Revista Sin Permiso. Mohammed Ombadi es profesor asistente de Ingeniería de Ciencias del Clima y del Espacio, Universidad de Michigan, EEUU.
Mohammed Ombadi
Hay una regla general que predice que la intensidad de las precipitaciones aumenta aproximadamente un 7 % por cada grado Celsius de aumento de la temperatura. Pero ese aumento es mucho mayor en las montañas, según los científicos.
Lluvias torrenciales han anegado de agua fangosa las calles de Libia, Grecia y España e inundaron partes de Hong Kong y la ciudad de Nueva York en septiembre de 2023. Miles de personas murieron en la ciudad de Derna, en Libia. Zagora, en Grecia, tuvo un récord de 762.00 milímetros de lluvia, el equivalente a un año y medio de lluvia cayendo en 24 horas.
Unas semanas antes, las lluvias monzónicas desencadenaron deslizamientos mortales e inundaciones en el Himalaya que mataron a docenas de personas en la India.
Después de las fuertes inundaciones en casi todos los continentes este año, incluidos los deslizamientos de tierra y las inundaciones en California a principios de 2023 y las devastadoras inundaciones en Vermont y Nueva York en julio, pareciera que las precipitaciones extremas se están volviendo más comunes.
¿Qué papel juega el calentamiento global en esto? Y lo que es más importante, ¿qué podemos hacer para adaptarnos a esta nueva realidad?
Como científico del clima con experiencia en ingeniería civil, estoy interesado en explorar los vínculos entre la ciencia del cambio climático y los eventos meteorológicos extremos, por un lado, y los impactos que esos eventos tienen en nuestra vida diaria, por el otro. Comprender las conexiones es crucial para desarrollar estrategias sólidas para adaptarse al cambio climático.
Una atmósfera más sedienta, precipitaciones más extremas
A medida que aumentan las temperaturas, la atmósfera más cálida puede contener más vapor de agua. La evaporación del agua de la tierra y los océanos también aumenta. Esa agua tiene que volver a la tierra y a los océanos.
Simplemente, a medida que la atmósfera absorbe más humedad, arroja más precipitaciones durante las tormentas. Los científicos esperan un aumento de alrededor del 7 % en la intensidad de las precipitaciones durante las tormentas extremas por cada 1 grado Celsius (1,8 grados Fahrenheit) de calentamiento.
Este aumento en la cantidad de humedad que el aire puede retener es lo que los científicos llaman la relación de Clausius Clapeyron. Pero otros factores, como los cambios en los patrones del viento, la dirección de las tormentas y lo saturado que esté el aire, también juegan un papel en la intensidad de las precipitaciones.
Líquido vs. congelado: la lluvia es lo más importante
Un factor que determina la gravedad de las inundaciones es si el agua cae como lluvia o nieve. La fluidez casi instantánea de la lluvia, a diferencia de la liberación más lenta de agua del derretimiento de la nieve, conduce a inundaciones más graves, deslizamientos de tierra y otros peligros, particularmente en las regiones montañosas y las áreas de aguas abajo, donde vive alrededor de una cuarta parte de la población mundial.
Se cree que la mayor proporción de lluvias extremas en lugar de nieve ha sido un contribuyente clave a las devastadoras inundaciones y deslizamientos de tierra en el Himalaya en agosto de 2023, aunque todavía se está investigando para confirmarlo. Además, un examen de 2019 de los patrones de inundación en 410 cuencas hidrográficas en el oeste de los EEUU encontró que los mayores picos de volúmen de aguas impulsados por las lluvias eran más de 2,5 veces mayores que los impulsados por el deshielo de la nieve.
En un estudio de 2023 en la revista Nature, mis colegas y yo demostramos que la intensidad de las precipitaciones extremas está aumentando a un ritmo más rápido de lo que sugeriría la relación de Clausius Clapeyron, hasta un 15% por 1 C (1,8 F) de calentamiento, en regiones de altas latitudes y montañas como el Himalaya, los Alpes y las Montañas Rocosas.
La razón de este aumento amplificado es que el aumento de las temperaturas está desplazando la precipitación hacia más lluvia y menos nieve en estas regiones. Una mayor proporción de esta precipitación extrema está cayendo como lluvia.
En nuestro estudio, analizamos las lluvias más fuertes en el hemisferio norte desde la década de 1950 y descubrimos que el aumento en la intensidad de las lluvias extremas variaba con la altitud. Las montañas en el oeste de Estados Unidos, partes de los Montes Apalaches, los Alpes en Europa y las montañas del Himalaya y Hindu Kush en Asia también mostraron fuertes efectos. Además, los modelos climáticos sugieren que es probable que la mayoría de estas regiones vean un aumento de siete a ocho veces en la ocurrencia de eventos de lluvias extremas a finales del siglo XXI.
En la imagen, edificios anegados tras las inundaciones repentinas provocadas por las intensas precipitaciones en la localidad de Rangpo, en el estado de Sikkim, India, el 6 de octubre de 2023. Foto tomada del portal de AP)
Las inundaciones no son solo un problema a corto plazo
Las muertes y los daños a los hogares y las ciudades captan la mayor parte de la atención después de las inundaciones, pero el aumento de las inundaciones también tiene efectos a largo plazo en el suministro de agua a los embalses, que son cruciales para las comunidades y la agricultura en muchas regiones.
Por ejemplo, en el oeste de los EEUU, los embalses a menudo se mantienen lo más cerca posible de la capacidad máxima durante el deshielo de primavera para proporcionar agua para los meses secos de verano. Las montañas actúan como embalses naturales, almacenando las nevadas de invierno y luego liberando la nieve derretida a un ritmo lento.
Sin embargo, nuestros hallazgos recientes sugieren que con el mundo cambiando rápidamente hacia un clima dominado por fuertes aguaceros de lluvia, no por nieve, los administradores de recursos hídricos tendrán que dejar cada vez más espacio en sus embalses para almacenar grandes cantidades de agua en previsión de desastres para minimizar el riesgo de inundaciones aguas abajo.
Preparándose para un futuro más duro
Los esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero han ido en aumento, pero la gente todavía tiene que prepararse para un clima más duro. Las tormentas destructivas que azotaron la región mediterránea en 2023 proporcionan un argumento convincente sobre la importancia de la adaptación. Muchos países rompieron récords de precipitaciones extremas que causaron grandes daños.
Un factor principal que contribuyó a la catástrofe en Libia fue el estallido de presas envejecidas que habían gestionado el vertido de agua desde zonas montañosas.
Esto subraya la importancia de actualizar los códigos de diseño para que la infraestructura y los edificios se construyan para sobrevivir a los futuros aguaceros e inundaciones, e invertir en nuevas soluciones de ingeniería para mejorar la resiliencia y proteger a las comunidades de las condiciones climáticas extremas. También puede significar no construir en regiones con altos riesgos futuros de inundaciones y deslizamientos de tierra.

