Odio / Arnoldo Kraus en revista Nexos
Revista Nexos. Arnoldo Kraus es profesor en la Facultad de Medicina de la UNAM. Miembro del Colegio de Bioética A. C. Publica cada semana en El Universal y en nexos la columna Bioéticas. (La ilustración de la portadilla es de Alberto Caudillo en revista Nexos)
Inmensos pensadores han dedicado ideas brillantes acerca del mal, del odio, de la responsabilidad, de la otredad y de temas afines. Observar la geografía humana muestra la sordera de nuestra especie. Avanza el mal, pierde el bien. Mueren inocentes, perviven asesinos. ¿Por qué el fracaso casi absoluto de sus inmensas reflexiones?, ¿por qué se contagia con mayor facilidad el odio que la compasión y el bien? Preguntas necesarias, respuestas imprescindibles, obligatorias para hijos y nietos, para el mundo actual y los tiempos siguientes si acaso el cambio climático no acaba —no acabamos— con nuestra especie.
Sobran ideas. Frente a los destrozos de la guerra entre Ucrania y Rusia, y la nunca vieja y dolorosa batalla sin fin entre Israel y Estados Unidos frente a Hamás y sus fieles iraníes y el gobierno de Qatar inter alia, la razón, la compasión, la empatía y la esperanza pierden. Las siguientes son ideas casi muertas, poco leídas. Recargarse en ellas e intentar contagiarlas quizás sirva “de algo”. “Algo” significa menor número de muertes de inocentes. Entre muchas reflexiones comparto tres.
“Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros”, escribió Fiodor Dostoievski en Los Hermanos Karamazov; en El tren de la vida, película dirigida por Radu Mihäileanu, uno de los personajes, sumido en la angustia del destierro, dice, “no debemos preguntarnos si existe Dios, debemos cuestionarnos si existe el ser humano”, y, finalmente, al reflexionar sobre la idea de Edmund Husserl acerca de la responsabilidad para con la verdad, Emmanuel Lévinas, filósofo comprometido con la otredad, asevera, “Entiendo la responsabilidad como responsabilidad para con el otro, así, pues, como responsabilidad para con lo que no es asunto mío o que incluso no me concierne…”. Sumar a los previos y a otros incontables pensadores —“¿Por qué es tan difícil amar al mundo?”, se preguntó Hannah Arendt en ¡1955!— y leerlos en casa, en la escuela, con niños y jóvenes, cuyo caminar por el mundo apenas se inicia, podría ser un mínimo antídoto para confrontar la barbarie. No ignoro la inoperancia de dichas ideas en la mitad de la población mundial: sus enjutas ganancias apenas les permiten sobrevivir.
¿Por qué, pregunto de nuevo, en las escuelas no se crean materias cuya esencia sea la condición humana contemporánea?, materias, con incisos necesarios, como guerras, refugiados, genocidios, satrapía política, indocumentados, las cuales se impartan junto con matemáticas, historia, geografía, literatura…
La brutalidad de los enviados por los dirigentes de Hamás, aparentemente afincados en Qatar, no al lado de los gazatíes, y sus formas de matar rebasan los límites de la crueldad. Matar inocentes en Gaza por orden del despreciable y nauseabundo Netanyahu tampoco sirve, incrementa el horror. Así la realidad: fenecen inocentes, viven sátrapas; los fanatismos radicales (Kant reflexionó sobre el mal radical) dominan a incontables sociedades. Los fanatismos radicales, religiosos y políticos han sumido a la humanidad en un barranco. Muere la lógica, triunfan las sinrazones. Los líderes de Hamás se esconden, Netanyahu, por ahora, sobrevive. Del final de los primeros no estoy seguro; del entierro moral de Bibi amén de estar convencido, lo deseo; y, agrego, aunque mala, la única democracia en Medio Oriente es la israelí.
El mal triunfa. Vivian Silver, 74 años, pacifista israelí es una de las secuestradas por los terroristas de Hamás, que no palestinos. La activista lleva décadas tendiendo puentes con los palestinos, ha ayudado tanto como ha podido a sembrar paz. Su casa en el kibutz Beeri fue destrozada: cien compañeros fueron asesinados. Entre una serie de acciones a favor de la paz, Silver trasladó a gazatíes enfermos para ser atendidos en centros médicos israelíes. Hoy, mientras escribo, ignoramos su situación así como la del resto de los 200 rehenes en manos de los terroristas.
Matar inocentes, de uno y otro lado, es el resultado del desencuentro provocado por el fanatismo con la anuencia y complicidad, ayer, hoy, mañana, de innumerables políticos de todo el mundo.