Naturaleza y sociedad /Cultura | Crónica | 13.SEP.2024
Los caminos artesanales, un mundo lleno de posibilidades / Porfirio Tepox Cuatlayotl
Ir de camino por la naturaleza/ vigésima novena crónica
Porfirio Tepox Cuatlayotl, profesor de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz
Con cariño para Carla Verónica
El caminante inicia un nuevo recorrido, se pone en movimiento, por causa de un centenar de motivos que lo impulsan a salir de la comodidad de su hogar en busca de nuevos escenarios naturales; entre estos motivos, tal vez quiere que su mirada deguste la belleza de los paisajes de verano; quizá va en busca del abrazo agradable de los rayos del sol que surgen de los amaneceres o de los atardeceres otoñales; probablemente, tiene una cita con la soledad y el silencio de los bosques de invierno; o acaso, sus pasos son guiados para ir al encuentro con aquel concierto que brota de los sonidos de la naturaleza en primavera, no lo sabemos, en muchas ocasiones el motivo de la caminata se presenta, para decirlo con José Rubén Sanabria, “como una aventura incierta”, pues aunque la montaña y los caminos artesanales han sido recorridos centenares de veces por el caminante, él mismo en el inicio de su caminata en muchas ocasiones, desconoce el motivo que impulsa el rumbo y el destino de su marcha, sin embargo, esto es lo que busca: aclarar el rumbo y el destino que lo conduzca con responsabilidad a parajes bellos, a esos lugares tan anhelados que abriguen su existencia y que lo sitúen en un entorno de confianza en el que pueda descansar, meditar y hacer una plegaria.
En este sentido, una vez que el caminante emprende esta marcha, al dar su primer paso fuera de su hogar, generalmente, se encuentra en el entorno urbano, lleno de calles pavimentadas, hechas de cemento o de asfalto, esto nos indica que está situado en los sonidos, los colores, los aromas, las texturas y las formas de la ciudad; al proseguir su marcha en la búsqueda de los escenarios naturales, poco a poco y paso a paso el rostro de la urbanidad, lleno de construcciones y edificios, da paso a los caminos de terracería, a un nuevo escenario situado entre la naturaleza y la ciudad en el cual conviven casas inmersas en zonas arboladas, ubicadas entre jardines de traspatio y terrenos de cultivo, en estos lugares, aún se puede ver, en sus calles, el transitar de los pastores y los boyeros que conducen a sus rebaños a las praderas llenas de pastizales, este es el nuevo puñado de viñetas que se presenta ante la mirada del caminante, viñetas denominadas paisajes rurales o zonas agrícolas y de pastoreo.
De este modo, trascurren los segundos, los minutos, las horas y el tiempo huidizo en el recorrido, en tanto, el caminante, al estar inmerso, para decirlo con el estilo de Frédéric Gros: “en un nuevo paisaje o paquete de sabores, colores y aromas de los que el cuerpo se impregna,” se da cuenta que ha empezado a recorrer el corazón de los escenarios naturales, debido a que, por un lado la flora y la fauna dominan este paisaje, por el otro lado, tiene la sensación de que el tiempo huidizo se ralentiza, de que los segundos se prolongan y las horas se ensanchan, además de todo esto, ante su mirada, otro indicador de que transita en el corazón de la naturaleza se presenta, me refiero al cambio que tienen los caminos de terracería de las zonas rurales, pues estos caminos se reducen, se angostan, se hacen cada vez más estrechos para convertirse en esas pequeñas veredas, en esos caminos “que el caminante hace al andar” tal como lo escribe poeta Antonio Machado.
Así transita el tiempo y los latidos del ser del caminante en los escenarios naturales, en este mundo lleno de posibilidades, en este lugar, para decirlo con el estilo de Francesc Torralba, “donde se puede sentir la inmensidad del mundo, donde todo puede ser observado desde otra perspectiva, donde el caminante puede ver lo que raramente ve y escuchar lo que raramente escucha”, en síntesis, la caminata se convierte en el instante para habitar los mundos que están ausentes en la comodidad del hogar y de la ciudad.
Ésta es la vida y la mirada del caminante, repleta de motivos y llena de posibilidades que lo convocan al movimiento, al desplazamiento de su ser, al latido de la vida; motivos y posibilidades que habitan en los escenarios naturales y que el senderista que se sumerge en ellos tiene que aprender a leer y a interpretar con esa sutileza que recomienda Mauricio Beuchot al leer los distintos textos de la existencia, entre los cuales podríamos sugerir como parte de estos, el escenario natural como el texto que puede ser leído y en el cual, el caminante tiene que encontrar esa posibilidad de lectura donde otros no la ven para que de este modo pueda degustar con intensidad la existencia, pongamos un par de ejemplos para iluminar lo dicho de los escenarios naturales como un texto repleto de posibilidades de lectura y con estos mismos ejemplos finalizamos este breve recorrido.
Primero, como antiguos mexicanos, podemos leer y releer los escenarios naturales, más allá de la botánica y la ornitología, pues las flores, en esta cosmovisión, son concebidas como la verdad con raíz en el cielo y el canto de las aves representa la voz de Dios, así lo expone José Luis Guerrero.
Segundo, también como antiguos mexicanos podemos leer y releer a los campos mexicanos y sus cultivos, más allá de la agronomía y la fisiología vegetal, pues los cultivos llenos de flores de maíz y del mismo maíz tierno, nos indican que al finalizar el verano y en la parte inicial del otoño está presente Xilonen, la diosa del maíz tierno y de la juventud, y que, gracias a la diosa, estos cultivos se llenan de abundante alimento tal como lo expone Salvador Mateos Higuera.