Por unas horas su nombre fue Tú.
Todo transcurría con normalidad, la aventura sabatina en moto nos llevaba esta vez por senderos no antes recorridos. El Izta tiene ese encanto, teníamos idea de por dónde andábamos pero las veredas eran nuevas para nosotros. De pronto, tras una subida con pendiente pronunciada, entramos a un valle abierto, a unos 4,000 msnm. Santiago afirma que ya habíamos estado ahí, yo no lo recuerdo, pero si él lo dice es asi. No en balde es mi Uber rural, además de mi alumno, en fin.
Atravesamos el valle que a su vez era cruzado por varios riachuelos y al llegar al otro lado paramos las motos, descendimos de ellas para proceder de inmediato a chingarnos el obligado cigarrito y admirar el paisaje. En eso estábamos cuando aparerció a lo lejos, venía corriendo presuroso hacia nosotros como si nos conociera; en cuanto estuvo suficientemente cerca, su timidéz o miedo lo hizo mantener distancia; me agaché para estar a su nivel, estiré la mano y lo llamé…
“Ven Tú”.
Tú lo pensó unos segundos y finalmente se sentó a mi alcance, lo acaricié y tras unas cuantas caricias en la cabeza se quedó dormido, señal de que estaba cansado y en ese momento se sintió seguro. Acto seguido hice lo natural, voltear a buscar a su amo, algún pastor o un rebaño o cualquier señal que nos pudiera indicar su procedencia; me retiré unos pasos para continuar la búsqueda e inmediatamente Tú comenzó a llorar. Santiago se acercó a él y lo acarició acallando en automático su llanto, ahí fue donde entendí que nadie aparecería. Era evidente, Tú, el cachorro, estaba más que perdido.
Por nuestras cabezas pasaba en ese momento la misma idea, pero no lo decíamos, Tú permaneció cerca de nosotros mientras cada uno, sin decirlo, pensábamos “qué carajos vamos a hacer?” Pasó el tiempo, terminamos un par de cigarros cada quien y Santiago preguntó: ¿nos lo llevamos? Yo, conociendo la nobleza de su corazón le dije “tenemos dos opciones, nos lo llevamos o cojes una de esas piedras y le das Justo en la cabeza para que no se quede aquí sufriendo” (no se espanten, ni él ni yo habríamos tenido la sangre para hacer tal cosa). “No no mames fue su respuesta” .
"Va --le dije--, entonces te toca llevártelo.".
Ahora había que resolver un pequeño detalle: ¿cómo llevar a Tú en la moto si no llevábamos una bag pack o algo que fuera útil? Entonces me quité el jersey, le hice unos cuantos nudos e improvisé un muy mexicano rebozo, se lo amarré a Santiago y le dije “vas”. Me voltee hacia el perro y le dije “vente Tú, a ver que chingaos vamos a hacer contigo llegando a Puebla?”
La verdad, por mi cabeza pasó llevarlo a casa, pero sabía que era imposible, Kuma se lo merendaría a la primera oportunidad, pero para entonces ya tenía un plan: con esa carita sabía que un buen par de fotos en Face y en cuestión de horas saldría alguien a pedirlo en adopción, así que metimos a Tú en el rebozo y comenzamos el regreso.
Tú venía muy inquieto. Pienso que la sensación de estar aprisionado le resultó incómoda, pero no había de otra; así seguimos hasta que llegamos a un camino sumamente empedrado y era peligroso para Santiago recorrerlo con el perro encima así que decidimos bajarlo y esperar a que nos siguiera. En cuanto Santi arrancó, Tú le seguía de cerca, olfateando y aullando en lo que me pareció franca actitud de un sabueso de caza, así como lo hacen los Basset Hound o los Beagle… De hecho tiene mucho la pinta de uno, pienso que algo de sangre de Beagle sì tiene. En cuanto terminó el tramo peligroso, baje de la moto, recogí a Tú y lo senté entre las piernas de mi alumno. "¿Crees que se parta la madre si se va ahí?" Tú se acomodó tan bien que pareciera que ya había hecho eso antes, por lo que Santi me dijo “vamos a probar a ver cómo se comporta” Tú resultó un perro motero, todo el camino vino tranquilo sentado como si en verdad supiera lo que hacía.
Mientras bajábamos yo venía pensando en el post ideal para Facebook y que alguien se interesara en adoptarlo. En cuanto lléguemos a Calpan, le dije al Panzón, posteo en face y vas a ver que llegando a Puebla tendremos alguna respuesta. Pues bien, llegamos a Calpan, donde ya hay señal y antes de subir el post, depositamos a Tú en la batea de mi camioneta, le compramos 1/4 de kg de croquetas y se las dimos. Luego le envié las fotos por whats al Panzon y de inmediato envió un mensaje. Subimos las motos al remolque, Santiago entró a pagar en la tiendita y cuando salió me dijo “ya no subas nada al face, le mandé las fotos a Mary (una chica que trabaja con él) y luego luego me puso “lo quiero”. ¡Ni dos minutos tardaron en acordar donde la veríamos para hacerle entrega del hermoso Tú!
Para estas horas, seguramente Tú ya no se llama Tú, seguramente ya recibió un rico baño con agua caliente, ahora ya no pasará la noche enmedio del bosque, tiene un plato con croquetas y un cálido hogar.
De haberlo dejado allá, nadie de ustedes habría conocido al bello Tú y Tú seguramente habría terminado su corta existencia, era imposible que por si solo encontrara a alguien.