diciembre 30, 2025, Puebla, México

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Me espanta la zozobra de la ciudad / Juan Carlos Canales

Diario de trabajo,, 26 de Dic., 26 de Dic., 20.30 Hs.

“Me espanta la ciudad” , y cada vez me espanta más, repito y hago mío ese verso de Martí de ‘Amor de ciudad grande’. Hacía mucho que no cruzaba de un lado a otro el periférico de Puebla, y me arrepiento de haberlo hecho. Se trata de algo más que la desazón que provoca su recorrido: el sentimiento de indefensión, de impotencia, ante una amenaza inminente. Ahora me explico por qué Puebla es una de las ciudades del país con más accidentes automovilísticos mortales. Pero nadie parece prestar atención al dato y mucho menos remediarlo; a nadie alarma que en menos de dos semanas hayan perdido la vida 4 personas en un radio aproximado de un kilómetro, como ocurrió en la zona de Angelópolis.
En el caso del Periférico, a su mala hechura , se suma la hiperconcentración vehicular, y, sobre todo, la imprudencia de los automovilistas. La solución no está, solo, en la estricta aplicación de la ley, que ya sería mucha ganancia aplicarla -desde los requisitos para obtener la licencia, hasta las multas y vigilancia policiaca – sino, fundamentalmente, en cambiar el modelo de ciudad que orienta tanto las acciones de gobierno como la de los ciudadanos : una ciudad pensada en función del automóvil; una ciudad que asocia el crecimiento – no importa qué tan desordenado sea- al progreso, “la CIUDAD IMPARABLE ” . Y si no hay soluciones de fondo se debe a que los intereses que están en juego son intocables; se debe, también, a que nadie- ni gobiernos, ni partidos, ni asociaciones civiles- ha empujado una nueva cultura urbana para cambiar nuestra relación con la ciudad, empezando por que cada quien la habita como si fuera suya.
La transformación que sufrió la ciudad no se debió solo al incremento demográfico de la década de los 80s del siglo pasado sino, fundamentalmente, a su radical cambio de destino. Puebla dejó de ser un espacio habitacional ligado a su tradición productiva, para convertirse en un espacio preferentemente comercial, coincidiendo con una singular concepción de la globalización. Lo anterior determinó, a su vez, que la urbe y sus zonas conurbadas fueran objeto de la especulación financiera y, hasta posiblemente, del lavado de dinero. Ello hizo posible otra deriva para la corrupción gubernamental y, para los intereses económicos privados, nuevas formas de concentración del capital, especialmente durante la gubernatura de Rafael Moreno Valle. De ahí, el notorio abandono generalizado de la ciudad, en contraste con la inversión en las zonas de interés del gran capital. Y, así también, que el comportamiento de alcaldes y gobernadores haya cambiado para convertirlos, exclusivamente, en agentes inmobiliarios y financieros.
Un tema que por el momento escapa a este texto, pero que tarde o temprano tendrá que abordarse, es el de la reconfiguración de la ciudad a partir de la abierta incidencia del crimen organizado en ella. Nadie puede dudar que hoy, Puebla, al igual que las mayores ciudades del país, es un botín en disputa entre varios grupos delincuenciales, y no sólo un pacifico albergue para maleantes y sus familias, como ingenuamente se llegó a creer.
¿Cómo se distribuirá la ciudad en función de esos grupos y que otros efectos estrictamente urbanísticos, políticos, sociales y ecológicos, traerá este nuevo régimen? Preguntas que tenemos que formular, sin cortapisas e intentar darles respuesta. Por el momento, tenemos que subrayar que el gobierno de Alejandro Armenta se encuentra inmerso en esta nueva problemática, sin que ello signifique que las otras formas de desarrollo urbano tengan que desaparecer. Todo lo contrario, es muy probable que las reglas del último ordenamiento se articulen a las anteriores y maximicen las ganancias de los grupos involucrados. Por el momento, tendríamos que preguntarnos si la introducción del cablebus, en la Angelópolis, resolverá en algo los problemas de movilidad de sus ciudadanos, y si su costo, de casi 7000 mil millones de pesos, se justifica. Juan Carlos Canales