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24 Abril 2024, Puebla, México.

El interminable presente / Mary González de Cossío, diseñadora gráfica y académica

COVID 19 en 2022 | Crónica | 24.FEB.2021

El interminable presente / Mary González de Cossío, diseñadora gráfica y académica

Me siento atrapada en un presente que no fluye, que no cambia

Voces en los días del coronavirus

Durante mucho tiempo, y hasta vivir estos largos meses, había pensado que sólo existía el pasado y el futuro. El presente es tan inmediato que pasa a ser tiempo pasado en un instante. Pensaba que estábamos viviendo un presente fugaz que pasa a ser tiempo ya vivido en menos de segundos. Muchas veces mientras vivimos el presente, ya estamos pensando en qué sigue, en el futuro, en lo próximo. Estamos desayunando y ya pensamos qué prepararemos para la comida; estamos terminando un proyecto y estamos planeando cuál será el siguiente. Sin embargo, durante estos meses de pandemia, creo que he cambiado de manera de pensar; he sentido que el presente se ha prolongado interminablemente; cada día me levanto con el mismo ritmo, con la misma cadencia, con el mismo horario y con el mismo programa. A lo largo del día se suceden las mismas actividades y situaciones, día tras día y en el mismo espacio. Me siento atrapada en un presente que no fluye, que no cambia. La monotonía del día tras día pareciera que no se acaba. Aquel presente que se transformaba en pasado inmediato, ya no lo percibo. Las fechas perdieron su valor, los días de la semana no importan, el fin de semana no se espera con la emoción de antes.

 

Y en medio de este prolongado presente, estamos inmersos en un torbellino que no nos deja respirar. En la aparente quietud e inactividad individual, en la que estamos tratando de adaptarnos a este nuevo modo de vida, nuestro país está cayéndose en pedazos. Disculpen ustedes si en las siguientes líneas escribo de forma “socialmente incorrecta”. ¿A qué me refiero? Hablar de los problemas del país parece ser mal visto, pareciera que se perturba la paz de las reuniones sociales y oscurecemos cualquier momento de convivencia. Mejor callamos. Mejor simulamos que no pasa nada. No queremos amargarle la vida a nadie. Silencio. Sin embargo, quiero expresar en este espacio esta preocupación “socialmente incorrecta”.

 

Voces en  los días del coronavirus 2020 / Sociedad civil para cerrarle el paso a la pandemia/María Gónzález de Cosío, diseñadora y académica

Sociedad civil para cerrarle el paso a la pandemia/María Gónzález de Cosío, diseñadora y académica

Hace casi un año, cuando Sergio Mastretta nos pidió un texto sobre el tiempo que estamos viviendo, recuerdo haber escrito cuán enojada estaba contra el gobierno por la falta de preparación ante una pandemia que se veía venir con toda su fuerza y su destrucción; el coronavirus aún no había llegado a México. Estaba impresionada de que el gobierno sí sabía que habría más de 120 mil muertos, y así se preparaba comprando bolsas para aislar a las personas fallecidas. Increíble, ¿verdad? Al paso de estos meses, no creo haber superado ese estado de ánimo, desaprobación, y ahora, dolor. El sufrimiento de tanta gente, enfermos y sus familias, no pareciera conmover ni al subsecretario López Gatell y menos al presidente, ni al grupo gobernante cuyo principal interés es la elección de junio. No me cabe en la cabeza, y menos en el corazón, saber que ya no hay espacio en los cementerios, que la gente busca desesperada los tanques de oxígeno para que sus familiares puedan respirar y evitar la asfixia, que las camas de hospital están fuera del alcance de tanta gente. Y ahora, la vacuna. Ni hablar del manejo turbio, preferencial, despiadado del manejo de la vacuna. Hay muchas interrogantes desde la compra y los contratos hasta la aplicación. Es increíble el desprecio a la gente, al pueblo por parte del presidente. Es increíble su falta de sensibilidad, de humanismo, de decencia. Sus colaboradores no han tenido el valor de hacer lo indicado, de proponer un plan basado en la observación, en los datos objetivos, en la situación real de cada uno de los rincones del país. ¿Qué estos colaboradores están cegados por sus ambiciones, o tienen temor a repercusiones?, ¿por qué no hacer un trabajo transparente, ético, equitativo, inteligente, responsable? ¿Realmente es prioritario vacunar a la gente de la tercera edad que se encuentra alejada de las ciudades, sin peligro alguno? ¿Están en igual riesgo que todas aquellas personas que tienen que viajar diariamente en el metro de la Ciudad de México para trabajar y poder llevar comida a su mesa? ¿Era difícil observar los videos de la cantidad de gente en el transporte público y pensar en ellos como grupo que debía recibir la vacuna rápidamente? ¿Podríamos pensar que los altos funcionarios estarían estudiando estrategias, comparar acciones de otros países para definir lo mejor para México? Parece que sería exigirles mucho. No confundamos la alegría de algunos de haber recibido la vacuna. Es la obligación del gobierno de proveer salud, lo cual no ha hecho hasta ahora.

 

Biden, Merckel, Ardern, Tsai-Ing-wen y otros líderes nos han mostrando el genuino interés del servicio de un presidente con su pueblo gobernado. La forma como se han responsabilizado de proveer una estrategia de salud a los ciudadanos, de promover un país en paz y armonía, de rescatar a los más pobres a través de los apoyos a los más vulnerables y a las empresas ,desde las más pequeñas como serían las misceláneas, hasta las más grandes que dan trabajo a mucha gente. Necesitamos una visión de servicio, de verdadero amor al pueblo, de responder a las necesidades urgentes del país. Al paso que vamos, López Obrador gobernará un pueblo enfermo, atrapado en el doloroso presente, a un pueblo cansado o muerto. Ya son más de 450,00 personas que no están con nosotros y sabemos que muchas muertes pudieron evitarse.