
Gobierno | Opinión | 31.ENE.2025
Diario de trabajo: Carta abierta a José Chedraui / Juan Carlos Canales

C. José Chedraui Budib
Presidente Municipal de Puebla
Presente
El pasado 29 de enero, alrededor de las 19.00 Hs., en las avenidas de la 19 Sur, entre 5 Poniente y Juárez, el automóvil de mi hijo sufrió de un severo robo de autopartes, dañando además, la parte frontal del vehículo. A finales del año pasado, y a plena luz del día, el pequeño negocio de mi nuera, en la Colonia San Manuel, fue asaltado. Próximo al Día de Reyes, el negocio vecino al de mi nuera también fue asaltado, pero ahora con armas largas y lujo de violencia.
Los casos mencionados, por su proximidad y frecuencia, son apenas una muestra de la situación que impera en nuestra ciudad en materia de seguridad y que, bajo su gobierno, no solo no se ha revertido, sino que crece día y a día de acuerdo al testimonio de amigos, vecinos, estudiantes y de la propia prensa local.
Asaltos a mano armada, a casa habitación o al transporte, con lujo de violencia en muchos casos, son el pan nuestro de cada día que tiene que enfrentar la mayoría de poblanos, y eso sin contar los muertos y descabezados que cotidianamente aparecen en nuestro entorno.
De acuerdo al testimonio de algunos policías con los que podido hablar, muchas de las bandas delincuenciales que operan en Puebla están plenamente identificadas y hasta se conoce, con precisión, el “modus operandi” de las mismas, sin que las autoridades municipales hayan hecho algo por detenerlas y, mucho menos, desarticularlas.
Según Claudio Lomnitz, en su extraordinario trabajo El tejido social rasgado, “como la policía cumple su función reguladora, lucrando con las infracciones del público, el policía vive, en sentido estricto, de la ilegalidad. Se puede decir con exactitud que el policía goza de los frutos de la ilegalidad tanto como el criminal” (p. 53).
Ante la situación, surge la legítima preocupación por el grado en que las autoridades municipales han sido rebasadas por la delincuencia, o bien, son abiertamente cómplices de la misma. Y, en especial, por su responsabilidad concreta como alcalde de la ciudad.
Máxime en un momento en el que el propio Gobierno del Estado ha reconocido la presencia de grandes cárteles de la droga Puebla capital y el funcionamiento de narcolaboratorios. Y, por otra parte, la injerencia a nivel nacional en las campañas políticas del propio crimen organizado, así como del perfilamiento de los resultados electorales. Espero que no sea su caso.
Como usted bien sabe, las actividades del crimen organizado, no solo se reducen a la producción y trasiego de drogas, sino que, casi siempre, derivan en un sin fin de actividades colaterales, pero igualmente peligrosas, como secuestro, cobro por derecho de piso, robo, giros negros, etc., afectando la totalidad del tejido social y la vida cotidiana de los ciudadanos.
A cien días de haber iniciado su gobierno, C. Chedraui, ¿qué respuesta, clara, sin demagogia y sin el recurso de los “otros datos”, o sin responsabilizar a gobiernos anteriores, ofrece a los poblanos ante el reclamo ciudadano por una situación que ha convertido a la ciudad en un verdadero infierno?
Además de su fallido eslogan de gobierno, “una capital imparable”, que contraviene los más elementales principios ecológicos, demográficos y sociales sobre el desarrollo urbano y sus límites, tengo fe en que su proyecto de gobierno no derive en un caos urbano, ese sí, imparable, en una violencia imparable y en una ciudad cuyo crecimiento desordenado y caótico sea, también, imparable.
El progreso de un país o una ciudad no se mide por los metros de encementamiento que acumule ni por su ordenamiento en función del automóvil, en correspondencia con los intereses más oscuros del capital. No se le olvide.