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29 Marzo 2024, Puebla, México.

Morena, congruencia frente al TEPJF / Carlos Figueroa Ibarra

Política | Opinión | 25.ABR.2023

Morena, congruencia frente al TEPJF / Carlos Figueroa Ibarra

 

La crisis interna de Morena ha permitido al TEPJF intervenir en el partido una y otra vez.

 

El pasado 19 de abril, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó por mayoría de votos que la prórroga al mandato de Mario Delgado y Citlalli Hernández como presidente y secretaria general de Morena era legal desechando de esa manera las impugnaciones que se habían hecho ante dicho tribunal. Dichas impugnaciones se sustentaban en el hecho de que el propio TEPJF había determinado en dos ocasiones en el sentido de que el periodo de ambos dirigentes debería terminar el 31 de agosto de 2023. Ni Delgado ni Citlalli fueron electos en 2020 por un Congreso, la decisión de que ocuparan sus cargos fue el resultado de una encuesta que fue avalada por el referido tribunal fijando la terminación de su período en la fecha anteriormente dicha.

La prórroga del tiempo de sus encargos se hizo en el III Congreso Ordinario del 17 de septiembre de 2022 a través de un artículo transitorio insertado horas antes del inicio de ese congreso. La propuesta original era que ellos dos no terminarían su período en el CEN de Morena como el resto de sus integrantes, porque había una decisión judicial que los mantenía hasta 2023. A última hora hicieron que el congreso no sólo los mantuviera en el CEN, sino les prorrogara el mandato catorce meses más. ¿Cómo se iban a ir en agosto de 2023, si a partir de agosto y 2024 serán tiempos decisivos para repartir las candidaturas?

Dos días antes de que el TEPJF ratificara la permanencia de Delgado y Citlalli hasta octubre de 2024, un comunicado del Instituto Formación Política (IFP) manifestó su preocupación ante el intervencionismo de dicho tribunal. Se les olvida a los redactores de dicho comunicado, que Delgado y Citlalli llegaron a esos cargos a través de un acto intervencionista del TEPJF

Debo decir que comparto un disgusto profundo ante el afán intervencionista del tribunal y debo agregar que la magistrada Janine Otalora no me merece ningún respeto. Fue ella quien dio en diciembre de 2018 el voto decisivo que validó el fraude electoral mediante el cual se eligió gobernadora de Puebla a Martha Erika Alonso. Francamente es inverosímil que haya sido una preocupación democrática la que motivó a la magistrada Otalora a emitir una propuesta de dictamen que cancelaba la determinación del Congreso Ordinario de prorrogar el mandato de los dos dirigentes. Otalora hizo esa propuesta para colocar a Morena en la situación difícil de elegir Presidencia y Secretaría General en un momento crucial para definir la candidatura presidencial. El comunicado del IFP denunció el envenenado intervencionismo judicial.

Pero seamos congruentes y repudiemos todos y cada uno de los actos intervencionistas de un tribunal que como todo el Poder Judicial está en manos de la derecha y la corrupción. En octubre de 2019 el TEPJF invalidó el fallido proceso de III Congreso ordinario porque determinó que el padrón electoral de Morena no era confiable. Un sector importante del partido puso el grito en el cielo ante este acto intervencionista. Este mismo sector estuvo muy feliz en enero de 2020 ante la realización de un VI Congreso Extraordinario que eligió a Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente, congreso que fue avalado por el TEPJF. Dicho sea de paso, el problema del padrón no se había resuelto como lo reconoció en el CEN poco antes de la pandemia la entonces secretaria de organización, Xóchitl Zagal.  Hubo también conformidad en el acto intervencionista del TEPJF que ordenó elegir a Delgado y Citlalli mediante encuesta y ordenó al INE registrarlos como presidente y secretaria general.

Morena fue incapaz de resolver el origen de su crisis interna que fue la ausencia de un padrón confiable tal como se empezó a detectar desde fines de 2018. Esta crisis interna ha permitido al TEPJF intervenir en el partido una y otra vez y dicho intervencionismo ha tenido criterios políticos más que jurídicos. La solución deplorable al problema del padrón fue el “votas y te vas” del 30 y 31 de julio del 2022 que dio pie a la práctica del acarreo para inscribirse en el partido y votar por delegados al III Congreso. Dio pie también al nacimiento de Morena como partido de Estado porque fueron gobernadores y funcionarios estatales los que tuvieron mayor capacidad de llevar gente a las votaciones.

 

Hay un problema en Morena que está alejando al partido de sus principios, que explica cómo ha sido invadido por tránsfugas de otros partidos; que explica también candidaturas deleznables y opacidad en las encuestas para designar candidato/as. Es una frivolidad acusar a John Ackerman de ser el causante del descontento interno que todo esto provoca. Es un método estalinista acusarlo de resentimiento personal (por la salida de Irma Eréndira Sandoval del gobierno federal) o ambiciones personales como causa de su postura crítica. El anatema estalinista continúa cuando se le acusa como lo hace el columnista Pedro Miguel de estar al servicio de la reacción oligárquica o de “la mafia de la UNAM” y actuar como quinta columna (esto significa en lenguaje contrainsurgente “enemigo interno”).  O bien de sospechoso provocador al servicio de oscuros intereses que bien pudieran provenir del extranjero como lo ha dicho la propia Citlalli Hernández.

Por fortuna el ímpetu de la Cuarta Transformación va más allá de estos conflictos y calumnias. Morena no es solamente estas divergencias. La 4T son los millones de personas que hoy miran con esperanza sus vidas por los cambios que se han observado en estos años y que con su voto le darán continuidad a lo que comenzó Andrés Manuel López Obrador con su gobierno. Y esto, además de enarbolar la crítica, no podemos perderlo de vista. En el 2024, Morena y sus aliados deberán triunfar de manera contundente, o la 4T no será.