diciembre 12, 2025, Puebla, México

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Viaje a Acapulco dos semanas después / Kai Mastretta Haces

Mundo Nuestro. Kai Mastretta Haces es psicóloga, ambientalista, defensora de los derechos de los animales. 

Escribo frases sueltas a lo largo del día.

Primera novedad: sí hay retenes militares en la carretera que detienen camiones a tal vez los custodian, no sé. Verónica me dice en el Whats que los retenes son de vigilancia. Es necesaria. Sí se llega.

Veo también muchísimos trailers y van con patrullas de seguridad privada. Me dió mucho gusto un trailer enorme de croquetas y otro de helados. En la carretera vemos muchísimos camiones llevando Rotoplast.

Todo el día en la ciudad devastada. Recojo del Whats frases al final de una jornada que nos deja disociados.

Venimos disociados.

Les juro que las fotos e imágenes no se parecen a la realidad. Es mucho, mucho peor.

La devastación de árboles es algo que no imaginas, es como un basurero o una zona extensa de tierra después de un incendio. Doña Edu me explicaba que el salitre quema a los árboles. Y está pelón, puros palitos, no hay nada verde. Horrible.

Y sí es impactante ver los edificios en ruinas, pero no se compara. Las personas que trabajan ahí eso mismo te dicen, que están tristes por los árboles. Pero es impactante.

En la playa hay  colchones, sillones… decrépito. arrasado todo.

Esos eran arbolotes de mangos súper hermosos… Y ves a los pájaros buscando, desconcertados, como buscando algo, muy raro.

Mi mamá se puso a llorar con la Brenda la jardinera, se los juro que es muy impactante. En la zona de las casas de las Brisas no queda nada verde. Ahora ves las casas perfectamente en los cerros pelones. Se ve como un coco abierto y podrido, como color rojo y seco. Muy raro, muy desconcertante y no entiende la cabeza qué pasó, te deja atónito. Es como un paisaje que nunca has visto.

Zona bahía altura Costa Azul.

¿Se acuerdan del hotel Hyatt junto a la base naval de ICACOS? Lo más bonito era su árbol a la entrada, un arbolazo espectacular. Así quedó:

Sigo viendo a los pájaros buscando entre sus ramas peladas.

Mi mamá llora con Brenda, la jardinera. Impactante.

Atiendo a tus preguntas: ¿cómo sentiste a la gente? ¿Qué pasó con tu amiga? ¿Con los perros y gatos? ¿Con el departamento de tu mamá?

¡Ay, es mucho lo que tengo que absorber! La gente disociada, en Júpiter, muy sonriente, lenta, dispersa, ausentes. Otros están enojados, demandantes. Ambas son formas de estrés postraumático. Y ya cuando te pones a platicar y preguntas cosas y se abren, pues sale todo y lloran y lloran y después se ríen, te cuentan a detalle episodios que vivieron en el momento del huracán, historias insólitas, como una muchacha del piso 11 que se encerró en un closet y en un momento abrió la puerta y vio un remolino con cosas volando, puertas, muebles, le pregunto ¿dónde viste el remolino? Pensé que me diría algo como en dirección al mar, pero me dice: aquí en la sala.

En la sala llovía y había un huracán adentro que arrastraba cosas que después no volví a ver.

Y así. Es desconcertante encontrar por ejemplo en nuestro departamento una placa de mármol intacta, perfecta que nadie sabe de dónde salió.

De mi recámara, por ejemplo, se perdió un escritorito y una silla, pero no cayeron al vacío, no al estacionamiento o alberca o jardín o playa, nada, no aparecieron ni rotos, volaron.

Los daños materiales son grandes y raros y no te importan en absoluto cuando ves el nivel de devastación alrededor. Es irrelevante la propiedad, te surge un desapego enorme y entonces te relajas, te ríes, abrazas a la gente que quieres y que jamás te atreviste a abrazar porque las formas dirían que es extraño abrazar al que limpia la alberca, pero lo ves y lo abrazas y lloras con alegría de saber que vive, y después él retoma la tarea dizque de limpiar la alberca llena de moho y nada vestido con su ropa, la red la arrastra y  no limpia en realidad ni madres, lo observas y mientras al fondo en la playa flota un colchón king size con sábanas puestas en el oleaje.

Y en la arena un sillón de piel como de consultorio de dentista ahí na más.

Huele terrible pero es el mismo olor del domingo previo al huracán, un olor rarísimo como a establo y coco quemado.

Mi mamá entró en paz, tapió todas las ventanas rotas con madera porque no autorizan por ahora hacer nada más.

Doña Edu un tema grande… Enloqueció, hizo cosas muy raras y dice que no sabe por qué pero que vernos llegar le dió certeza que las cosas iban a retomar su curso al tiempo. Y nos sentamos a hablar con ella todo el tiempo. Creo que a eso fuimos básicamente, a escucharlas. Hicimos reunión de muchachas en la sala y cada quien contaba su experiencia, muy impactante lo que vivieron, la verdad.

Todas coinciden que lo único que quieren ahorita es ponerle el techo a sus casitas, porque quedaron sin nada y no hay ni lona. Las queremos ayudar a que pongan su techo y que no sea de asbesto como estaban porque es tóxico y muy caliente. No sé qué vamos a hacer, pensé en Sofía y en Marco Polo, en los arquitectos, igual y se les ocurre algo.

No hay nada allá, nada material nada, es un desierto.

Estuve con las de las fundaciones, personajes muy diferentes. La de extrema derecha es Ruby, la gringa genial, te mueres de risa de oír sus puntos de vista. Rescata perros y gatos de la playa. Vive de dar clases de aquaerobics. La de camiseta negra es Wendy la más ruda y aguerrida y la de verde es Cecilia la doctora.

Me partió el corazón Cecilia, la más joven, es veterinaria y esa noche del huracán le tocó guardia en el albergue de los perros rescatados. Estaba sola y se puso a llorar y llorar (dice que no lo había hecho) porque tuvo que sacrificar a decenas de perros heridos esa noche y dice fue horrible porque yo los operé, curé, rehabilite, todo para terminar sacrificándolos por las heridas del huracán.

Y Wendy la más ruda (así son las protectoras) de pronto se puso a llorar y llorar porque dijo siempre vivo como en una situación de huracán, yo vivo al día y ayudando y ayudando a perros y personas, y nunca, nunca me había tocado que me ayudarán a mí. Y eso fue lo que la conmovió muchísimo.

Me dijo ¡pensé que me ibas a cobrar todo esto y no pensé que hubiera gente en otra ciudad que pensara en mí y mis perros!

Ay, muy fuerte. Dicen que rezan para que no llueva porque las pocas cosas que les quedaron las perderían.

Es desconcertante de lágrimas y risas y así muy raro.

Ya les escribí un pergamino pero me ayudaron a hacer catarsis.

Solo me faltó el tema de la basura, pero ya es demasiado.