diciembre 5, 2025, Puebla, México

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Martín Barrios, poeta y profeta en su tierra / Sergio Mastretta

Sobre la presentación del libro Cartografía de la palabra

No es fácil asomarnos al poeta Martín Barrios. Tal es la conmoción que provoca. Como no es sencillo tampoco entender su resistencia como profeta de la catástrofe social y ambiental que encierra a su ciudad de indios, Tehuacán. Amor a la tierra y a sus gentes decantado en este viaje por su cartografía de la palabra, me digo para intentarlo.

Tomo de mi libreta los apuntes elaborados tras la lectura de los primeros poemas de este libro que hoy nos convoca para comentarlo.

Desde el primer poema, Cartografía de la palabra, Martín Barrios es un caminante, un andariego que se desplaza con la misma agilidad por la fragilidad del verso que por las entrañas de los páramos del desierto. De la ínfima piedra en él árido llano a la galaxia que resplandece extinta en los fósiles de San Juan Raya. Su palabra no tiene colindancias más que las que se fijan en la memoria ilimitada e incierta; trasciende entonces todas las demarcaciones desalambradas. Lo puedo ver caminando por esos senderos acantilados de la Sierra Negra…

Mi mundo se propaga más allá del universo –dice–, dentro de la galaxia de la poesía y el verso…

Leo a Martín en los primeros trazos del libro y con sus imágenes me asomo a los despeñaderos de mi propio espíritu, con sus metáforas inhóspitas, imaginadas al vuelo de la peña y el zopilote, montaña y nube en el arranque de la imaginación poética. Imágenes cósmicas, el poeta vive deslumbrado ante el firmamento, tiene que recurrir a figuras arcaicas, prenatales, afincadas en las mitologías babilónicas, egipcias, griegas, pero sobre todo prehispánicas. Templos y dioses dan paso a la palabra escrita.

La palabra se dispersó en la aldaba de la puerta de dios… nos dice Martín–. Las constelaciones de liturgias desaparecidas.

En Trilobite y candelabro va todavía más lejos. Artrópodos fósiles e izotes milenarios conviven en los cementerios abismados en el eterno encanto de la memoria marina petrificada en las cañadas del territorio de los cactus.

Este cementerio es marino

en él, como la sal,

nos disolveremos

eternamente despacio.

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¿Quién es entonces el poeta Martin Barrios? Martín se define así su palabra en la poética que es su política, el autorretrato de un poeta:

Música radical, lirica, antisistémica,

Sin patrones, jefes y jerarquías

Piensa, rima, dice todo lo que le da la gana.

Leo algunos versos más de su poema La poética es mi política:

Mi verbo y su vocablo

Circunvuela la tierra y ciberespacio

Versificando el tlajtol del diablo

Que dinamita el poder y su iconostasio

El acervo de mi palabra y verbo

Evangelio apócrifo del camino alterno

Hoguera que consume, arde y seguirá ardiendo

Acerbo y mentira de todo gobierno.

Tlajtoli entonces, la palabra del diablo. La depredación social y ambiental en México es entonces el territorio del poeta.

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Todavía más se define Martín en Soy la lista negra:

“Aparte de la poesía, el rock, la música, la defensa del territorio, soy un defensor de la clase obrera. Lo herede de mi Jefa Conchita, La Abogada del Pueblo que dio su vida por el mundo indígena.”

Un día Conchita le dijo: “Pues tú, llévales el mensaje de los Flores Magón a los obreros”.

Y eso ha sido de Martín el activista poeta: “Tengo veinte años –nos dice en una crónica de 2023–, no más, no menos, siendo un aliado de las obreras y obreros, de lavanderías y costureros. Y he sufrido del Estado Mexicano, palizas, golpes y encierros, pero aquí estoy y jamás me vendo…”

Martín participa en la mejor y gran batalla obrera en Vaqueros Navarra, como él la recuerda, cuando lo ponen en la lista negra de los obreros y costureras que se afiliaron al Sindicato 19 de Septiembre, del Frente Auténtico del Trabajo, organización que quiere y respeta, y de ahí viene este poema. “La patronal tiene la mala costumbre de boletinar a todos y todas, quienes luchan por sus derechos laborales. Aún más, a quiénes se revelan y luchan por la democracia sindical.”

Habla entonces así, Martín, el activista. Yo apunto que no es otra la posibilidad de su ser poeta que brota de su compromiso social.

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A lo largo del poemario Martín se describe a sí mismo. En particular en ese casi corrido denominado Fui un preso político:

No eres lo que decían: “Pandillero, revoltoso y culero” 

-“No señor agente (puerco)” 

En todo caso soy sindicalista 

thrasher y black metalero. 

Mientras hablábamos  

de ciertos tópicos en la carretera 

soltaron a boca de jarro 

una vergonzosa confesión política: 

“Aquí traíamos a esa pinche vieja argüendera 

de Cancún 

la tal Lydia Cacho 

la dizque reportera” 

En la cárcel de San Miguel 

fue la banda tehuacanera  

quién me cobijó y protegió 

en esa espantosa madriguera 

(…)

En San Miguel conocí el “apando” dentro del “apando”:

La Crujía de Conductas Especiales,  

en donde están presos caníbales, sicópatas y espíritus demenciales 

y justo ahí deben estar estos maquileros explotadores, contaminadores y criminales…

Martín se refiere en Mundo Nuestro a este poema:

“Este nuevo poema se debe al hecho que describo en él, cuando el poder empresarial y político de Puebla, me convirtieron en un preso político, como castigo por mi defensa de costureras y obreros de las maquiladoras de ropa del Valle de Tehuacán.”

El 29 de diciembre de 2005, Martín fue detenido por los policías ministeriales bajo las órdenes del entonces gobernador de Puebla, el tristemente célebre Mario Marín –alias el “gober precioso”-,  por un acuerdo que hizo este criminal hoy preso con los empresarios de las maquiladoras de la confección textil y de las lavanderías de mezclilla, para meterlo preso al Penal de San Miguel con la falsa acusación de chantaje y extorsión por el empresario maquilador Lucio Gil Zárate, a quien utilizaron como carne de cañón los empresarios de la clase alta de Tehuacán, de manera específica la familia de Alfonso Fernández Santiago, dueño principal del enorme consorcio maquilador Grupo Navarra y los libaneses Haddad Yunes, aliados y paisanos del criminal pederasta, maquilero y textilero Kamel Nacif, conocido como el “Rey de la Mezclilla”.

Preso político por su activismo en defensa de los derechos laborales, ello resultó ser un contragolpe mediático y político para las cámaras patronales y para el popoloca Mario Marín –como se refiere a él Martín–, quién se vio obligado a dejarlo en libertad, justo en el día catorceavo de su encarcelamiento, cuando académicos poblanos presentaban afuera del penal el libro “Tehuacán, del Calzón de Manta a los Blue Jeans”, que hizo Martín junto con la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, A.C y la canadiense Maquila Solidarity Network. Investigación vigente hoy como ninguna.

“No era la primera ni la última vez, que sufría actos de represión física y política contra mi persona e integridad física –cuenta Martín– ya que, a finales del año 2003, después de la campaña de defensa y organización obrera en Tarrant Apparel Group, propiedad de Kamel Nacif y la tehuacanera-libanesa familia Haddad Yunes, recibí una golpiza por parte de emisarios mandados por la patronal afuera de mi casa. Ese fin de año terminé en el hospital y durante una semana no podía ni asistir al baño, como consecuencia de la brutal golpiza que soporté, con las consiguientes amenazas de muerte que recibí en el correo electrónico.”

Martín, el poeta, se define entonces en la encrucijada del verso y el compromiso social. En ella encuentra la vitalidad de la tensión poética.

Así lo explica en el texto Xantilamoxtli”. Literatura y lucha social, publicado en Mundo Nuestro en marzo de 2021:

¿Cómo es posible maestro Barrios que prefiera dejar de lado su carrera como escritor para andar en huelgas en la maquiladora?, fue la pregunta que escuchó Martín en el año 2003:

“Esa demoledora sentencia de una funcionaria del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes –dice Martín– me hizo ver que tenía una disyuntiva, una bifurcación de caminos en la vida y, tenía que escoger.”

En 2002, en el parque ecológico de la ciudad de Puebla, Martín se sentó a leer el periódico mientras esperaba una audiencia en la Junta de Conciliación y Arbitraje, cuando encontró el dictamen que manifestaba que había ganado el Premio Nacional de Poesía Joven Nezahualcóyotl Acolmitzli con su trabajo “Xantilamoxtli” o “Códice Xantil”.

De acuerdo con el acta del jurado, entre los libros que participaron en aquel certamen –convocado conjuntamente por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa Cultural Tierra Adentro, y el Instituto Mexiquense de Cultura-, “este libro destaca por el excelente manejo que el autor logra del náhuatl, su lengua materna, en un poemario en el que se ponen en manifiesto los valores de su identidad cultural.”

“En realidad me sentía bastante a gusto por obtener el triunfo, el premio, la publicación y presentaciones y otras cosas por venir”, recuerda Martín.

Pero en 2003 Martín y sus compañeros organizaron la resistencia obrera en las maquiladoras del criminal empresario Kámel Nacif y sus socios libaneses Haddad, en las plantas de Tarrant Apparel Group y en lugares como Aguas de Tehuacán.

“Así que ante este cruce de caminos, escogí sumergirme en el mundo de la organización obrera y de alguna manera, renuncié o pospuse abrir un camino personal como escritor.”

Martín no se arrepiente de ello porque la defensa y asesoría a los trabajadores y obreras de la maquila, era una elección que obedecía a sus tendencias políticas sindicalistas y de combate en la ciudad en la que nació y vivió. Hoy mismo Martín que continúa haciendo con la convicción que heredó de su mamá, Conchita, y de las lecturas del magonismo entre otras guías de ruta de vida.

“Pero la poesía siempre ha estado como la batería en mi vida –confirma hoy Martín– creo que es un tiempo complicado, pero exacto de volver a verla como forma de vida y expresión.”

Así es que, escribe Martín, viva la poesía, el rock and roll y la resistencia obrera e indígena en la defensa de la Madre Tierra y el Territorio.

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Buscar entonces al poeta que se mira ardiendo en la catástrofe de Tehuacán. Tiene en la ciudad y su entorno prendida la veta del poema.

Aves carroñeras
que contaminan muros y carreteras
plagas destructivas
que pisotean nuestra comunidad sin respetar fronteras

Amanezco, me despierto y ante este cielo azul comparezco:
¡Soy Tehuacán contaminado, secado, destruido!
Mis células:  calles, campos, milpas, banquetas y ejidos
son un territorio minado, aplastado, derruido

Y cierra el poema con la esperanza que obliga a todo profeta:

Amanecer en Tehuacán es desafiante, intrigante y colindante
con el deseo de cambiar todo lo que viene por delante
Amanecer en Tehuacán es subir a todo volumen el parlante
porque somos la resistencia de la libertad amante

En A mil seiscientos setenta y seis metros a nivel del mar Martín contempla a su ciudad:

Constelación y piélago 
del mar muerto
fósil quimera 
del océano desértico

Torbellino y meteoro
estrella, dentella
pensamiento, memoria, tesoro
jaula y candado de plata y tierra

Árida Estigia
palabra de travertino
serpiente de piedra
sima e intersticio, calcáreo destino

Marina mina a cielo abierto
se dispersan remolinos 
en la inexistencia del tiempo 
sonoridad del silencio

Colonización maquiladora e inmobiliaria
rompen memoria, tierra y agua
esclavizando este territorio 
en caminos que llevan a la nada

Tehuacán crece y se extiende
gentrificada plusvalía lotificada
cartografía que se está construyendo
encima de tierra, agua y sangre asesinada.

El profeta

Martín es, entonces, en la más bíblica de las referencias, un profeta. Y tiene en todo momento a Tehuacán como modelo de la destrucción de la tierra. Martín describe y denuncia desde el verso la calamidad de la vida nuestra.

¿Permanecerá para siempre la tierra?

¿Seguirán en pie los montes?

Los masehuales están siendo corrompidos

los gobernantes venden la tierra sin permiso

el venado y el jaguar son matados por diversión

los árboles son derribados.

Estuve en tu casa Ayocuan Cuetzpaltzin*

mi corazón está triste

enojado

los cascabeles suenan en mis pensamientos.

Tu casa está siendo demolida

Tu morada la están acabando

Las piedras ruedan

El polvo se vuelve una nube de destrucción.

¿Acaso los cascabeles alzarán el polvo nuevamente?

¿Veremos, sin hacer nada, como el mundo se viene abajo?

¿Acaso seremos impasibles, valiente chichimeca?

* Ayocuan Cuetzpaltzin, nacido en Tecamachalcofue un noble y tlamatini de la región poblana, autor de numerosos poemas de los que hoy se conservan sólo algunos, como el ¡Ma huel manin tlalli!. Fue uno de los tres hijos de Cuetzpaltzin el Viejo, un señor chichimeca quien gobernó las ciudades de Cohuayocan y Cuauhtepec durante el siglo XV. Wikipedia

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En ese perfil de profeta, está, también, la soledad del poeta. Finalmente, el Martín íntimo, el que se percibe solitario y mínimo, reconciliado consigo mismo y que se descubre en ese territorio mítico del Silmarillión en el universo del novelista británico J.R.R Tolkien.

HELCARAXË

Soy la sal, el sol y el mar

en el camino a la felicidad

costal de pan duro y dudas

ángel caído en pleno día

terciopelo de miradas mudas.

Soy la historia de mi prehistoria

de todo lo guardado y escondido.

Soy lo que yo mismo pude haber sido

la canción que me arrullaba antes de nacido.

Soy lo que soy sin haber sido yo mismo

sigo descendiendo la escalera del atormentado

pensamiento prófugo desvanecido.

Soy una errata de prensa

justificación de lo extraviado en mi camino.

Soy el cordel que destapa el corazón

que desciende a los litorales de maíz y trigo

porque soy un pan ácimo cocinado del fermentado vino

caminando bajo la mirada inquisidora del destino

estrellada noche que se agrieta

sujetando al cometa que siempre he sido

que camina acometiendo mi espacio y vuela en mi

camino.

Soy un campo de girasoles a los que no les llueve nunca.

Soy el portarretratos de mi hoguera

como aquel viejo marino

escupiendo, bebiendo y maldiciendo

mientras el miedo se va extinguiendo

en la locura que viaja conmigo.

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Es el escritor Martín, entonces, ante lo efímero de la existencia, el que traza su destino al clamor del antiguo poeta Ayocuan Cuetzpaltzin:

¡Que permanezca la tierra!

¡Que estén de pie los montes!