SUSCRIBETE

19 Abril 2024, Puebla, México.

Los estragos de la pandemia son un infierno... ¡Sigue adelante! / Miriam Castañeda Ávila, periodista

COVID 19 en 2022 | Crónica | 6.MAR.2021

Los estragos de la pandemia son un infierno... ¡Sigue adelante! / Miriam Castañeda Ávila, periodista

Voces en los días del coronavirus

 

La voluntad de creer en las redes sociales antes que en el hecho científico.

Transitar por el año 2020, fue una experiencia dura para mí en lo personal, y sé de cierto que para todos los habitantes del mundo. Fue un año de retos extraordinarios. Un año en el que fueron puestos a prueba valores humanísticos como la fe, el amor filial, la entereza, el coraje; la necesidad y el deseo de entender qué estaba pasando en el mundo e informarnos acerca de ello y también desinformándonos; la paciencia, la solidaridad también, y la resiliencia; además de la aceptación de esas pequeñas o grandes pruebas que la vida nos puso por delante, y por medio de una Pandemia mundial: el Virus Covid-19.

Las personas nos vimos en la necesidad de resguardarnos en casa para no contagiarnos de ese virus que está en el aire, que sigue por aquí y que está mutando de manera alarmante. Muchos comenzaron a vivir en un ostracismo total, otros como en mi caso, un ostracismo parcial. Tres días completos en el trabajo siguiendo y, exagerando, los protocolos de seguridad. El resto de la semana, lo paso, salvo ir a visitar a mis nietas, en casa.

El presente año, 2021, no va a ser la excepción. Muchas personas no respondieron, y siguen sin responder, de la manera adecuada para seguir los protocolos de seguridad y evitar contagiarse aduciendo frases cargadas de ignorancia tales como “el virus no existe”, “es manipulación mediática y política”, “nos quieren mantener encerrados mientras los gobiernos hacen de las suyas”, “es sólo una fiesta con mis cuates”, etc. Y eso podría ser cierto en parte. Pero algo que no podemos negar es que el virus existe, y quedarse en casa es una responsabilidad social.

Hay quienes sabiendo que son portadores siguen saliendo a la calle porque no presentan síntomas. Otros, que ya lo tuvieron y se recuperaron, siguen saliendo sin protegerse porque creen que ya son inmunes, pero no es así. Y si lo queremos ver de otra manera, sólo pensar en que, si te contagias, y sigues afuera contagiando a otros, estás cometiendo un crimen.

Casi todas las familias han experimentado la gravedad del Covid-19. Algunos de mis familiares se han contagiado y han vivido para contarlo; otros han perdido a uno o varios miembros de su familia debido al virus. Varios amigos muy cercanos y queridos han muerto por la pandemia.

¿Por qué entonces no seguir los protocolos de seguridad? Olvidémonos del problema significativo de que algunos mandatarios de muchos países ignoraron las advertencias de sus asesores de Salud y pospusieron, negligentemente, informar y prevenir a sus gobernados acerca de esta pandemia. Por otro lado, cuando fuimos informados, los gobiernos no sabían la magnitud de a lo que se estaban enfrentando, y el desconocimiento y la falta de preparación, provocaron que lo que pudo ser sólo una epidemia, rápidamente se convirtiera en pandemia y que la gente comenzara a morir a una rapidez dolorosamente alarmante.

Millones de personas no acataron los protocolos de seguridad y siguieron reuniéndose, saliendo a restaurantes, conciertos, y a los estadios, etcétera y el virus siguió propagándose.

Personalmente, esto ha impactado mi vida. El año pasado en abril me vi en la necesidad de posponer un viaje a México para visitar a mi madre que estaba enferma, y por otros motivos, porque nos dijeron: “quédate en casa”. En mayo mi madre murió y al saber la noticia, se nubló mi entendimiento y busqué desesperadamente un vuelo para ir a despedirla a pesar de las restricciones de no viajar. Pero ¡no había vuelos! Todos estaban cancelados aquí y en la frontera. No había manera de salir del país. Fue desgarrador estar tan lejos en ese evento tan doloroso e importante para mí, como era ir a despedirme de mi madre, abrazar a mis hermanos, llorar su partida y celebrar su vida.

Esta pandemia nos ha dejado muchas pérdidas, mucho dolor y muchas malas experiencias. Malas y tristes es cierto, pero enriquecedoras también. En lo personal he aprendido que debo mantener mi fe y la esperanza de sobrevivir a este virus que me ha mantenido a la expectativa y a la deriva, haciendo todo lo posible por mantenerme sana. Y bueno, sana es un decir. Si tomamos en cuenta que soy una persona en recuperación de cáncer, que oscilo entre la línea fronteriza de la diabetes, tengo asma, un problema crónico que se pasea entre el Hiper y el Hipotiroidismo, y algunas otras banalidades de salud, pues he corrido con suerte, y he confirmado que tengo el favor de aquél que es, Omnipotente. Aprendí a agradecer cada día por abrir mis ojos; por los elementos naturales; por las cosas buenas que me pasan, y por tener un trabajo que me permite mantener una economía estable. Pero, sobre todo, algo que agradezco mucho a la vida y a Dios es que, a pesar de que familiares cercanos se han contagiado del Virus, todos han sobrevivido. Y de que mi madre, quien murió de un infarto, graciosamente no sufrió el vivir su propia decrepitud, ni la experiencia de contagiarse del virus, y más aún, de ser testigo de los estragos y la cantidad enorme de personas que han muerto a causa de esta pandemia.

Sin embargo, y desafortunadamente, el presente año no está siendo fácil para muchos. Millones de personas en el mundo siguen contagiándose y muriendo por el virus. Peor aún, es que el Virus ha mutado y es aún más agresivo y letal.

 

¿La luz al final del túnel?

Por suerte, las vacunas que contrarrestarán la Pandemia del Covid-19 están ya disponibles. Toca ahora tener mucha paciencia y confianza de que no nos contagiaremos mientras esperamos a ser vacunados.

Tocará también, lidiar con la posible corrupción que muchas voces rumoran pueda darse durante la distribución de la vacuna. Ciertamente, el Sector Salud de todos los países se enfrenta a un gran reto con sus propias campañas de vacunación.

Un problema es la lentitud con la que avanzan dichas campañas. Y es que no debe ser fácil organizar y vacunar a tantos millones de personas y lidiar sobre todo, con la desesperación de muchos que queremos ser vacunados; y por otro lado, la desinformación y la ignorancia de millones que no quieren  recibir la vacuna por falsas creencias y rumores que las redes sociales propagan cada día: que si todo es lento, que si hay mucha corrupción en torno a la compra, y distribución de las vacunas; que si hay favoritismo, cohecho; que si las vacunas han sido alteradas y “sólo Dios sabe si no nos están inyectando agua”; que si en la vacuna nos quieren introducir en el cuerpo un microchip para tenernos vigilados”; que si las están vendiendo, etcétera. Pretextos hay muchos para no cumplir con algo que debe ser obligatorio y es, recibir la vacuna.

La memoria histórica de la humanidad nos dice que ha habido muchas epidemias y pandemias en el mundo y que, en su momento, fueron desarrolladas vacunas para prevenir las enfermedades con resultados positivos para la gente. Entonces, ¿por qué tantas reacciones adversas de las personas para recibir la vacuna?

Voces en los días del coronavirus / Los ojos bellos de mi chiquita/Miriam Castañeda Ávila, mexicana, residente en Los Ángeles, California

Los ojos bellos de mi chiquita/Miriam Castañeda Ávila, mexicana, residente en Los Ángeles, California

Cuando era muy pequeña, me tocó ser vacunada contra la Viruela y el Sarampión y mis hermanos, y los compañeritos de la escuela, todos, recibimos las vacunas. Esas dos pandemias han estado presentes desde hace muchísimos años, y son, además de la Pandemia de la Peste Bubónica, las que más muertes han causado a nivel global.

Cuando fue necesario vacunarnos, no recuerdo que mis papás hayan objetado, o discutido si era bueno o no ser vacunados, ¡nos vacunaron y ya!, sin preguntas. Claro que seguramente lo discutieron entre sí, con la familia, amigos y vecinos, pero en ese entonces las cosas eran y se hacían. Y creo yo que, en la mente de nuestros padres, privó la idea de ¡proteger a sus hijos como fuera! Eso, si, el Colegio en el que yo estudiaba, se convirtió por unas horas en un caos porque todas las niñas llorábamos a gritos y las Monjas se tuvieron que armar de paciencia para lidiar con las alumnas y sus crisis nerviosas.

¿Cuál fue el resultado de la vacunación? Pues que muchos niños, niñas, adultos ya, estamos hoy aquí, contando la historia. Muchos niños, niñas y adultos de los que recibimos las vacunas, no se contagiaron, Otros, como yo, con un sistema inmunológico débil si nos contagiamos. En mi caso, contraje la Viruela, pero en mínimo grado y sobreviví a ello. Otros que se contagiaron por no ser vacunados, o inclusive antes de que las vacunas fueran desarrolladas, murieron en situaciones poco agradables.

La Viruela me dejó cinco marcas, y las presumo como mis primeras heridas de guerra. Y así lo siento, cada cicatriz que tengo en mi cuerpo, por la causa que sea, es una herida de guerra, de una guerra que le he ido ganando a la vida.

Lo que está pasando actualmente es que mucha gente ha muerto por que las vacunas, aún en fase experimental, no podían ser usadas a nivel masivo, pero luego, y por causa de la desinformación, mucha gente que ha desarrollado un miedo absurdo a vacunarse está en riesgo de seguir muriendo. ¿Podríamos hablar aquí del libre albedrío y de que “yo con mi cuerpo hago lo que quiero”?

 

Rumores

Es importante creo yo, y a propósito del “microchip” al que muchos le tienen miedo, mencionar lo siguiente. En Estados Unidos y otros países la competencia en el desarrollo de tecnología de espionaje no se ha detenido, ni siquiera ralentizado. Más aún, después del 11 de septiembre del año 2001, fecha en que fueron derribadas las Torres Gemelas en Nueva York, no sólo este país, pero otros, tienen un absoluto control de todo lo que los ciudadanos comunes y corrientes hacemos en él cotidiano.

Esta es una anécdota personal: Hace algunos años, mi hermana y yo cruzábamos la frontera los miércoles por la tarde. Veníamos a San Diego a trabajar (haciendo tratamientos SPA, como Faciales y Masajes deportivo y holístico, y también limpiando casas), sin permiso de trabajo obviamente, pero con Visa. En la primera revisión: ¿a dónde vas?, de compras. ¿Qué llevas? Nada. ¡Y traíamos todo el equipo para trabajar! Pero en la segunda revisión, había siempre un Oficial de Migración, ya muy adulto, pero buena gente que nos preguntaba: ¿a dónde van señoritas? A San Diego de compras Oficial. Y él siempre nos prevenía, “cuídense y no trabajen mucho”. Una cosa es cierta, cuando en los puntos de revisión pasan tu visa por la máquina, ellos saben quién eres, a donde vas, y qué haces, pero nos dejaban pasar porque también ellos saben cuándo una persona no representa ninguna amenaza para el país.

Aquí algunos ejemplos mediante los cuales los gobiernos espían a cada uno de los individuos que habitamos el planeta. Los teléfonos celulares (el mundo al alcance de tu mano), son uno.  Hoy en día, casi todas las personas en el mundo, tenemos acceso a un “celular” así vivamos en los poblados más remotos del planeta. Los celulares tienen un registro de absolutamente toda la información personal del dueño y de lo que hacemos, con una cronología exacta). Dentro de las casas, muchas familias tienen a una Alexa o a un Google (y lo prometo, esos aparatos ¡lo escuchan todo, y lo saben todo!).

Es interesante y cómico por no decir terrible, que esos aparatos que aparentemente son para escuchar música y a los que puedes comandar diciendo: “Alexa o Google, toca cierta canción”, son aparatos espías dentro de tu casa. Porque obedecen comandos, porque están conectados a tu nube y puedes sincronizar cámaras afuera de tu casa, pedirle al aparato que encienda las luces, en fin, que podemos programarlos para hacernos la vida “más fácil” o “más miserable” según sea el caso. ¡Y te responden! Como si fuera otro ser humano interactuando contigo.  A manera de ejemplo, una noche estábamos cuatro personas sentadas a la mesa, yo trataba de que Alexa tocara Jazz, pero Alexa sólo encendía su luz y la apagaba. Le pedí cinco veces sin resultado. Entonces dije: pin…Alexa y el aparato dijo; “lo siento, pero no entiendo”. Luego dije: Alexa, ¿estás ahí?, y respondió, “si, aquí estoy”. Le pregunté, ¿entonces por qué no tocas la música que te pedí? “No encuentro lo que quieres respondió”. Cabe decir que los presente rompimos a carcajadas, pero, el darnos cuenta de que todo lo que hablas en casa, lo está escuchando quién sabe quién, y quien sabe dónde, es algo terrible y ¡está sucediendo en tiempo real!

 

¿Priorizando la ignorancia?

O sea que, si estamos pensando que al ser vacunados nos van a introducir un chip para tenernos vigilados, ¡sorpresa! ¡Ellos lo saben todo de nosotros! Pero si quieren, podemos también hablar de este nuevo satélite que puede ver en el interior de las casas. Ahí sí que perdimos la privacidad por completo. Ellos saben la marca de pasta dental y de ropa interior que traemos puesta. Esto puede sonar muy surrealista, pero, de hecho, así es.

Sigo creyendo que la desinformación y la ignorancia siguen manipulando a un gran sector de la población. Desde mi perspectiva, es muy importante que, como individuos, nos informemos y que prestemos más atención a las publicaciones científicas. Que escuchemos y veamos noticieros avalados por la trayectoria profesional y veraz de sus escritores y analistas. Es importante que no nos dejemos manipular por la prensa amarillista y por la enajenación que están causando las redes sociales. Hoy en día la gente cree más en lo que ven publicado en el CARALIBRO y otras plataformas de libre expresión de las ideas en lugar de ver noticieros y leer periódicos. Paremos ya de hacer, de los rumores, una tendencia.

Una frase de Churchill que me parece adecuada a lo que el mundo está viviendo es la siguiente, “Si estás pasando por el infierno, sigue adelante”.

Los estragos que esta Pandemia está causando son eso, un infierno. Las personas estamos cansadas, frustradas, enojadas, deprimidas por estar en casa, y si, es triste ver que los comercios están cerrados, las escuelas, los parques, las bibliotecas, ¡todo! Pasar la mayor parte del año en el encierro es algo que está más allá de lo que muchos nos hubiéramos imaginado. El Covid-19 cambió nuestro mundo personal, familiar y social, globalmente. Pero es muy importante que sigamos teniendo paciencia para trascender la Pandemia de la forma más segura y rápida posible. Si nos mantenemos fuertes, y no bajamos la guardia, las cosas van a mejorar muy pronto. Los invito a seguir cuidándonos, respetar la distancia social. Los invito también a que sigamos siendo estoicos y resilientes, ¡todo ello rendirá sus frutos!