1 de junio
Como muchos de ustedes, hasta hace unos días le di muchas vueltas al dilema de votar o no votar; votar, me dije, significaría legitimar al régimen que, sin calificarlo de totalitario o dictatorial, sí me parece que avanza hacia un peligroso autoritarismo de la mano de deleznables figuras como Noroña o Monreal, por citar solo dos de las más visibles; no votar, dejaría el terreno abierto a las peores candidaturas, incluso, de la mano del crimen organizado o, también, señaladas por fraude, como Yasmín Esquivel.
Sin embargo, a última hora he decidido NO VOTAR, por varias razones:
1. Los resultados ya están cocinados
2. No hay la menor garantía de que mi voto sea respetado
3. El problema de la impartición de justicia no empieza en la superestructura de las instituciones encargadas de impartirla, sino en la base, y esta es intocada en la reforma
4. Por suerte tengo muy clara la diferencia entre democracia y democratismo; el “pueblo” o “la mayoría” no son garantes, por sí mismos, de racionalidad política alguna. Todo lo contrario. Y a estas alturas, voy más por la defensa del republicanismo que de la democracia
5. El “pueblo” es un categoría tan abstracta que se presta a cuanto uso se le quiera dar, y casi siempre funciona como coartada para la estigmatización de la disidencia
6. En el fondo, MORENA defiende una posición eminentemente cristiana y alejada del más elemental laicismo, al identificar pobreza y virtud
7. Por favor, todos aquellos que han hecho de la “izquierda” una empresa privada y un modo de vida , ahórrense cualquier comentario. JC
PD: si buscan chambelanes, corifeos o payasos, para “la fiesta democrática” del domingo, yo les doy el nombre de muchos que se prestarían a una mascarada así.