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18 Abril 2024, Puebla, México.

Sumas, restas y pendientes: un breve recuento de las elecciones del 6 de junio

Política | Opinión | 9.JUN.2021

Sumas, restas y pendientes: un breve recuento de las elecciones del 6 de junio

Falló la estrategia de “Democracia o dictadura” y tuvo mayor éxito la de “No más corrupción”

 

Para tratar de hacer un balance mínimo de los resultados de los comicios del domingo pasado, supongo que hay que partir de las ofertas básicas que ofrecieron, por un lado, el bloque opositor (PRI, PAN; PRD), y el oficialismo (Verde, PT y Morena) por el otro. Los primeros apuntaron que lo que estaba en juego era muy sencillo, consistía en optar entre la democracia y dictadura; los defensores del actual gobierno propusieron en cambio que los electores tendrían que decidir entre volver al pasado de corrupción o darle  continuidad a los esfuerzos de la 4T para combatirla. Ambas propuestas eran bastante simples y no se presentaron proyectos más elaborados para enfrentar los problemas del país en materia de pobreza, crecimiento económico, violencia estructural, salud y educación.

Desde este punto de vista, sin duda, la mayoría de los electores escogieron la alternativa “no más corrupción” y desdeñaron el argumento de que la democracia mexicana estaba en peligro bajo el mandato de AMLO.

Así lo demuestran los triunfos de Morena en 11 gubernaturas y en varios congresos estatales (en alrededor de otras ochos entidades). De acuerdo con lo anterior, no hay mucha cabida para la confusión: tanto el PRI como el PAN perdieron varios estados que gobernaban. Frente a la posibilidad de optar por “los corruptos de siempre” decidieron darles una oportunidad a otros candidatos.  Tal fenómeno se puede extender a los casos de Nuevo León y San Luis Potosí. En realidad, sólo en Querétaro y Chihuahua ganó de nueva cuenta el PAN mientras que el PRI perdió todos los gobiernos estatales que antes estaban en sus manos.

En el caso de las elecciones para diputados federales, la competencia entre “democracia o dictadura” o “no más corrupción” fue más pareja. La diferencia entre ambos bloques fue menor en términos de número de votos (43 vs 40%) pero en las diputaciones de mayoría relativa (distritales) la diferencia se amplía: 185 vs 108. Habrá que advertir que todas estas cifras y las que presentamos más adelante provienen del INE y son aproximadas, sujetas a rectificación por los órganos competentes y no incluyen a Movimiento Ciudadano, otros mini partidos y votos nulos.

Según los resultados oficiales, la coalición Morena, PT, Verde tendrá mayoría absoluta en la Cámara de Diputados de manera holgada con un grupo que oscilará entre 275 y 280 legisladores, lo que le permitirá aprobar cambios en las leyes secundarias y los ingresos, egresos y deudas públicas.

Así las cosas, el presidente y los partidos que lo apoyan tienen razones para estar satisfechos. Las pérdidas fueron relativamente menores y se mantuvo lo más importante: el control mayoritario de la CD. Resulta curioso que los medios y la oposición traten de apreciar los resultados electorales confundiendo, por ignorancia o mala fe, términos como mayoría simple, mayoría absoluta o mayoría calificada. Esta última, que significa más de 333 diputados, no la ha obtenido ningún partido o coalición desde 1988, cuando el control casi monopólico del PRI empezó a resquebrajarse. En 1991, por ejemplo, el PRI subió su votación de manera muy notable en comparación a 1988, pero en ese año obtuvo sólo 320 curules. Para llevar a cabo las reformas neoliberales y modificar la Constitución hizo alianza con el PAN. Desde entonces se elaboró el término PRIAN para distinguir esta nueva fase, caracterizada por el control político del legislativo a manos de estos dos partidos. Quienes afirman  que fue un triunfo que la coalición de la 4T no ganara 334 diputados caen en el engaño, ya que tal cosa era prácticamente imposible. Esta falacia ha sido útil, sin embargo, para la propaganda del bloque opositor y ha servido para mentirle a sus seguidores. Lo que resulta curioso es que algunos comentaristas y “expertos” reproduzcan esta apreciación, un tanto descabellada.  

 

En este panorama general, que pude calificarse como positivo para el gobierno y sus aliados, destacan los resultados adversos de la Ciudad de México. En la capital, como se sabe, la oposición ganó 9 alcaldías de 16. En términos porcentuales también superó a la coalición Morena-PT-Verde: 45 vs 44%. Para entender estas derrotas, habrá que admitir que los electores le dieron a Morena una sopa de su propio chocolate: también dijeron “no más corrupción” y votaron en contra de sus candidatos por diversas razones que habrá que estudiar con más detenimiento. Desde mi punto de vista, el fenómeno tiene que ver con el accidente de la Línea 12 del Metro y la reacción del presidente y en menor medida de la Jefa de Gobierno. Ante la reacción de las autoridades, los ciudadanos detectaron una actitud cómplice, opaca y poco sensible con las víctimas.  Sheinbaum tuvo que pagar un precio demasiado alto pues ha enfrentado, mejor que otros gobiernos estatales y la propia administración federal, la coyuntura pandémica y, en general, ha conducido de manera adecuada las riendas de gobierno del gran monstruo urbano.

Otras razones que podrían explicar el retroceso electoral de Morena tienen que ver con la estructura del partido en la capital. Actuaron como 16 agrupaciones políticas; no se coordinaron; no tuvieron un plan ni un discurso común; se dice que hubo “fuego amigo” o traiciones internas para favorecer a candidatos rivales; y en algunos casos, los sufragantes identificaron a sus candidatos como “los mismos de siempre”.

En lo que toca a los congresos, tanto federal como local, las pérdidas fueron relativamente menores pero significativas: en lo que toca al  local, la coalición Morena, PT, Verde también tuvo un porcentaje menor de votos que la oposición, aunque ganó 19 de las 33 curules de mayoría relativa, lo que probablemente le asegure el control del Legislativo capitalino. En cuanto a las diputaciones federales, esta alianza ganó 12 y perdió 12.

En este asunto, el presidente ha adoptado una explicación muy dudosa. Asumirse como víctimas de una campaña de desprestigio e incluso mencionar la portada de The Economist como prueba no resulta convincente. La pregunta obvia es por qué tal cosa no afectó su votación en otras partes del país, por ejemplo, en los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa (ganados por Morena) donde hay niveles educativos relativamente altos y la vinculación de las economías locales con Estados Unidos es mucho más evidente que en otras regiones de México.

Tampoco parece razonable suponer que la división entre las alcaldías del oriente y del poniente resulte tan significativa como se pretende. Según esta narrativa, de un lado se concentran los ciudadanos más prósperos e informados, mientras del otros están los más pobres y laboralmente informales. Algunas caricaturas lo ponían así: en el occidente están los que pagan impuestos; del otro lado los que viven de los subsidios gubernamentales; de este lado los que tienen tarjetas de crédito, del otro los que sobreviven con la que otorga el gobierno a los adultos mayores.

Tales apreciaciones no resisten un análisis más fino:  varias delegaciones ganadas por la oposición, según CONEVAL se encuentran entre las que tenían un   mayor porcentaje de familias en pobreza en 2015: Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Tlalpan y Magdalena Contreras. A mi modo de ver se trata de una división pasajera que puede modificarse en las próximas elecciones. No es aquí entonces donde hay que encontrar la explicación de las derrotas de los partidos de la 4T.

 

Finalmente habría que señalar que el futuro del bloque opositor y de los apoyadores de AMLO es incierto. De un lado, está claro que el partido fuerte es el PAN y es el que mejor refleja el sentir del electorado conservador. El PRI perdió varias posiciones y el Sol Azteca posiblemente se quede sin registro. Para afianzarse como cabeza y eje de la oposición, el PAN tendrá que fortalecer su perfil: no al aborto ni a las uniones del mismo sexo; separarse de otras demandas del feminismo; insistir en las banderas tradicionales de la democracia liberal (incluso si ello supone proteger a los acusados de corrupción de los sexenios anteriores);  y, sobre todo, oponerse a una política económica que amplíe la protección social a los más pobres mediante transferencias en efectivo o medidas como el aumento del salario mínimo; restringir la intervención del Estado en la economía y abogar por el libre mercado; descartar una reforma fiscal progresiva (o apoyar una que afecte a los más pobres aumentando el IVA) y reprobar no sólo las obras de infraestructura actuales sino cualquier otro esfuerzo en este sentido.

Por su parte, la coalición encabezada por Morena tendrá el acompañamiento obligado del Verde lo que puede resultar muy incómodo y hasta peligroso. El PT no representa ningún problema, pero tampoco ayuda mucho. Y el partido mayoritario difícilmente podrá aguantar, tal como está, sus guerras fratricidas, su pragmatismo a ultranza, y su ausencia de definiciones ideológicas y programáticas. El asunto de la Ciudad de México no podrá pasar inadvertido, como si nada hubiera sucedido. Además, su relación con el presidente y el gobierno le exigirá mayor disciplina pues los votos de cada legislador son ahora más importantes. Ello puede conducir a una mayor subordinación al Ejecutivo, pero también podría suceder que éste se decidiera por acelerar algunos cambios legislativos e incluso una reestructuración de sus acciones e integrantes. En este caso, MORENA también tendrá que ser parte de esas mudanzas. Recordemos también que la segunda parte de los sexenios han servido para preparar la transición hacia la nueva administración presidencial, en este caso, la que surgirá de los comicios de 2024, lo que elevará la tensión interna.

En síntesis, en las elecciones del domingo, a pesar de que algunos resultados podrían apreciarse de manera contradictoria, hubo ganadores y perdedores Falló la estrategia de “Democracia o dictadura” y tuvo mayor éxito la de “No más corrupción”. Sin embargo, estas narrativas, una vez pasados los comicios, tendrán que formularse en ideas y propuestas más sustanciosas. Esa será la tarea más importante del PAN y Morena, cada uno por su lado, en los próximos meses. ¿Lo harán, o se conformarán con seguir navegando con discursos huecos y ataques mutuos, desconociendo las crudas realidades que sufre el país?

saulescobar.blogspot.com

 

 

 

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