diciembre 4, 2025, Puebla, México

diciembre 4, 2025, Puebla, México

Las visitas del pasado: sobre la nostalgia / Daniela Michell Cortés Pérez

Algunas veces, los domingos no son los únicos días en los que la nostalgia habita el cuerpo; pareciera que el anhelo por lo que ya no existe no da tregua, persigue y alborota el deseo de volver al pasado.

Imagen de portadilla: Intervención artística de la artista visual centroamericana Analu (@nalumss).

 

Daniela Michell Cortés Pérez / Medium

La primera vez que se utilizó la palabra ‘nostalgia’ fue en 1688, en la tesis del estudiante suizo Johannes Hofer, para referirse a una enfermedad cuyos principales síntomas eran la confusión, depresión y alteraciones del ritmo cardiaco.

En un principio se creía que solo afectaba a los pobladores de los Alpes, pero más tarde se diagnosticó en otras partes de Europa, especialmente entre estudiantes, personal doméstico y soldados que deseaban volver a casa. Sin embargo, con el avance de los estudios médicos y psicológicos, la nostalgia dejó de tratarse como una enfermedad y pasó a entenderse como una emoción.

Aun así, la nostalgia seguía percibiéndose como algo negativo y quienes la experimentaban eran considerados débiles o personas que no eran capaces de afrontar la realidad. En la actualidad, su estudio ha contribuido a identificar aspectos positivos sobre ella.

El término ‘nostalgia’ proviene del griego nostein que significa “regreso” y algia, que significa “dolor”. Según el psicoanalista Cecilio Paniagua, se trata de un fenómeno psicológico universal que transporta al pasado y alimenta el deseo de quedarse ahí. La nostalgia conecta con experiencias vividas y añora lo conocido, lo seguro y lo que alguna vez resultó familiar.

De esta manera, la nostalgia permite identificar rápidamente aquello que alguna vez se amó o se disfrutó. En el proceso de pensar en el pasado, no solo sobresalen personas que fueron importantes, sino también lo que uno mismo fue en su compañía. Por lo tanto, esta emoción está estrechamente vinculada con la memoria, aquel espacio que conserva los recuerdos más valiosos.

La mayoría de las veces, la nostalgia suele asociarse con la tristeza, la felicidad o la melancolía, configurándose como una emoción agridulce. Incluso, puede entenderse como el no aceptar que ya no es posible volver a los momentos que se extrañan. Se percibe como una trampa o como un capricho de la mente.

Sin embargo, la profesora Ziyan Yang, del Instituto de Psicología de la Academia China de las Ciencias, identifica aspectos positivos de esta emoción. En primer lugar, señala que la nostalgia permite definir lo que se ha sido, le da sentido y valor a la existencia y es una evidencia de que en algún momento se perteneció a algo.

Además, sostiene que puede convertirse en una herramienta para afrontar épocas de vulnerabilidad, siendo sus principales aliadas la música y las películas, cuyos elementos facilitan emprender un viaje en el tiempo. De la misma manera, las fotos, poemas y lugares específicos pueden contribuir al desarrollo de la nostalgia.

Ahora estoy de regreso.
Llevé lo que la ola, para romperse, lleva
— sal, espuma y estruendo — ,
y toqué con mis manos una criatura viva;
el silencio.

Heme aquí suspirando
como el que ama y se acuerda y está lejos.

Rosario Castellanos

Por su parte, la psicóloga estadounidense Krystine Batcho explica que la mayoría de las personas sienten nostalgia por su infancia, recordando los juegos con sus amigos o con sus padres, lo que vivían en la casa de los abuelos o en su escuela. Básicamente, el ser humano experimenta el deseo de volver a aquel momento donde se le quiso simplemente por lo que era.

Asimismo, la nostalgia puede contribuir a sentir orgullo por el propio proyecto de vida, a sentir inspiración para continuar y a fortalecer la memoria autobiográfica, lo que la convierte en un sentimiento natural y parte esencial de la experiencia humana.

Zoom image will be displayed

Foto: Daniela Michell Cortés Pérez.

“Proteger, decorar y restaurar nuestras memorias forma parte de las estrategias que tenemos los seres humanos de componer nuestra propia biografía”.

Diego S. Garrocho

A pesar de ello, la nostalgia tiende a presentarse en periodos de soledad, desconexión o depresión. Uno de sus riesgos es que puede añorar lo que nunca fue y lo que siempre se deseó que fuera, alimentando ilusiones y esperanzas. Además, fomenta la distorsión del pasado, suprime el dolor que este causó y lo romantiza.

El exceso de nostalgia puede identificarse cuando se recuerda el pasado mejor de lo que realmente fue. Aunque se reconoce que en ciertos periodos esta emoción puede ser una aliada para superar temporadas difíciles — ofreciendo un escape temporal y recordando que las cosas pueden volver a mejorar —, el problema surge cuando se permanece en el pasado y se rechaza la posibilidad de que algo mejor vendrá.

La historiadora Agnes Arnold-Forster indica que, aunque la nostalgia es una manera de conectar con uno mismo y de crear un sentido de unión con los demás, es importante ser cuidadosos y adoptar un grado de nostalgia pertinente, ya que nos debe reconfortar y provocar un poco de tristeza, pero nunca convertirse en un obstáculo que elimine la fe por el futuro.

Ante ello, es importante reconfigurar la memoria, es decir, aceptar que no todo lo vivido fue maravilloso, pero sin que ello implique menospreciarlo o negarlo. Evitar idealizar el pasado permite tener una mayor conciencia y, a la vez, entusiasmarse por el futuro. Igualmente, el autor Clay Routledge destaca que la nostalgia también es una prueba del esfuerzo y la capacidad de cada persona, al mostrar todo lo que tuvo que recorrer para llegar a la actualidad.

Zoom image will be displayed

Foto: Daniela Michell Cortés Pérez.

En entrevista, la psicóloga y maestrante en Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), Carolina Brizuela, menciona que esta emoción puede influir positivamente en la salud mental, siempre y cuando exista el espacio para sentirla, validarla y gestionarla de manera adecuada.

En un comienzo, puede funcionar como una herramienta para reconectar con momentos significativos y ser un consuelo en tiempos de cambio o pérdida. Pero cuando se reprime o cuando se experimenta continuamente sin contar con recursos para procesarla, puede crear pensamientos disfuncionales sobre el presente y potencializar estados emocionales como la tristeza profunda o el aislamiento.

Por otro lado, indica que la nostalgia suele experimentarse de forma más puntual durante etapas de transición, momentos de vulnerabilidad emocional o cambios importantes, como lo pueden ser mudanzas, cambios de país, rupturas amorosas, la maternidad/paternidad, pérdidas o incluso logros que marcan el cierre de una etapa.

Aun así, Brizuela le da un toque humano a esta emoción y menciona que es natural mirar hacia atrás y sentir cierta melancolía por todo aquello que ya no forma parte de nuestra realidad, reconociendo que la nostalgia da continuidad a la historia personal y permite entender mejor los deseos, límites y necesidades actuales.

“La nostalgia no es solo mirar atrás, sino también una vía para resignificar nuestro presente y proyectar nuestro futuro con más claridad y sentido”.

Carolina Brizuela

Zoom image will be displayed

Foto: Daniela Michell Cortés Pérez.

Al final, la nostalgia ayuda a redirigir el rumbo de la vida al identificar aquellos elementos que provocan el anhelo por el pasado o la percepción de que “todo era mejor antes”, como haber pasado más tiempo con amistades, con la familia o haber realizado actividades valiosas.

De este modo, se abre la posibilidad de incorporar en el presente dichos aspectos que en el pasado fueron experiencias importantes. Tal vez el secreto está en recordar el gozo que esos momentos generaron, pero sin olvidar que ya pertenecen al pasado, y confiar que, por la misma naturaleza de la vida, aún es posible vivir experiencias similares o incluso mejores.

Conoce más historias como esta suscribiéndote a nuestro perfil en Medium. No olvides estar al pendiente de toda la actividad universitaria en nuestras cuentas de FacebookX e Instagram, así como en nuestro sitio web.

Universidad Iberoamericana Puebla

Reportaje: Daniela Michell Cortés Pérez