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28 Septiembre 2024, Puebla, México.

1989: alguna vez tuvo vida el PRD / Sergio Mastretta

Política | Crónica | 20.SEP.2024

1989: alguna vez tuvo vida el PRD / Sergio Mastretta

Fotografías de Jesús Olguin

Ha dejado de existir como partido político lo que conocimos como el Partido de la Revolución Democrática. Muchas son las causas que llevaron a su extinción en el ánimo popular en la pasada elección presidencial  de junio de 2024. Pero alguna vez tuvo vida el PRD en Puebla. Valen como testimonio estas crónicas del mes noviembre de 1989 para entender el alboroto que causó la figura de Cuauhtémoc Cárdenas como alternativa en la lucha histórica para terminar con la dictadura priista, cuando el hijo del Tata recorrió el territorio con el ánimo de crear el PRD tras el fraude electoral de 1988.

A todas las cifras en pesos hay que quitarles los tres ceros de los viejos pesos.

 

Cárdenas, una fuerza que crece

 

            8 de noviembre de 1989. Gira de Cuauhtémoc Cárdenas en su ánimo de construir una nueva fuerza política desde la izquierda mexicana.

Y la figura crece: por lo menos así se aprecia en los apretujones para bajar del camión, para subir al estrado, para meterse a la conferencia de prensa. Y sigue creciendo, dicen, Cárdenas y Cuauhtémoc: ya las porras tienen un nombre que sacan del recuerdo de los libros de texto, de los ojos de los ancianos en los mítines, de las ceremonias escolares a la patria, de la cultura, en fin, que nos heredaron los priistas. La historia sagrada se cobra la cuenta del petróleo, del reparto de tierras, de los canales de riego, de la omnipresencia del presidente: “Hijo de tigre, pintito”, dice un obrero poblano de la Pepsi Cola, y lo corrobora frente al remolino afuera del hotel Palacio San Leonardo después del mitin panista en el zócalo. El apretujón es distinto: los cardenistas ya tienen a su caudillo.

7.30 de la noche. Viene de Martínez de la Torre a las 11 de la mañana, de Teziutlán a las 2 de la tarde y de la capital a las 6. Y se presenta ante periodistas poblanos, pero sobre todo ante gente que huele a oreja de Bucareli News y que le quiere poner un cuatro: que si llamó a concertar con Salinas, que si fue un mal gobernador en Michoacán, que si todo esto finalmente ayuda al sistema, etc. Cárdenas no da la vuelta, responde a más de 25 preguntas, vuelve a explicar el sentido de las movilizaciones que encabeza, que estos mítines expresan la voluntad popular, que él no mencionó a Salinas, que llama a todas las fuerzas democráticas a reconstruir el país. Es una conferencia más de la que los periodistas no salimos bien parados; unos se aplican hasta el fastidio para agarrarlo en falso, otros queremos ver el futuro inmediato, qué va a pasar de aquí a septiembre. Pero las preguntas buenas, las que apuntan a lo que todo mundo acepta como un nuevo país después del 6 de julio de 1988, no llegan a las máquinas.

6.25 PM. En el templete Cárdenas habla de una fuerza que crece, de acciones en su oportunidad en defensa de la voluntad popular, marchas en las ciudades, marchas a la capital de la república. Apoyado en una columna del portal, un viejo panadero poblano reflexiona: “¡Cómo no vamos a estar con Cárdenas! Mire usted, a mis ignorancias yo pienso: sufragio efectivo, no reelección. ¿Y Blas Chumacero? Ese va y brinca de diputado a senador desde que me acuerdo. Fidel Velázquez, otro vividor, ya ni puede hablar. ¡Y qué han hecho en las cámaras, qué ley nos ha dado ese Chumacero! Y luego, nos quieren comprar: a mí me llamaron esos Pitufos, yo soy de la 22 Oriente, me daban veinte mil pesos para hacer escándalos el día de las elecciones, pero no quise, ya estoy cansado. Pero ahora sí, ya la justicia (la policía) ya llega a la 22 y no les hace nada, todos muy contentos. Ora hasta canchas deportivas les prometieron.”

11.45 A.M. Postes democráticos en la carretera Altotonga-Teziutlán, de todo hay, aunque se ve que el PAN no la rifa en estos lares serranos. PPS (Partido Popular Socialista) por todos lados. Me pregunto si un cadáver puede revivir de tal modo. Allá por 1918 Lázaro Cárdenas subió por el lado de la costa, tenía una jefatura de operaciones o algo así que lo llevaron a conocer a los hermanos Ávila Camacho, como él, muy lejos del candelero del poder. Los agentes postales se encargarían de construir el más rotundo cacicazgo en el estado de Puebla dos décadas después. Por ahí también apareció Lombardo Toledano, esa contradictoria figura que desde una buena cuna teziuteca alcanzaría la cima obrera de los gobiernos revolucionarios. El dirigente obrero teziuteco sobrevivió en la política a cargo de los pepinos socialistas y la figura del Doctor Rafel Campos, fundador del partido en Teziutlán. Los tres apellidos siguieron su camino. Ahora el de Cárdenas vuelve a remontar la sierra desde la costa trepado en un camión del PPS, y su nombre le gana todas las paredes serranas a Salinas.

1.30 P.M. Plaza teziuteca. Los cohetones rebotan en la niebla, dan contra los paredones de las casonas de la vainilla porfiriana. La gente espera en el lugar común del rostro taciturno, indiferente, de los indígenas. Pero no sólo hay campesinos: veo obreros de Comisión Federal de Electricidad, trabajadores de la Compañía Minera Autlán, esa depredadora de la ecología en la región, amas de casa de la clase media serrana. La Coca Cola anuncia en perifoneo la ya cercana feria de agosto, vienen Los Ángeles Negros, el Grupo Audaz, lucharán Blue Demon Jr. contra el Super Ratón, torearán Mariano Ramos y Manolo Arruza, se podrá ver esta tarde a Las Colegialas, Los Matones del Norte y Ni de aquí ni de allá, con la India María. Mientras, la gente espera.

1.35 P.M. Una ama de casa, esposa de un obrero de Minera Autlán, me dice: “Como ciudadanos Cárdenas era nuestra última esperanza, por eso votamos. Y si no lo respetan, que suspendan el voto y que hagan lo que quieran, ellos entran y salen y cada vez es peor. Mi esposo trabaja en la minera. Yo de sirvienta, gano 50 mil pesos quincenales, está difícil. Por eso, si no respetan el voto, la gente ya no se va a dejar. Aquí hubo muchas trampas. Cuando pusieron los resultados de las casillas en todas ganaba Cárdenas, luego salen los resultados, y pierde, ¿a dónde fue a dar el voto de toda la gente? Es como el famoso pacto, me dice un panadero, no señora, no es pacto, es la cara de pato que le ven.”

2 P.M.  Consignas indígenas agarradas al vapor por el reportero mientras habla Cuauhtémoc Cárdenas: “Ma viviro Cárdenas” (Que viva); “Ma tatami Cárdenas” (Que gane); “Macte chimactalme (Danos tierras); “In PRI techcuatotia” (Nos está comiendo el PRI).

“Soy cabeza de familia –me dice un hombre de Topilan, municipio de Tlatlauqui--, tengo doce hijos, siembro dos hectáreas, es lo que tengo. El poco trabajo que hay lo pagan a 4 mil pesos el jornal, y hay una sola cosecha al año. Desde 1976 peleamos la tierra de Topilan, del cacique Miguel Madrigal, 6,063 hectáreas, pero en Reforma Agraria no resuelven nada, y fuimos a hablar verbalmente, nos dijeron que no había nada si no vivíamos siete kilómetros de lejos. Tengo doce hijos, a estas alturas siento que ya no puedo.”

11 P.M. Un recuento del reportero. Dos concentraciones importantes. Telefonazos a la redacción informan de la preocupación gubernamental por el número de manifestantes. Un hecho: el ánimo de gozo, casi histérico, de algunos cardenistas. Una logística la de Cuauhtémoc que huele a Corriente Democrática y experiencia priista. Los límites: la capacidad real de la oposición para organizar el impuso por el cambio democrático. Los alcances: la certeza de la movilización popular en respuesta a la figura cardenista.

 

Fotografía de Jusús Olguín.

 

Del caudillo al partido

 

9 de noviembre de 1989.

Dos días de gira cardenista. Un vistazo de la realidad contradictoria del nuevo partido. Sus avances innegables en el campo; la encrucijada que viven los militantes de la izquierda poblana que en él se la juegan, sus quiebras, sus disputas y sus alianzas.

Por encima de todo, un acercamiento a la actividad de la izquierda y sus caudillos locales que más allá de la catacumba universitaria de los ochenta están ligados a la insurgencia campesina. En la coyuntura de un proceso electoral encarrilado en el proceso de construcción del partido en Puebla, y en la dinámica de enfrentamientos entre las fuerzas políticas que lo constituyen a nivel nacional, el PRD poblano es fundamentalmente campesino. Sí, como se rumora, el partido gobernante maneja la probabilidad de perder unos veinte municipios, es obvio que muchos de ellos serán perredistas. Metido en la dinámica de lucha partidista, este sector de la izquierda poblana parece vivir una oportunidad histórica.

En el pueblo de Oriental el lunes Cárdenas enfrenta el caos del perredismo local.

“Nos vamos a ir a Teziutlán, se lo digo de una buena vez”, le espeta Cuauhtémoc Cárdenas a Jorge Chávez. EL perredista poblano viajó con el líder nacional desde Pahuatlán: es estratégica esa zona, argumentó, lo están esperando, ya está todo organizado. Nada, el ingeniero sigue en sus trece. Y María de Jesús Camacho, ex del PPS y candidata del PRD en aquella ciudad serrana, pierde el color, pero no la voz: “Oiga señor, nos están dejando solos. A nosotros nos dijeron los del comité estatal, organícense, es posible que vaya Cárdenas. Ora ya están todos entusiasmados...”

“Lo siento –dice Cuauhtémoc-, ¿usted cree que voy a llegar a las tres de la mañana a los pueblos de Tehuacán? Desde hace cuatro días yo sabía que no iba a ir a Teziutlán”.

No se rinden. Lo siguen desde el quiosco hasta la fonda de la estación ferroviaria. Cárdenas taquea arroz, frijoles y barbacoa. En las otras mesas los directivos estatales murmuran: "La culpa es de García Rocha, programó esto desde México, no se le ocurrió ver un mapa." María de Jesús Camacho no come, no claudica y busca una alternativa: un mensaje grabado, ingeniero, para que pase por la radio. Muy bien, dice Cárdenas, quien se distrae con un jubilado ferrocarrilero que en el mitin amenazó con tomar la alcaldía y cerrar las carreteras en caso de fraude: “Este es un pueblo de revolucionarios, ingeniero, aquí están enterrados los que volaron el tren de Grajales...”.

Luego, encerrado en la camioneta, solo, Cárdenas graba el mensaje, imagina una multitud de teziutecos. Se baja, se despide: “Ahora , a darle duro”, dice a los serranos.

María de Jesús Camacho, menudita, altiva, con una larga trayectoria de lucha en el PPS serrano, se pega la grabadora a la oreja. “Casi no se entiende lo que dice, pero dejó claro que el PRD no motivó la ruptura con el PPS”. Y se va a la Sierra con Jorge Alcocer, enviado de Cárdenas para explicar su ausencia.

De camino a Tlachichuca comentan Rubén Moreno y Adolfo González Zamora, de la dirigencia estatal, sus relaciones con el centro. "Yo lo creo firmemente", dice el Loco González Zamora, "para construir el PRD se necesita romper con el mito de Cárdenas, esa es una idea que tenemos en Puebla”.

Yehualtepec, al día siguiente. Es un pueblito a medio kilómetro de la carretera Puebla-Tehuacán. Antes de llegar blanquea una de las granjas avícolas del hombre fuerte de la región, Oscar Hidalgo. Al fondo, la visión desértica de la serranía.

A Cárdenas lo esperan un mariachi, cohetes, medio centenar de campesinos y el calorón del valle. Será el mitin más flojo de los dos días de gira. Pero el ingeniero no se amilana, camina al frente de los perredistas congregados, al lado del candidato a presidente municipal Tereso Sánchez. Serio, lo interroga: qué tal la campaña, que tan grande es el municipio, cuantas casillas hay, cuantas han asegurado presencia de militantes... A todo responde Tereso. El ingeniero sigue caminando.

“Aquí el principal problema es el agua”, me dice Tereso al lado de Cuauhtémoc. Son siete, ocho mil habitantes en Yehualtepec, declarada reducción de indios por la Corona española desde 1549. Hoy tiene dos primarias y una tele secundaria, y los niños de la estatal se asombraron cuando los cardenistas llegan a la plaza a la hora del recreo, a la hora del sol, que quema y obliga a el mariachi a refugiarse en la mínima sombra.

“Acérquense –grita el maestro de ceremonias que no les dé vergüenza ser cardenistas”.

 

Fotografía de Jusús Olguín.

 

Los campesinos

 

Viernes 10 de noviembre de 1989

Los tonos de la democracia tropical: de la banda del pueblo al conjunto del pueblo está el abismo entre el pulmón y la electrónica. De los viejos de trompeta, tambora, platillos y clarinete a la guitarra eléctrica y el sintetizador. Y el órgano desastroso: un modernizador aventuraría una digresión musical sobre los cambios en el país ante las 35 dianas a ritmo de órgano del grupo “Los Truhanes”, cuyas camisas amarillo chillante, a la sombra del quiosco de Palmar de Bravo, acompañan la presencia, la voz, el nombre, el rollo, el apellido de Cárdenas. A estas alturas de la sequía, el trópico desértico de Puebla ha escuchado tantas bandas, presenciando tanto mitin, asoleado tantos políticos fugaces, que no mueve un pelo ante el recorrido de Cuauhtémoc Cárdenas, el ingeniero que lleva a cuestas el recuerdo del 6 de julio.

Pero están los campesinos, Al final los perredistas locales harán cuentas alegres, estiman en 35.000 el número de seguidores que salieron al paso de Cuauhtémoc el lunes y el martes pasados. Con ellos quieren construir el nuevo partido de la izquierda poblana.

 

El sol en Fuertes de la Unión

 

El mediodía del lunes, en una colonia del municipio de Tepeyahualco, un caserío pegado a la estación de tren que viene de Oriental, los campesinos tienen un buen rato esperando a Cárdenas. “¿Por qué el PRD? Será que el campesino busca el sol que más caliente... Ya hemos visto mucho robo y mucha letanía y nosotros necesitamos escuelas y caminos. ¿Dónde están las participaciones municipales? Tú te das cuenta de que el PRI ya tiene muchos años en el gobierno y aquí queremos que cumpla lo que promete. Yo soy ejidatario, uno de los doscientos quince que hay en el Fuerte de la Unión, hay algunita agua de riego en ocho pozos, aquí estamos. Lo que queremos es que ya no haya robos”.

 

Contra el salitre en El Seco

 

Es una multitud de cuatro mil perredistas en el barrio de Tecamachalco, en el pueblo El Seco. Han esperado más de tres horas. Los cohetones clavan sus luces y los perredistas locales están felices. Prisciliano Sánchez no sabe que este mitin es uno de los más nutridos del recorrido de Cuauhtémoc Cárdenas.

“Ochenta costales de maíz resultó de la cosecha, una hectárea que tengo, no recordaba un año así de bueno –dice Prisciliano Sánchez, un hombre arriba de 60 años–. Aquí siempre falta el agua, este ha sido un año bueno. El descontento es en contra del presidente municipal, contra el comisariado, puro priista. Aquí siempre ha habido dos partidos, PRI y esos de Acción Nacional, que ya ha perdido mucha gente. Ora estamos con Cárdenas. Más terrenos, eso queremos, porque hay muchos que tienen diez, quince hectáreas. Muchos han comprado al hacendado Manuel Amador, la familia que de por sí siempre ha estado aquí de patrón. Vendió como 200 hectáreas hace unos siete años, pero según oigo esas ventas no las reconoce el gobierno, según que pertenecen a los que repartieron el ejido y que el hacendado no dio porque hay muchos comisariados que venden y no se ha podido repartir. El comisariado se cambió por terreno, porque ya las había dado a los campesinos allá por los cuarentas, pero el hacendado las volvió a recoger. Yo fui de joven al reparto a que me dieran tierra buena, pero dijeron que sólo los casados, así que me dieron dos hectáreas lejos, allá por el llano, donde se ensalitra y casi no llueve, y luego hay mucho ganado y nomás siembra uno pa los animales”.

Prisciliano mira al cielo. Suenan las dianas. En el templete, los poblanos del PRD están contentos, se lo harán saber a Cárdenas después: “Este acto lo organizamos los de aquí, no los que vinieron del centro”, dirá alguno.

 

Amanece Dios en Palmar de Bravo

 

Un cartel de color en el portón de la iglesia de San Agustín del Palmar con la clásica foto del feto en la placenta y un texto: “Millones de mexicanos como tu apoyamos la elevación de rango constitucional del derecho a la vida desde la concepción.” Firman la Asociación Cívica Femenina y congéneres.

En una banca de la plaza, entre la soledad de la iglesia y el quiosco con las dianas del grupo Los Truhanes, dos campesinos platican. Están ahí desde las diez de la mañana, y no son cardenistas. Pero no todos los días pasa algo –las dianas, los discursos, un hombre con gran apellido– en Palmar de Bravo. Hablan de la tierra: “Si no le cae llovizna se pone hojuda la milpa, se encalzona, y el frijol se empachona...” “De política sabemos poco, no se mete uno, ¡hay que lucharle para comer!" “Aquí este pueblo es histórico, aquí Nicolás Bravo les perdonó la vida a muchitos, creo que a 35 soldados”. Y señalan una escuela al fondo, asoleada y muda.

Los interrumpe un viejo jorobado, les pide una limosna. Y se explica: “Es para mis nietos huérfanos. Amanece Dios y agüeito mi pan, agüeito mi pan, ya me colman la paciencia... Pero nomás me dijo la nuera 'Ya está tendido su hijo. Y si vine y ya ´bía  muerto.' Por eso me tienen ora de limosnero”.

Se va el viejo.

“Es puro cuento –dice uno de los campesinos–. Pero de algo tiene que vivir, si no de dónde saca su pan el hombre.”

 

Guadalupanos en Tecamachalco

           

Es una mujer del pueblo de Felipe Ángeles, y desde una sombra mira a Cuauhtémoc Cárdenas: “Yo vine por don Alberto Azcona –dice; ignora que don Alberto estuvo en Puebla por la mañana y que saludó a Marco Antonio Rojas en la Reforma Agraria–. Pero ahora no lo veo ni a él ni a sus licenciados. Pero aquí estamos porque no soy priista. Esos no nos quieren dar la credencial de elector y si la pide uno quieren el voto interesado para ellos. No importa, dicen que en la votación nos van a identificar los compañeros”.

En el mitin a pleno sol del candidato perredista aparece la fuerza de la tradición en estas tierras. “Porque la guadalupana está con nosotros –le dice micrófono en mano a su auditorio un campesino, como lo estuvo con Emiliano Zapata que la llevaba en su estandarte”.

Y en el acto hombres y mujeres, menos de lo que pudiera pensarse en tierras de Alberto Azcona María, responden: unos se quitan el sombrero, las otras aplauden. También lo hace, algo demacrado, Cuauhtémoc Cárdenas.

 

Fotografía de Jusús Olguín.

 

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