El Padre Marcelo ha sido un símbolo de resistencia y acompañamiento para las comunidades de Chiapas durante décadas, defendiendo la dignidad, los derechos de los pueblos y la construcción de una paz verdadera. Su compromiso con la justicia y la solidaridad lo convirtió en un referente para quienes anhelan un futuro sin violencia ni opresión.
Rechazamos cualquier intento de minimizar estos hechos como casos aislados. El crimen organizado ha sembrado miedo y dolor en diversas regiones del país, y Chiapas no es la excepción. La violencia en esta región refleja un problema estructural que demanda una respuesta integral y urgente del Estado.
Hacemos un llamado urgente a las autoridades para que respondan con firmeza y restauren el orden y el estado de derecho.
Los Jesuitas de México condenamos la creciente ola de violencia que asola el estado de Chiapas y otros territorios del país. Esta región sufre no solo asesinatos, sino también reclutamiento forzado, secuestros, amenazas y el saqueo de sus recursos naturales.
Es fundamental que se atiendan las demandas de la comunidad de Pantelhó y se respete la voluntad de las autoridades legítimamente elegidas por la población. La paz no será posible sin escuchar y dar respuesta a las necesidades de las comunidades, que desde hace tiempo luchan por su autonomía y seguridad.
Reiteramos nuestra fraterna solidaridad con la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, las comunidades afectadas y con la familia del Padre Marcelo Pérez Pérez, uniéndonos en oración por su eterno descanso y el consuelo de quienes lloran su partida. Compartimos con ellas el anhelo de paz, justicia y dignidad que él testificó con su entrega pastoral y servicio incansable. Su asesinato no puede ni debe quedar impune; imploramos que la justicia prevalezca para honrar su memoria y renovar la esperanza en la construcción del Reino de Dios, donde reine la paz verdadera.