Ciudad /Gobierno /Sociedad civil organizada | Reportaje | 3.FEB.2024
Milagro en Puebla. Los negocios del poder. 4.- Rapiña Olaya / Sergio Mastretta
Crónicas del Archivo de Mundo Nuestro
Mundo Nuestro. En la imagen el Parque del Arte en la ciudad de Puebla tal como se veía en marzo de 2008, bajo la custodia de la organización civil Puebla Verde, que cumple con el objeivo de construir un sitio arbolado como principal encomienda de su trabajo. La custodia es legal y reconocida por el Congreso del Estado desde el año 2004. Se recupera así un espacio público abandonado por más de veinte años por el gobierno estatal. En agosto de ese año 2008, el gobernador Mario Marín Torres arrebata con la fuerza pública el parque a Puebla Verde con el propósito especifico de cambiar el uso de suelo que ese polígono tiene en la expropiaciòn de la tierra cholulteca para el Progama Regional Angelòpolis. Lo sucedido expone con toda precisión el proceso de especulación inmobiliaria que acompañó este despojo de la tierra campesina que ha transformado para bien y para mal la historia de la ciudad de Puebla, y permite describir y analizar el papel que han jugado los gobernadores poblanos.
Este reportaje fue escrito en el año 2008 por Sergio Mastretta y fue publicado originalmente en e-consulta (2008) y Mundo Nuestro (2013). Lo presentamos nuevamente en sus siete partes. Aquí la cuarta parte.
Se cayó el sistema, bienvenido señor gobernador
Los 18 años que van de 1990 al 2008 atrapan a los cuatro gobernadores poblanos (Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Días, Melquiades Morales Flores y Mario Marín) en el éxtasis de la explosión inmobiliaria con un valor añadido: la caída del PRI, el retroceso del poder federal y del presidente de la república y la llave abierta de los excedentes petroleros para los gobiernos estatales. Casi el paraíso. Las que siguen, en cuatro tantos, son viñetas que ilustran un proceso sistemático pero anárquico de despojo de la tierra campesina de los pueblos cholultecas siempre de la mano de los gobernadores. Porque Mario Marín no se explica sólo por sí mismo. Es una secuencia. Sus actos son parte de una construcción antigua, burocrática y autoritaria, antropófaga y autorrenovable de los hombres en el poder. Su trayectoria es un episodio revelado antes en acciones similares realizadas por hombres que recorrieron escritorios y pasillos idénticos, caravanas y compadrazgos, albazos y traiciones, conquistas y crímenes que con el paso del tiempo y de los regímenes han dado forma al sistema que, antes de la debacle priista, fácilmente entendíamos cuando después de sesudos análisis y devaneos para dar con hipótesis inteligentes, concluíamos en que todo se explica desde la óptica de un gánster. Marín ahora está en la cúspide cortesana de unos hombres en el poder que se han reproducido siendo fieles a la lógica de sus reglas: el de arriba manda hasta que otro, o yo mismo, llegue a la cima. Y a ella se llega simplemente para hacer negocios. Las que siguen son imágenes sueltas, casi todas escritas de memoria y desde los apuntes de crónicas escritas entre 1987 y el 2007. Cuatro gobernadores, cada uno en su estilo, volcados a los negocios públicos con el sanbenito de la utilidad pública.
“Rapiña Olaya”
Penúltimo dedazo en la historia poblana –Manuel Bartlett cerraría el ciclo de los gobernadores impuestos por el presidente de la república--, compañero de banca de Miguel de la Madrid, totalmente ajeno a la realidad del estado --se acomodó a la burocracia heredada por el régimen de Giménez Morales y tendría en el hermano del exgobernador a su operador político y verdadero poder detrás del trono, a pesar de no otorgarle formalmente cargo alguno--, Mariano Piña sufrió el abandono del presidente Salinas –a pesar de un cacareado anuncio de inversión pública en 1989 por 430 mil millones de pesos de los de antes de que le quitaran tres ceros a nuestra quebradiza moneda, no hubo respaldo federal alguno para el desarrollo de obra pública--, y sobrellevó el sexenio sin compromisos mayores, como no fueran los de contribuir a procesos que le superaban, como el del desmantelamiento del contrato laboral de la automotriz Volkswagen con su sindicato (1988-1992), con el exitoso papel de represor y rompehuelgas para la fuerza pública, o el de cumplir con dos añejas encomiendas de los grupos económicos y políticos locales, que llevó fervorosa y ferozmente a la práctica al desbaratar el movimiento urbano-popular (con el encarcelamiento y persecución de los dirigentes de la organización 28 de Octubre y con el asesinato de Gumaro Amaro, cabeza del explosivo pero efímero movimiento de amas de casa de las colonias perdidas del sur de la ciudad), y al recuperar para el PRI el control de la Universidad Autónoma de Puebla (1989-1991). Sin embargo, encontró en la tierra de los campesinos cholultecas la veta para los negocios privados tras la consigna de la utilidad pública.
+ Del Programa de Desarrollo Urbano elaborado por la administración del expresidente municipal Marco Antonio Rojas Flores: Entre 1980 y 1992 la ciudad creció 36.5 kilómetros cuadrados. El 49 por ciento de esta área anexada por la Metrópoli fue aportada por terrenos ejidales. El valor comercial de la tierra se incrementó, en esos doce años, 38 veces, con una diferencia del 5000 por ciento en relación a su valor catastral. Un dato más: en el 52 por ciento del área anexada por la ciudad no se respetaron los ordenamientos con respecto al uso del suelo, y los cambios se hicieron a favor de usos habitaciones y en contra del uso agropecuario. En la página 60 del referido Programa dice: “Y lo más grave, quizá, es que se alteran en forma negativa las direcciones del crecimiento de la mancha urbana sobre terrenos que no siempre resultan los más aptos para este fin, caso concreto al poniente de la ciudad, sobre los terrenos ejidales con alta capacidad agrícola, principalmente en los municipios de Cholula”.
+ Febrero de 1988, es la temporada de seca en la ciudad de Puebla. Verónica Mastretta y el delegado federal de la SEDUE, Francisco Castillo Montemayor –actual Secretario de Medio Ambiente del gobierno de Marín, y quien recibirá el Parque del Arte luego de la toma policiaca del 3 de julio de 2008--, visitan la escuela primaria federal en las inmediaciones del basurero de la ciudad de Puebla, que a 200 metros del estadio Cuauhtémoc tapona la barranca de Xaltonac con miles de toneladas de desperdicios. El zumbido infernal impide que el funcionario y la ciudadana escuchen las quejas de las madres de familia en el salón de clases; las moscas invaden todo, están en el salón y cagarrutean el pizarrón, están en las cocinas del vecindario y ennegrecen los cables eléctricos de los que cuelgan bombillas moteadas. “No se puede vivir así”, les dicen. Días después, Castillo Montemayor le clausura a la ciudad el basurero y arranca así un pleito largo con García Ramírez, el actual Secretario de Desarrollo Urbano del gobierno de Marín, la cabeza más visible de su espíritu emprendedor para los negocios con recursos públicos. García Ramírez es entonces el responsable de la maquinaria en el Departamento de Limpia del ayuntamiento que, por cierto, no funciona; pero no hay problema, el aplicado funcionario tiene su propia flotilla de bulldosers y manos de chango, faltaba más, por una módica renta no dejarán de planchar sobre la barranca los desechos insondables de los poblanos.
+ Todos necesitan tierra. Ni qué decir de la automotriz Volkswagen. Y para eso están los pueblos maiceros, antiguos proveedores de la ciudad. En los sesenta les plantaron sobre terrenos de San Lorenzo Almecatla, que hasta los noventa alegaban contra la expropiación mal pagada. Ahora los alemanes han comprado en los ochenta un predio aledaño a la planta al poniente, y lo han hecho antes incluso de que se construya el parque Vocho, al oriente, que albergará las fábricas externas que sostendrán la reconversión de la armadora en la principal exportadora de autos fabricados en México hacia el mercado de Estados Unidos –en este 2008, con todo y crisis americana, producen mil 800 autos al día--. Pero como siempre, en el negocio no han entrado los campesinos, que se insubordinan y toman el predio. Son del poblado de San Francisco Ocotlán, el de la hermosa iglesita amarilla que se mira en la loma antes de llegar a Puebla desde la autopista. El desalojo ordenado por Piña Olaya deja un anciano muerto a toletazos por una fuerza pública que sienta sus reales en los alrededores de la armadora: gases lacrimógenos y perros policía cercarán y apalearán a los obreros huelguistas.
+ 1992, último año de gobierno de Piña Olaya, las expropiaciones en el territorio cholulteca han procedido. Tres de sus operadores (un licenciado Altieri, el inefable Victor Hugo Islas y el subsecretario Alberto Esteban Morelos) y el propio gobernador ofrecen a quien se deje de los empresarios de la ciudad los terrenos, como dicen ellos, “a 40 y 20”. No se conoce el número de las operaciones realizadas, pero se estima que pudo llegar a las trescientas. Pronto circularán entre las manos de compradores y prospectos, escrituras que legalizan las operaciones de Alberto Esteban Morelos, particularmente desde la Notaría No. 46, del Lic. Joaquín Briones Amador. También está muy activo Mario Montero, entonces y ahora notario en San Pedro Cholula. Los interesados pagan 40 pesos por metro pero sólo se ingresan 20 en Tesorería. Algunos de los compradores: la familia Pandal, donde quedó la Ford Mylsa; Kámel Nacif, con cien hecáreas en Momoxpan, al que la fuerza pública ayudará con maquinarias y toletes en el desalojo violento de los avecindados el 3 de enero de 1993, doce días antes de la toma de posesión de Manuel Bartlett. Tumban bardas y casas, ni mucho menos perdonan un lustroso templo metodista. Los colonos apedrean el helicóptero en el que el textilero y entonces desconocido empresario de origen libanés. De esa trifulca saldrá Pepe Momoxpan, actualmente diputado local por sí mismo y bajo las siglas del Partido del Trabajo, cabeza principal de un aguerrido movimiento opositor a los negocios inmobiliarios del gobernador.
Así lo cuenta en el 2008 el diputado Pepe Momoxpan: “En agosto de 1987 compré unos terrenos en el ejido de Santiago Momoxpan. Un año después, en 1988, durante el gobierno de Mariano Piña Olaya, se inició un proceso expropiatorio que se consideró totalmente leonino contra los campesinos del cinturón ejidal que contenía 27 ejidos dentro de la mancha urbana de la ciudad de Puebla. En noviembre se inició la lucha para defender todos los ejidos, creándose el “Frente de Defensa Ejidal Puebla”, con lo se detuvo el proceso expropiatorio de todos los ejidos. En junio de 1990 se me inventa una orden de aprehensión originada por un problema familiar, que convirtieron en un problema político, puesto que fue la estrategia del gobierno del Estado para golpear al movimiento campesino, logrando la aprehensión y encarcelamiento de varios compañeros líderes del movimiento como los comisariados de San Caleras y de San Baltazar Campeche. Sin embargo yo, estuve prófugo, radiqué en los Estados Unidos y regresé de incógnito a Calpulalpan, Tlaxcala, y desde esos lugares dirigimos el movimiento campesino. Hasta que el 4 de mayo de 1992, se emitió el decreto expropiatorio de cuatro ejidos, Momoxpan, Chautenco, San Andrés Cholula y Tlaxcalancingo, por el Presidente Carlos Salinas de Gortari. Entonces se presentaron diversos procedimientos jurídicos y juicios de amparo, mismos que Mariano Piña Olaya no respetó y vendió los ejidos a diversos personajes, entre los que destacan por la cantidad de terreno vendido a las familia Coghlan Crombé, la cual contruye el famoso “muro de Verdin”, ahí por la prepa 2 de Octubre, frente a Mayorazgo, que es una barda de piedra de aproximadamente medio kilómetro, en alusión al jefe policiaco Mayor Rodríguez Verdín, que la fecha de hoy trabaja con Marín en la fuerza pública.
“Otro personaje que compró terrenos fue Kamel Nacif Borge, compró 100 hectáreas. El 9 de enero de 1993, Kamel Nacif entró con máquinas derrumbando casas y un templo religioso israelita, posteriormente en semana santa llegó con su helicóptero a los terrenos, pero la gente lo sacó y salió huyendo, como a las dos semanas este mismo personaje invitó a desayunar al “Hotel Mesón del Angel” al Comisarido ejidal José Cruz Zapotecatl Delgado, para ofrecerle una maleta llena de dinero y decirle que dejara este asunto por la paz, a lo que contestó el Comisariado Don Cruz: “para cada perro hay un palo”, retirándose del lugar. Un mes después en junio de 1993, en el poblado de Momoxpan durante la madrugada recibe un disparo de arma de fuego que le perfora la cabeza y lo mata.”
+ 12 de octubre de 1992 en la colonia Concepción la Cruz, en la mira de los funcionarios inmobiliarios de Piña Olaya. Viene a Puebla la esposa del presidente Salinas de Gortari; inaugura un albergue para huérfanos que ocuparán las Madres Trinitarias. Los colonos han montado unas mantas enormes que no pasan el corte de los guardias presidenciales. Sin embargo, los mismos soldados embozados les dan primera fila frente al autobús del que bajará la señora Occelli. Alcanza a ver las mantas y recibe de los vecinos un ramo de flores. Al final del evento, claro que sí, Piña Olaya les ofrece una cita para ese mismo día, faltaba más, “llegaremos a un convenio”, les dice. Y sí, convienen: el gobierno regularizará la propiedad con avalúos catastrales, se les incluirá en el Plan Director Urbano, se reubicará con indemnización a los que tenían construcción. Qué bien, hasta el notario José Luis Vázquez Nava recibe avalúos y pagos a Finanzas en por lo menos 110 casos, con pagos que en total superan los 800 millones de viejos pesos, con un costo de 600 mil viejos pesos por escritura.
+ “Es un negociazo –comenta Jesús Migoya, empresario textil--, mira qué terrenos me ofrecen, a un ladito de la recta a Cholula, y mira el precio. Sólo que una parte va por debajo del agua”. “No compres –le aconsejan--, perderás tu dinero.”
Algo ocurre: interviene Luis Donaldo Colosio, Secretario de Desarrollo Social en el gabinete de Carlos Salinas, alertado por el escándalo de la venta “40 a 20”, con denuncias, una vez más, de Puebla Verde y del entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Antonio Sánchez Diaz de Rivera. Ha recibido en su oficina en México a Verónica Mastretta, al líder empresarial, y al empresario textilero Luis García Teruel. Le dan un recuento de la actividad febril del gobernador inmobiliario. Colosio les confirma lo que ha dicho en sus discursos de secretario: que los campesinos ejidatarios posesionarios de la tierra deben participar como socios inversionistas en el desarrollo urbano de las imparables ciudadades en toda la república. Días después, le negará a Mariano Piña la entrega del territorio de la Reserva. Cálculos realizados después estimaron que el negocio del “40 a 20” sobre un conjunto mínimo de 150 hectáreas pudo llegar a dejar hasta 100 mil pesos –quitados los tres ceros de 1993--, por cada una de ellas.