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20 Abril 2024, Puebla, México.

Crónicas de Guerra 3. Las batallas de San Pablo del Monte y San Lorenzo Almecatla

Cultura | Crónica | 8.MAY.2021

Crónicas de Guerra 3. Las batallas de San Pablo del Monte y San Lorenzo Almecatla

Hubo otra batalla entre franceses y mexicanos un 5 de mayo, pero esta vez fue en 1863 cuando la ciudad de Puebla se encontraba sitiada por el ejército galo al mando del Mariscal Frederic Forey. Esta batalla casi nadie la recuerda, ocurrió en San Pablo del Monte. El 6º escuadrón del 1er regimiento de Cazadores de África al mando de Oswald Bénigne de Montarby logra que más de mil mexicanos se retiren al ser derrotados en este poblado. Los mexicanos en fuga, tras ser despojados de un estandarte abandonan a los prisioneros. Este triunfo militar fue tan importante para el alto mando francés que no dudó en condecorar al regimiento con la Legión de honor, hecho único en ese entonces para un regimiento de caballería.

Antecedentes

Las Batallas de San Pablo del Monte y de San Lorenzo Almecatla se dan a los pocos días de que el ejército francés recibiera dos importantes derrotas, una en el convento de Santa Inés en el centro de la ciudad de Puebla y la otra en el Camarón, cerca de Córdoba, Veracruz. Al interior de la ciudad sitiada los muertos de ambos bandos cuyos cadáveres estaban diseminados en las calles se deshacían por la acción del agua, del sol y de los depredadores callejeros; el hedor era insoportable y el fantasma de la peste parecía asomarse en cada esquina. Los ejércitos beligerantes acordaron hacer una tregua de 3 horas el día 28 de abril para recoger cada quién a sus muertos y darles sepultura o incinerarlos. Algunos restos humanos tuvieron que ser recogidos con pala.

 El general Ignacio Comonfort pretendía romper el sitio, intentaba introducir víveres y municiones para el Ejército de Oriente, pero los franceses no estaban dispuestos a sufrir otra humillación. La historia de esas batallas se escribió así:

Batalla de San Pablo del Monte

Los espías de los franceses informaron al Mariscal Forey que Benito Juárez había visitado al general Ignacio Comonfort en su campamento y había dado la orden de esforzarse al máximo para hacer llegar a los sitiados un enorme convoy de víveres y municiones. Los movimientos de tropas que realizaba el Ejército del Centro confirmaban la sospecha. El 4 de mayo los franceses planearon, por un lado, atacar a Comonfort para evitar la entrada del convoy a Puebla, y por otra, asestar a este ejército un duro golpe de tal manera que ya no tuviera la posibilidad de auxiliar a las tropas de González Ortega. Los franceses tenían que “lavar su honor” y demostrar, de una vez por todas, su superioridad militar.

A las primeras horas del 5 de mayo, los vigías galos reportan un acercamiento de fuerzas mexicanas, avanzan a lo largo de una línea al norte de la ciudad de Puebla, desde Santo Domingo hasta la Resurrección, calculan que son un millar de jinetes apoyados por infantería y artillería, los jinetes van rodeando la ciudad y toman el rumbo de San Pablo del Monte.

 El general L’Héritier, encargado de la defensa de ese sector del sitio, envía un escuadrón de Cazadores de África para atacar al enemigo que se aproxima, ese escuadrón está bajo las órdenes del comandante Aymard Foucaud.

 

El escuadrón francés intercepta a la caballería mexicana en las inmediaciones de San Pablo del Monte y se produce el combate, los Cazadores de África se imponen y fuerzan al enemigo a replegarse hacia la hacienda de Acopilco.

Un jinete mexicano atraviesa con su lanza al comandante Foucaud cuando encabezaba la carga de su caballería, pero el capitán de Montarby de inmediato reagrupa a su escuadrón y carga varias veces sobre la caballería mexicana. La llegada de algunas compañías del 99° de línea francés y de una sección de su artillería de montaña hace que los mexicanos decidan no enfrentar más al ejército galo y emprenden la retirada. Un soldado francés arrebata al jinete abanderado el estandarte finamente bordado del 1er regimiento de caballería de Durango y se lo lleva como trofeo.

 Entre los mexicanos son veinte los muertos, hay veinte prisioneros y un estandarte perdido; en las tropas francesas, hay cuatro muertos, un oficial y tres hombres más, además, hay dos oficiales y diez hombres heridos.

 

Preparando el golpe a Comonfort

Mientras se desarrolla el combate en San Pablo del Monte, varias columnas republicanas atacan dos puestos franceses, el de San José y el de Dolores sin obtener resultado alguno. La mala experiencia de este combate prueba a Comonfort que los franceses están en guardia y renuncia a intentar pasar el convoy por ese lugar, entonces busca un paso siguiendo los bordes del río Atoyac, explora la posibilidad entre las lomas de San Lorenzo y el cerro de la Cruz (cerro Teteptzi), este punto esta tan solo a una legua (4.8 km) del fuerte de Santa Anita (el Demócrata), es uno de los puntos fortificados por González Ortega para defender la ciudad. El plan de Comonfort consiste en cruzar el río y apoderarse del cerro de la Cruz, planea combatir con su artillería los pequeños puestos franceses que sus espías han ubicado, pensaba que por ese lugar era posible proteger y pasar los carros de su convoy. Prepara el cruce; coloca la derecha de su ejército en el cerro de San Lorenzo, el centro en la hacienda de Panzacola y su izquierda sobre los cerros de Tenexaque.

El 6 de mayo Comonfort insiste, sus tropas atacan los puestos del general Márquez a quien le habían encomendado cuidar el paso del Atoyac y el del cerro de la Cruz, una columna francesa refuerza a Márquez y de inmediato Comonfort se ve obligado retroceder. A pesar de lo sucedido en San Pablo del Monte y del fracaso frente a Márquez, el General Comonfort no se desanima; los espías de Forey le informan que el general mexicano está concentrando sus fuerzas cerca del pueblo de San Lorenzo y está haciendo trabajos de fortificación. Es entonces cuando el general francés decide atacar y desalojar al Ejército del Centro de esas posiciones para él incómodas. 

 

El ataque a San Lorenzo

A la una de la mañana de la noche del 7 al 8 de mayo, el general Bazaine parte del Puente de México con cuatro batallones, tres escuadrones franceses, un escuadrón conservador mexicano, la batería de guardia, la sección de artillería de montaña de marinos y un destacamento de ingenieros. Van rumbo a México y, pasando Cuautlancingo siguen a campo traviesa para evitar los puestos enemigos. Es una delicada operación que se completa con éxito, la columna avanza en el más completo silencio y se aproxima a San Lorenzo. De pronto, la guardia mexicana colocada a la derecha de la dirección que siguen los franceses, detecta su movimiento. El general Forey se va a la cabeza de la columna; astutamente, gracias a la oscuridad logra engañar a los jinetes mexicanos cuando preguntan un “quién vive” y responde en perfecto español; los franceses continúan ganando terreno; hay una barranca que les corta la marcha, entran en operación los ingenieros que en cuestión de minutos colocan rampas y la artillería atraviesa. A las cuatro y media de la mañana los exploradores franceses se detienen debido a un puesto de avanzada del enemigo.

 

       Amanece, ya es imposible disimular por más tiempo la operación, el general Bazaine determina eliminar ese puesto de avanzada mexicano, la orden fue eficientemente ejecutada. Al mismo tiempo presiona y se acelera la marcha porque las lomas de San Lorenzo están a dos kilómetros más o menos, su frente está cubierto por una línea de tiradores.  

A la cinco de la mañana, las últimas tropas francesas han cruzado la barranca, el general Bazaine despliega su columna en batallones, la sección de artillería de montaña al ala derecha, la batería de guardia entre los dos primeros batallones, la caballería en columna por escuadrones al ala izquierda. El avance continúa, pero ya en el orden de batalla. Ya amaneció, con la luz del día los franceses pueden apreciar toda la posición enemiga.

San Lorenzo está situado en la parte baja de una colina en la que las pendientes del lado Este son rocosas y están bastante empinadas, esa ladera está atravesada por barrancos y llegan hasta la rivera derecha del Atoyac; por el Oeste la pendiente está más ondulada y se prolonga lejos, en esa parte abundan las nopaleras y otros árboles, algunos indígenas han construido sus chozas con materiales naturales.  Al Sur por donde llegarán las tropas francesas el relieve no es muy accidentado, la ladera es bastante extensa.

Los mexicanos descubren el avance francés y a 1200 metros de distancia, la artillería de Comonfort inicia el fuego; por el lado francés, la batería de la guardia avanza rápidamente y responde. A 800 metros el General Bazaine forma su línea escalonando sus batallones, su ala izquierda avanza envolviendo al enemigo tratando de cortarle la retirada. Ordena a la caballería que prolongue su movimiento de manera circular siguiendo la falda de las lomas y empujando al Atoyac a todo lo que se encuentre en su camino. En seguida Bazaine manda una carga de caballería, los soldados franceses responden con gritos entusiastas y se precipitan sobre San Lorenzo, la infantería avanza empuñando sus armas a pesar del fuego intenso y de la metralla y tiros de fusilería mexicanos. La defensa se encierra en el interior del pueblo, son entre seis y siete mil hombres y cuentan con ocho piezas de artillería. Los zapadores al mando del coronel Sóstenes Rocha maniobran en un reducido espacio, pero el vigor del ataque triunfa y vence todas las resistencias.

Ese día a las cinco de la mañana Comonfort había sido advertido de la marcha del general Bazaine, y en ese momento reforzó la división que defendería San Lorenzo, ordenó algunos dispositivos defensivos extra y mandó que el convoy de suministros se retirara rápidamente; luego se dirige al frente en el pueblo de San Lorenzo, pero ya sus soldados han sido expulsados de sus posiciones y huyen hacia el vado de Panzacola. En esta última fase del combate de San Lorenzo, Comonfort quiso lanzarse sobre el enemigo buscando una muerte gloriosa en un sacrificio innecesario, tal vez agobiado por los pesares y los sinsabores alimentados por las intrigas entre los mismos republicanos. El general Echegaray asiéndolo del brazo derecho y el coronel Cañedo por el izquierdo, impidieron aquel arranque de desesperación del fracasado caudillo.

Una parte de la caballería francesa persigue a un grupo de más de 700 jinetes mexicanos, mientras otra fracción francesa retrocede hacia el Atoyac cortando la retirada a las tropas mexicanas que descienden de San Lorenzo tratando de llegar a los vados.  La primera división del ejército de Comonfort y la mayoría de la segunda división fueron destruidas; la tercera división y la caballería del General O’Horan que se encontraba en la rivera izquierda del Atoyac, no participaron en el combate y se retiraron rumbo a Tlaxcala.

 

El general conservador Leonardo Márquez había tomado el cerro de la Cruz; tan pronto como ve que el enemigo se retira, desciende con dos batallones y dos escuadrones y persigue a la retaguardia de Comonfort hasta Santa Inés Zacatelco.

A las nueve y media de la mañana, el ejército mexicano desaparece, también rumbo a Tlaxcala. El general Comonfort sigue hasta llegar a San Martín Texmelucan donde dispone de una división que pone a las órdenes del general La Garza, éste cubriría la ruta de México.

Los resultados del combate de San Lorenzo fueron catastróficos para los mexicanos: perdieron tres banderas, once banderines, ocho cañones, la mayor parte del convoy, les hicieron mil prisioneros entre los que se encontraban setenta y dos oficiales que quedaron a disposición del general Bazaine. Las pérdidas humanas se evaluaron en 800 entre muertos y heridos. Las bajas de las fuerzas francesas fueron mínimas: un oficial y diez hombres muertos, nueve oficiales y ochenta hombres heridos; las tropas de Márquez tuvieron cinco muertos y 18 heridos.

El general Bazaine, reúne a sus tropas y pasa la noche en las lomas de San Lorenzo; al día siguiente regresa a su cuartel general en el Molino de Enmedio, mientras que el general Neigre a la cabeza de una columna ligera se encarga de recolectar alimentos que aún se encuentran en abundancia en las haciendas aledañas.

 

 

REFERENCIAS

Acevedo, Esther., Casanova, Rosa y Pérez Gasca, Angélica. Diario del sitio de Puebla de Carlos Casarín. Libro electrónico. Consultado el 2 de abril de 2021en la WWW https://www.mediateca.inah.gob.mx/webapps/publicaciones-digitales/carlos_casarin/

Aguilar Ochoa, Arturo (2015) El Sitio de Puebla. 150 Aniversario. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México Secretaría de Educación Pública Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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Noix, G. (1874) Expédition du Mexique 1861 -1867 Récit Politique et  Militaire.  Librairie Militaire de J. Dumaine. Libraire-Éditeur. Paris.

Taibo, Francisco Ignacio (2017). La gloria y el ensueño que forjó una patria. Tomo 2. La intervención francesa. Editorial Planeta. México.

Troncoso, Francisco (1909). Diario de las operaciones militares del Sitio de Puebla de 1863. Secretaría de Guerra y Marina. México.

Torrea, Juan Manuel. (S/F). Gloria y Desastre. El Sitio de Puebla de 1863.