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18 Abril 2024, Puebla, México.

Ovidio y la derecha / Carlos Figueroa Ibarra

Gobierno /Política /Justicia | Opinión | 10.ENE.2023

Ovidio y la derecha / Carlos Figueroa Ibarra

La noticia de la semana recién concluida fue la cruenta captura de Ovidio Guzmán López, uno de los cabecillas del Cártel de Sinaloa y junto a sus hermanos Alfredo, Iván y Joaquín, parte del alto mando de una de las facciones de dicho cartel. La noticia desplazó a nota de menor importancia, la también cruenta fuga (diez custodios asesinados) de treinta reclusos del penal de Chihuahua que organizó un precoz y notable delincuente, Ernesto Piñón de la Cruz “El Neto”, que había sido la gran noticia desde el primer día del año. “El Neto” fue abatido en Chihuahua, horas antes en la madrugada en que fue capturado Ovidio Guzmán.

La relevancia de la noticia de la captura de Ovidio Guzmán López es que este personaje había sido usado en los últimos tres años por la derecha opositora al gobierno de la 4T, como uno de los indicios de que dicho gobierno tenía una complicidad con el Cártel de Sinaloa. El que habiendo sido capturado el 19 de octubre de 2019 y luego liberado ante la inminencia de una matanza desatada por dicho cártel en la ciudad de Culiacán, fue manipulado políticamente por la derecha. De igual manera fue manoseado el hecho de que meses después el presidente Andrés Manuel López Obrador, hubiera detenido su comitiva para ir a saludar y recibir una petición de la madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Ésta lo estaba esperando a la vera de una carretera en Badiraguato (Sinaloa) para solicitar su ayuda para que le concedieran permiso de entrada a Estados Unidos para visitar a su hijo.

La derecha empezó a levantar la especie de que el gobierno de López Obrador era un “narcogobierno”, lo cual revela un cinismo increíble cuando recordamos cómo durante el sexenio de Felipe Calderón, su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna estuvo al servicio precisamente del Cártel de Sinaloa. 

Hoy Ovidio Guzmán ha sido capturado en un operativo que costó la vida a diez elementos de la Guardia Nacional y el Ejército (entre ellos un coronel de Infantería) y a diez y nueve sicarios del Cártel de Sinaloa. Treinta y cinco elementos del Ejército fueron heridos. Nuevamente Culiacán (como sucedió en 2019), y otros tres municipios se vieron conmocionados por bloqueos carreterosincendios balaceras. El que dos importantes delincuentes hayan sido eliminados del panorama delictivo nacional, deja a la derecha nuevamente con problemas con respecto a su narrativa referente a la política de seguridad de la 4T. Porque como vimos en estos días, los abrazos no quitan los balazos.

En este contexto la derecha ha empezado a evidenciar mezquindades y disparates. El periodista Joaquín López Dóriga y el periódico Reforma han expresado que la captura de Ovidio es una obsecuente genuflexión hacia la Casa Blanca con motivo de la visita a México del presidente Joseph Biden. La antaño respetada periodista de investigación Anabel Hernández ha declarado que el mérito de la captura debe llevárselo Estados Unidos pues fue su gobierno, quien realmente decidió y organizó el operativo. El expresidente Felipe Calderón ha felicitado al Ejército por la acción, como si el presidente y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas no tuvieran nada que ver en el operativo. El columnista Ricardo Alemán ha dicho que el detenido no es el hijo de El Chapo sino otra persona. El disparate mayor lo ha expresado el ex candidato presidencial Roberto Madrazo diciendo que la captura del hijo de El Chapo se ha hecho para que Biden accediera a aterrizar en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Como es sabido la oposición busca deslegitimar a dicho aeropuerto porque fue construido en lugar del que el neoliberalismo buscaba construir en Texcoco.

¿Las acciones operativas del gobierno culminadas en el abatimiento de Piñón de la Cruz y la captura de Guzmán López desvirtúan la política de “abrazos no balazos”? Me parece que esto no es así. El gobierno de López Obrador ha criticado con razón la política neoliberal de unilateralizar la violencia estatal para abatir la delincuencia (privilegiar los balazos). Pero el que la política de seguridad de un gobierno de voluntad posneoliberal haga énfasis en las causas sociales de la delincuencia, el que por tanto insista en resolver esas causas sociales como parte de su política de seguridad, no elimina la necesidad de atender el aspecto punitivo y militar del combate a la inseguridad. A cuatro años de fundada, la Guardia Nacional ya cuenta como con 130,000 efectivos y más de 500 cuarteles en todo el territorio nacional.

La derecha se encuentra atrapada en un discurso contradictorio en su lucha por deslegitimar al gobierno de López Obrador. Por una parte, lo acusa de blandengue por abandonar la unilateralización militar que caracterizó a la política de seguridad de los gobiernos neoliberales. Por otro lado, clama a los cuatro vientos que México se está militarizando porque las fuerzas armadas están cumpliendo funciones que van más allá de la violencia. Fue la derecha la que sacó a las Fuerzas Armadas a las calles y campos para combatir al narcotráfico. Fue la derecha la que llevó al narcotráfico a las instancias más elevadas del Estado y el gobierno. Fue la derecha la que con esa militarización y corrupción nos ha llevado a la complejísima inseguridad que ahora estamos viviendo.

Por ello la captura de Guzmán López y el abatimiento de Piñón de la Cruz, no es más que un efímero y parcial triunfo de un combate por la paz y seguridad ciudadana, que todavía tiene en México un larguísimo camino por recorrer. Y eso incluye a los abrazos (las políticas sociales) por encima de los balazos.