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19 Mayo 2025, Puebla, México.

¿A la muerte por inanición? Los malpiquistas cierran el centro ( Crónica 17) Sergio Mastretta

Universidades | Crónica | 21.ABR.2025

¿A la muerte por inanición? Los malpiquistas cierran el centro ( Crónica 17) Sergio Mastretta

BUAP 1989-1991, Crónica de una ruptura histórica

Introducción

En 1987 el Maestro en Ciencias Samuel Malpica Uribe gana la rectoría de la Universidad Autónoma de Puebla en sucesión de Alfonso Vélez Pliego. Lo hace con el respaldo de miles de estudiantes que participan en una elección con voto universal, directo y secreto que sustenta el proyecto de universidad democrática, crítica y popular, vigente desde 1973. Con Malpica Uribe inicia la quiebra de ese proyecto de universidad en manos de una izquierda política que encuentra su valor fundamental en la independencia política respecto del Estado, pero su talón de Aquiles en la dependencia económica de la voluntad gubernamental.

La ruptura entre las facciones dominantes de la universidad se produce en enero de 1989, durante el segundo informe del rector Malpica, quien acusa de corrupción a la administración de Vélez Pliego. Siguen dos años de conflicto que incluyen la destitución del rector, la constitución de un triunvirato de gobierno por una de las facciones en el Consejo Universitario y el desgobierno hasta que se celebran nuevas elecciones en abril de 1991, todo ello en medio de múltiples refriegas callejeras como la toma del edificio Carolino por los enemigos de Malpica y el asesinato en circunstancias nunca esclarecidas del profesor Miguel Antonio Cuéllar Muñoz el 22 de diciembre de 1989.

El conflicto termina con la reforma de la ley orgánica que suprime el voto universal, directo y secreto de los estudiantes, y con la recomposición de las relaciones con el poder público estatal. Lo que sigue es la crónica de ese proceso.

Publicamos en Mundo Nuestro nuevamente estas crónicas con el ánimo de contribuir a la discusión colectiva sobre la realidad de la universidad pública en Puebla en el marco del reciente paro estudiantil y las reformas impulsadas por un movimiento que sin duda es un punto de inflexión en la historia de la Beneméita Universidad Autónoma de Puebla.

 

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Crónica 17

¿A la muerte por inanición? Los malpiquistas cierran el centro

 

Jueves 15 de febrero de 1990. Han pasado casi cuatro meses desde el 18 de octubre, cuando reventó el conflicto universitario. Toda la mañana persigo esquinas del Centro Histórico copadas por los malpiquistas en ausencia de los ambulantes del 28 de Octubre. Toda la mañana en busca de la versión sobre lo ocurrido en un grupo que parece de espaldas contra la pared.

Leo un volante que informa del operativo de 44 camiones urbanos atravesados desde las once de la mañana en otros tanto cruceros. La gente de Samuel Malpica se la juega fuerte hoy: “A esto nos obliga Piña Olaya”, dicen los estudiantes bajo las mantas que aluden, uniformes, al “carácter impostor de Juvencio Monroy” y piden disculpas “por las molestias que causa el gobernador”.

Ausentes, desde el Boulevard hasta el Paseo Bravo circulan los poblanos de a pie, en lo suyo. Uno imagina de lejos a las mentadas y claxonazos en la ciudad embotellada, los roces verbales, las explicaciones de los manifestantes. Frente al Palacio de Gobierno, a la 1:30 de la tarde, contemplo la avanzada de los marchistas que van al zócalo: un grupo de veinte estudiantes de Derecho con una consigna: “¡Samuel, Samuel, qué tiene Samuel que el pinche gobierno no puede con él!”. El grupo es seguido por un contingente que a pesar de sus esfuerzos y para desgracia de la prensa, no es multitudinario.

Con sus lentecitos redondos, el bigote y la barbilla afilada, Luis Ortega Morales camina por la avenida frente a Palacio; a su lado van  Alma Leticia León, Tere Bonilla y René Silva Arias. Se detienen a la altura del portón, esperan al grupo que viene del Paseo Bravo. Luis es prueba palpable de las dos fuerzas antagónicas: la de quienes están en el Carolino y hablando con la Procuraduría, luego de la investigación que hicieran los auditores; y la encabezada por el Jefe de Prensa de Malpica, que sigue reflexionando sobre lo que pasó hace dos semanas.

“Hicimos una propuesta concreta en la reunión de los grupos políticos, pero Alfonso Vélez la desechó. Nosotros propusimos la realización de un Consejo Administrativo, formado por los coordinadores de la Escuela, que convocara a elecciones de rector y que nombrara una comisión más o menos amplia que se ocuparía de discutir la reforma universitaria, de los proyectos de ley orgánica y de reforma administrativa que prepara el Congreso Universitario”.

Pero Ortega ―al que el recuerdo dibujado en un cartel de la Casa del Pueblo manipulando a un títere, Samuel Malpica―, tiene clara la lógica de sus enemigos: “Ellos dicen: somos el rector, somos el Consejo Universitario, tenemos el dinero, tenemos una nueva administración, así que morirán de inanición”.

A las 10:55 observo la maniobra del camión urbano que plantan estudiantes de Filosofía y Letras en el Boulevard y Maximino. Unas treinta personas bloquean la avenida. Autos y peseras quedan atorados, intentan pasar por un recoveco, se revuelven, increpan y la refrescan una y otra vez. El psicólogo Medardo Maldonado pide disculpas pero se mantiene en la decisión: vayan a dar la vuelta.

Felipe Ortega Mario, que se presenta como “miembro de la Coordinación Paritaria del Colegio de Filosofía y estudiante en el ciclo básico”, cuenta lo que le pasó en la mañana, cuando repartía propaganda en la esquina de la 4 Sur y 3 Oriente: “Se me acercó Agustín Valerdi y otros desconocidos, que no eran universitarios porque iban todos mugrosos y empleaban un lenguaje lépero, me quitaron los volantes y me dijeron: cálmate o te rompemos la madre, y me picaron las nalgas con un cuchillo. Yo le dije a Valerdi que lo conocía, que si algo me pasaba él sería el culpable”.

Felipe muestra el calzón ensangrentado.

Me atrevo a preguntar por qué son tan pocos. “Esperábamos un contingente mayor de trescientos, pero no podemos controlar el temor de los estudiantes a un amedrentamiento de los del Carolino”, dice Medardo.

Ataca Felipe: “Los periodistas dan la impresión de pinche prepotencia, el periodismo no es neutral, pertenece a una línea política, nosotros somos ciencias sociales, lo sabemos, los hechos son claros, la rueda de la historia no marcha para atrás”. Luego vendrá una discusión larga con Medardo, quien demanda una toma de partido, en un esquema en el que ellos son los buenos y los del Carolo los malos. Pero escarbando en la plática afloran los problemas estructurales, los quiebres de las fuerzas políticas. Los dejo en el zócalo, al inicio de su mitin.

“Tú siempre así, y mientras nada pienso”, se oye en un merengue. En la 4 Poniente y la 11 Norte un puesto de casetes tropicales ameniza el paisaje: la manta y los malpiquistas. Ni un aviso de la 28 de Octubre. Arturo Rojas, egresado de Economía, me aborda, y consejeros estudiantes de Derecho y Física escuchan nuestra plática: “Sí estuvo fea la piedriza en Economía, ¿pero cómo quería salir de CU Monroy? Fue una provocación de su parte... Y Valerdi, ese no quiere asamblea general porque sabe que será destituido... Y Vélez, a ese no lo conocemos, todos lo que han tenido desacuerdo con él han salido a balazos de la UAP... Ahora, ellos pueden disparar y no hay bronca, pero si le avientan un huevo a Monroy se espantan, cuando él fue a provocar”.

El Ingeniero Ignacio Rosas espera que desbloqueen el cierre de la 2 Poniente y la 9 Sur. Pregunto lo obvio sobre la acusación de peculado: “Qué me hagan una acusación formal y que la firmen para ver con quien me entiendo”.

―Pero ya la hicieron ―le digo.

―A mí que me registren... no me preocupa, tenemos toda la documentación.

―Oiga, y la tienda esa inexistente a la que supuestamente le compraban...

―Si el abogado dice que es abogado, que denuncien ante Hacienda al tal René Bejarano, que es del PRD, no del PRS, él es de la organización Nueva Tenochtitlán, muy relacionado con Jorge Méndez, que también es del PRD...

El grupo de estudiantes de Derecho corea consignas frente a Palacio: "¡Que caiga, que caiga Piña Olaya!”, “¡Sacaremos a Burroy del Carolino...!”, “¡Burgueses, huevones, por eso están panzones!”. Y luego, frente a la antigua oficina de la radio de Enrique Montero Ponce: “¡Once, once, once... Chingue a su madre Montero Ponce!”. Ni idea del nuevo local de Tribuna Radiofónica en la avenida Juárez.

A la entrada del Zócalo, interrogo a un grupo de estudiantes. Ninguno ha leído las propuestas de reformas a la Ley Orgánica que hizo el año pasado Samuel Malpica. Por supuesto tampoco han leído las de Monroy.

 

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