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25 Abril 2024, Puebla, México.

 La activación de los cinco sentidos en la caminata -Porfirio Tepox Cuatlayotl

Cultura /Naturaleza y sociedad | Crónica | 24.JUN.2022

La activación de los cinco sentidos en la caminata -Porfirio Tepox Cuatlayotl

Ir de camino por la naturaleza/ vigésima séptima crónica

La mirada se posa en un escenario de confianza, enseguida se arraiga en un contexto contenedor de una mirada de formas y colores; el olfato acaricia la dulzura de los suaves aromas del bosque; el paladar, después de atravesar por los rayos agotadores de un sol canicular, recibe consuelo con la frescura de un trago de agua, las manos se llenan con las múltiples intensidades del viento, finalmente, el oído se complace con el gorjeo melodioso de las aves cantoras. 

Como se ha podido apreciar, el párrafo anterior anuncia el regreso, de quien escribe estas líneas, a los caminos artesanales, mi ausencia, en los escenarios naturales, fue provocada por una lesión en el pie que poco a poco ha venido mejorando gracias a las recomendaciones de mi apreciable amigo, médico y doctor, Armando Torres, a quien le envío un abrazo y un saludo, además, vaya una felicitación para él por su reciente cumpleaños - ad multos annos vivas: que vivas muchos años- y sobre todo, que sean buenos años para ti querido amigo, una vez más, recibe un abrazo. 

 

En este nuevo recorrido, tenemos presente al caminante con sus cinco sentidos, a saber, vista, olfato, gusto, tacto y oído. Naturalmente, la capacidad de estos nos ayuda a reconocer y rechazar, disfrutar y padecer de nuestro entorno, debido a que los cinco sentidos son un instrumento para situarnos en un lugar en el bosque, los parajes y los caminos artesanales, asimismo, estos nos permiten instalarnos en un momento de esta bendita historia, en un instante de esta maravillosa existencia, escrita con cada viaje, cada recorrido, cada paso del caminante de la vida que se desplaza entre páginas oscuras y luminosas. 

 

Ahora bien, es oportuno anotar que, aunque los cinco sentidos tienen una respuesta innata a los estímulos del entorno; estos deben ser educados para poder gozar con plenitud de los dones que la naturaleza nos provee, ya que en el ir de camino por los escenarios del mundo que nos abraza, a saber, bosques, selvas, desiertos, playas, montañas, parajes y muchos caminos artesanales, en estos lugares, nos encontraremos con un entorno lleno de sensaciones, para decirlo con las palabras de Francisco Manuel López García: “que implican a todos los sentidos para poder percibir olores, imágenes visuales, ruidos o sonidos, sabores y texturas táctiles”.   

Ya sumergidos en los escenarios naturales, acontece el instante de la fiesta de los sentidos, es la hora para degustar el universo de sensaciones del que habla Francesc Torralba en su libro Correr para pensar y sentir. En esta obra, este filósofo nos enseña que “al estar situados en la naturaleza, los bosques y los caminos artesanales, estos estimulan nuestros sentidos. En lo que corresponde al oído, este descubre los sonidos de la naturaleza, al dar cuenta de los sonidos del verano, la primavera, el otoño y el invierno; por su parte el olfato se educa y se entrena con los aromas que nos regalan las plantas del bosque; simultáneamente la vista se activa desde muchos ángulos, lo cual permite disfrutar intensamente del placer visual, para el caso, desde los sitios elevados donde la vista abraza un todo armónico, a saber, un paisaje; por otro lado, el cuerpo y la piel entran en contacto con el mundo exterior, la cual percibe un montón de sensaciones táctiles, como el dejarse acariciar por los primeros rayos del sol. Finalmente, apunta el filósofo, situarse en el bosque es una ocasión para deleitarse con el sentido del gusto con algún fruto, además, agrega que, aunque el agua es insípida e inodora, después de correr una larga distancia es recibida como una fiesta para el cuerpo. A todo esto, Francesc Torralba agrega: se siente como si todo el ser se ensanchara: los ojos, las fosas nasales, las orejas, las porosidades de la piel”.

Habría que agregar, pues, y ante todo que cada caminata nos hace habitar en los escenarios naturales, lo cual educa, activa, ensancha y asombra a los cinco sentidos del senderista tal como lo apunta Torralba. Debido a esto, consideramos que la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído se convierten en la brújula natural y en el llamado de  la naturaleza, porque, por un lado, orientan y conducen al caminante en su recorrido, y por el otro lado, impulsan y atraen cada uno de sus pasos hacia los bosques, parajes y caminos artesanales, esto a través de las abundantes sensaciones que provocan los exquisitos aromas, la miríada de colores, la dulzura de los sonidos, la frescura de los sabores y las texturas táctiles. 

Movido el senderista, por las abundantes sensaciones, emprende nuevas caminatas. Sin duda, en estos recorridos cada uno de sus pasos se convierte en una palabra para escribir un capítulo de su vida, la cual transcurre a través de las estaciones del año. Es así que para escribir este libro que quizá se aproxime a una historia natural o a un relato de un mundo repleto de paisajes naturales, en invierno, el caminante va en busca de las alfombras naturales de color café, ocre y cobrizo que se tejen con los pastizales y la caída de las hojas de pino; por su parte la primavera lo convoca a dar la bienvenida al milagro de la germinación de las nuevas plántulas que se levantan de un largo sueño y que algunos meses adelante dejarán ver sus hermosos pétalos; llegado el verano, la intensidad de su color verde, su cielo blanquiazul, el aroma a tierra mojada y la sinfonía de las aves canoras se convierten en el fundamento de su caminata, después de esta estación, es momento de asistir al otoño, temporada en la que sobresalen los recios vientos y la caída de las hojas, época que dará paso al silencioso invierno y al descanso de muchos seres vivos de la naturaleza. 

Han transcurrido varias horas en esta caminata repleta de sensaciones, es hora de regresar a casa y dar termino a este recorrido y a este sucinto escrito, los cuales nos conducen a la siguiente conclusión un tanto llena de alegría, y otro tanto rebosante de nostalgia, debido al sentimiento agridulce que nos entrega el momento de la despedida de los escenarios naturales, esta es la conclusión: la caminata ha sido valiosa, porque el caminar pone en movimiento al cuerpo, lo ejercita, lo activa, le da salud, mas no se debe olvidar que en ocasiones, en el desplazamiento por los senderos artesanales, también hay sufrimiento, cansancio y nostalgia al despedirnos de los escenarios naturales; ahora bien, la marcha aún ha sido más valiosa, porque nos ha conducido al inicio de la educación de los sentidos, lo cual da paso a conocernos y reconocernos, es decir, nos invita a un autoconocimiento de nuestro propio cuerpo, al ir reconociendo la capacidad que tiene cada uno de nuestros sentidos para captar las maravillas de la naturaleza, para reconocer el verdadero encanto de nuestro entorno o para alejarnos de los peligros, asimismo, para sentir que el instante ha sido realmente vivido. Finalmente, queremos coronar este breve escrito con las siguientes palabras del filósofo Francesc Torralba: correr una larga distancia me permite saborear la realidad, disfrutarla, degustarla a fondo, sentir con propiedad que formo parte del medio natural, que soy parte integrante de este gran organismo.

Fotografías de  Porfirio Tepox Cuatlayotl

 

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