Ahí vienen
ladrando tras el hueso,
no tienen llenadera.
Buscan el hueso en la miseria,
en la esperanza descarnada,
en manada vienen
sacudiéndose las pulgas.
Con la mentira enredada
entre los dientes,
irán a las plazas públicas
a comprar lo incomprable.
Ahí vienen
babeando por las calles,
olfateando
la comida del pueblo.
En sus ojos se dibuja
la ambición
en sus ojos se refleja
la promesa de siempre.
Como en una procesión
fúnebre de la vergüenza,
vienen ladrando los perros
hambrientos de poder.
Le quitarán la tortilla
al primero que se deje,
irán a las casas más humildes
estarán echados en la puerta.
Pero estos perros muerden
después de saciar el hambre,
pero en este juego gana
quien dice más mentiras.
Ahí vienen
ambicionando una mordida,
perros flacos y gordos
van tras el mismo hueso.
Se hacen pasar por otros
cambian de color y de discurso,
dóciles levantan la pata, abrazan,
brincan de un plato a otro.
Pero el pueblo ya no duerme
circula en la sangre nueva una rabia
está esperando con palos,
dispuesto a defender lo que le queda.
© Ahí vienen los perros. Tomado del libro Nitu wantu nitlan / Nada es perverso, de Manuel Espinosa Sainos, editado por Alcorce Ediciones.
© Foto: Elvia Chaparro.