Cultura | Gráfico | 29.ABR.2023
La invención de la infancia / Emma Yanes Rizo
Déjame que te cuente
La infancia, en el sentido que hoy la conocemos, es una invención moderna, tal como lo ha explicado el historiador francés Philippe Ariès. Hasta antes del siglo XVIII, tanto en Europa como en la Nueva España, la dificultad de mantención de los pequeños, las altas tasas de mortandad y las familias extensivas, hacía de la niñez una etapa cuya primera función era la de la sobrevivencia, los infantes no eran más que pequeños adultos con la ardua tarea de cumplir con las obligaciones marcadas por sus padres y por la religión. Se vivía con el temor de Dios.
Es hasta la Ilustración que se ve a los niños ya como personas autónomas, física y emocionalmente diferentes y a la infancia como “un período de santidad antes de que la gente se encuentre con los peligros y dificultades de la vida adulta.” Esa concepción prevalece hasta nuestros días y los padres acomedidos buscan alargar lo más posible lo que algunos consideran la edad de la inocencia. La revolución industrial, con la sobre explotación del trabajo infantil, rompió con esta tradición idílica y empezaron a publicarse algunos tratados para su protección. Desde mediados del siglo XIX se buscó en las clases medias y altas fortalecer el rol de la familia y la integridad del niño, con el juego como un elemento esencial de esa etapa. Nada de escuchar la conversación de los adultos: “Los niños a jugar al jardín”. Libres de preocupaciones.
Autores varios.
El día del niño
La primera guerra mundial de nuevo vulneró la merecida felicidad de los críos, expuestos ahora al hambre y la orfandad. Correspondió a la activista Englantyne Jebb fundadora de la organización Save the Children, impulsar la adopción de la Primera Declaración de los Derechos de los Niños, que sería aceptada y ratificada en Ginebra en 1924. Al año siguiente en el marco de la Conferencia Mundial sobre el Bienestar de los Niños, también en Ginebra, se declaró, por primera vez, el Día Internacional del Niño, señalando para tal efecto el 2 de junio. Posteriormente, en 1959, la Asamblea General de la ONU también en Ginebra, reafirmó los derechos universales de los niños con la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención Sobre Los Derechos del Niño. Estableció el festejo el 20 de noviembre, fecha de la declaratoria. Sin embargo cada país determinó su propia fecha.
En México, la celebración se fijó el 30 de abril por el presidente de la República, el general Álvaro Obregón, y el Ministro de Educación Pública, el licenciado José Vasconcelos, en los primeros años de la década de los veinte, del siglo pasado.
Festejar el día del niño y de la niña trata entonces de reconocer sus derechos como personas física y emocionalmente distintas de los adultos. Entre esos derechos está desde luego el de la creatividad y el juego como un elemento sustancial de su desarrollo. Y en el que los juguetes tradicionales como el yoyo, el trompo, la muñeca de cartón Lupita, el caballito, la rueda de la fortuna, la feria en miniatura, entre otros, permiten recrear quizás los días de la edad de la inocencia.
Las imágenes que acompañan este texto son del catálogo de FONART.
Autor: Sotero Lemus Gervacio, Estado de México. Sus orígenes son de Celaya, Guanajuato.
Autor: José Alfredo Girón Zárate, Apaseo El Alto, Gto.
Autor: Sotero Lemus Gervacio, Estado de México. Sus orígenes son de Celaya, Guanajuato.
Autor: Gumersindo España Olivares, Guanajuato.
Autor: Javier Hernández López, San Cristobal de las Casas, Chiapaas.
Autor: Gumersindo España Olivares, Guanajuato.
Autor: Javier Hernández López, San Cristobal de las Casas, Chiapaas.
Autor: Javier Hernández López, San Cristobal de las Casas, Chiapaas.