejos de esa reputación.

Ese es el enorme reto gubernamental.   ¿No le parece a usted?

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