La cruzada de Trump: Nuestros años difíciles / Jorge Calles Santillana

La guerra de Trump contra el fentanilo podría hacer crecer el consumo de la droga en México
UNO. La política de seguridad se modificó bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, con el nombramiento de Omar García Harfuch como secretario de Seguridad y, especialmente, desde el triunfo de Trump, en noviembre pasado. Aun cuando quedó explícitamente comprometida sobre cuatro principios, prácticamente los mismos que dieron lugar a la fallida política lopezobradorista, la estrategia de seguridad actual no se ha podido desarrollar con apego a la promesa de no hacer la guerra (“como Calderón”). La presión norteamericana sobre el gobierno mexicano ha incrementado el número de detenciones, decomisos y, por supuesto, enfrentamientos violentos con saldos de sangre.
Si López Obrador gozó de la condescendencia de Biden, Sheinbaum está sufriendo la intransigencia y la soberbia de Trump. Sin embargo, esta intromisión no ha resultado para la presidenta lo incómoda que sería de esperarse. La defensa nacionalista de la soberanía ha estado muy presente en el discurso presidencial, lo que ha dado pie al reforzamiento del debate polarizado y la conversación pública ha girado en torno a asuntos no centrales. Así, la presencia de barcos y una aeronave espía en aguas del Golfo de Cortés y la posible autorización al ingreso de marines a territorio nacional han pasado prácticamente desapercibidos para la opinión pública, pero en cambio las afirmaciones de que la soberanía no se negocia están a la orden del día.
De esa manera, mientras enardecemos invocando la patria, sus símbolos, nuestros héroes oficiales, la presidenta se las ingenia para mantener la relación con Trump lo menos ríspida posible y el debate se calienta alrededor de la defensa de nuestra independencia y nuestro territorio. Los fieles al régimen se alinean con el discurso radical de la soberanía. Los opositores, celebran que Trump haya decidido eliminar completamente a los grupos criminales, asumiendo que la intolerancia de Trump es el remedio final para el enfoque de “abrazos, no balazos” y todo lo indeseable a su alrededor. Cegados, unos y otros, no miran, o no quieren mirar, el futuro. ¿Qué escenarios son posibles ahora que el gobierno de Trump ha declarado la guerra (la suya, no la de Calderón) al crimen organizado mexicano?
DOS.- La consigna es clara en Estados Unidos: todo lo que huela a crimen organizado mexicano y trasiego de fentanilo será combatido sin miramientos. Seguramente habrá detenciones de traficantes, sobre todo de origen mexicano e hispano, decomisos de fentanilo, destrucción de laboratorios. Una política brutal de “purificación y saneamiento”. En la medida en la que la estrategia arroje estadísticas contundentes, en esa misma medida se reforzará. Las cifras, las imágenes de los delincuentes serán empleadas para reforzar la retórica racista y profundizar la polarización a favor de las políticas republicanas. Será imposible detener el comercio ilegal; ni Trump ni nadie conseguirá que el fentanilo deje de circular en las calles norteamericanas ni que su población adicta se rehabilite por completo. Así, es muy posible que el porcentaje de la droga producida domésticamente se incremente, aun cuando sea bajo condiciones difíciles. Los cárteles tienen gran experiencia en prácticas de adaptación y conseguirán echar raíces del otro lado de la frontera. No obstante, el trasiego sí se verá afectado y eso representa grandes riesgos para México. La necesidad de preservación del negocio orillará a los cárteles a promover el consumo interno. El mercado mexicano se expandirá.
Aun cuando no hay datos confiables sobre el consumo ilegal de fentanilo en México, las cifras de casos de usuarios atendidos en urgencia en hospitales del país permiten inferir que ha crecido de manera significativa en los últimos años, si bien es bajo, aún. Mientras que entre 2013 y 2017 sólo se registraron 25 casos de sobredosis, entre 2018 y 2023 ese número se elevó a 1,054, 42 veces más. El número de muertes, por fortuna, es mínimo. No hay datos de fallecimientos por este consumo antes de 2018. De esa fecha a 2023 solamente se tienen registrados 33 decesos. No se conocen las poblaciones de consumidores de la droga ni allá, ni acá, pero la diferencia de casos de atención de emergencia en uno y otro lado dan cuenta, también, de la diferencia del tamaño de un mercado y del otro. En 2022, en los Estados Unidos murieron 108 mil personas por sobredosis de opiáceos, 78 mil de los cuales fueron víctimas de fentanilo. Evidentemente, el mercado mexicano es reducido y está constreñido, principalmente, en el norte del país. En poco tiempo, muy probablemente, abarcará todo el territorio nacional. Si esto ocurre, enfrentaremos dentro de pocos años una fuerte crisis de salud pública que difícilmente podrá afrontar el estado, especialmente ahora que el sistema de salud atraviesa por una de sus peores etapas.
Sin duda, las disputas por los territorios se incrementarán entre los cárteles. No hay necesidad de mencionar que el incremento en la violencia correrá paralelo a la competencia. El Estado, bajo exigencia norteamericana, se verá obligado a profundizar su política persecutoria e inhibidora. Los cárteles más poderosos incrementarán su poder militar y los enfrentamientos serán cada vez más numerosos y crueles.
Si Trump ordena ataques a enclaves criminales, este escenario se complicará muchísimo más y viviremos algo similar a una guerra.
Los próximos serán años muy complicados.
callesantillana215@gmail.com
X: @JCallesS
FB: Jorge Alberto Calles Santillana
Tik-Tok: @jorgecallessantillana