diciembre 5, 2025, Puebla, México

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El acarreo político y los acarreados / Daniel Flores Meza

Ciudadanos, organizaciones gremiales, servidores públicos, o invitados especiales; qué más da, lo importante es llenar la plaza pública y que el impacto mediático sea impresionante, no importa lo que cueste

El acarreo, quizás sea la práctica antidemocrática de mayor arraigo en México,  tiene como propósito asegurar altas concentraciones de asistentes a eventos públicos políticos, electorales, partidistas para respaldar con aplausos o hacer bulto para incrementar los espacios de participación, en apoyo a un personaje o personajes del ámbito político-gubernamental.

El acarreo consiste en llevar bajo presión u otro estímuloa uno o varios ciudadanos para que externen el apoyo por un candidato, partido político o personaje de la vida pública, o en un evento masivo convocado por algún gobernante. El grueso de las personas objeto de acarreo, suelen ser ignorantes, marginadas y despolitizadas, por lo que, pueden ser transportadas a los mítines por sometimiento o gratitud a sus líderes, o bien a cambio de algún obsequio,  promesa de colocarlo en el gobierno, recibir un favor, o una recompensa monetaria de 200 a 500 pesos. Los coordinadores de la movilización se cuecen aparte al repartir el pastel y quedarse con las cerezas.

El acarreo es una práctica humillante y perversa propia de los sistemas políticos en funciones en donde los partidos oficialistas se valen de sus clientelas para mantenerse en el poder.  Tiene su origen durante los gobiernos priistas y se basa en la coerción a trabajadores; en su tiempo de la CTM, CNC y CROM.

El acarreo es fácil de identificar, pues en los eventos es evidente la presencia de autobuses y camiones con gran número de personas generalmente de bajo nivel socioeconómico.

El acarreo político es un delito tipificado en la Ley General en Materia de Delitos Electorales; sin embargo, la nueva modalidad del acarreo ya no solo es en épocas electorales, sino en todo tipo de concentración, movilización, marchas, mítines e informes de gobierno.

Es un hecho, los políticos lucran con la pobreza económica, moral y de capacidades de las personas de baja autoestima, les presionan, les mienten, los condicionan, y violentan su esperanza.  Después de la asoleada, el cansancio, incluso el desvelo, la malpasada, y la suspensión de asuntos familiares; la recompensa al final de la jornada es una torta, una botella con agua natural, y una manzana o naranja acompañada del pago convenido.

En otros casos, las organizaciones gremiales a través de sus líderes, coaccionan a sus subordinados para que asistan como acarreados, saben que las represalias sindicales en cualquier momento pueden suceder.

Lo mismo ocurre con los servidores públicos de mandos medios y personal operativo de confianza en el gobierno, basta con la instrucción de un superior inmediato para estar presente en el evento convocado por el Mandatario, Mandataria o representante del gobierno.  Además, muchas veces se le condiciona al empleado para que cubra una cuota de acarreados, que puede ser de tres a cinco personas familiares o amigos con pase de lista. La condición es mantener el trabajo, o bien, perder la chamba.  Los mandos superiores sin hacer gestos, o bien sea por un momento de zalamería y adulación a su jefe o jefa, hacen presencia con la mejor gala.

La presencia de invitados especiales a las concentraciones,  mayormente obedece a compromisos institucionales, o incluso posibles conflictos de interés con la presencia de proveedores e inversionistas.

Ciudadanos, organizaciones gremiales, servidores públicos, o invitados especiales; qué más da, lo importante es llenar la plaza pública y que el impacto mediático sea impresionante, no importa lo que cueste.

“Donde muere la esperanza, nace el acarreo” es una máxima de la clase política mañosa para levantar la figura pública de un personaje.  Los acarreos de hoy son la réplica de los acarreos en los tiempos de Fidel Velázquez, Esther Gordillo, y la güera Rodríguez de la CFE.

Los actos de acarreo son una demostración de debilidad más que fuerza política. Lo que tienen a su alcance y de sobra los organizadores, es dinero del erario abierto, o incluso presuntamente apadrinado por el crimen organizado para realizarlos. “En erario abierto, hasta el justo peca”

Es vergonzoso decir desde los micrófonos y el pódium que: “Vinieron por sus medios y cubriendo sus propios gastos” cuando hay centenares y centenares de camiones y autobuses locales y foráneos moviendo a los acarreados. 

A lo largo de la historia del país,  ha habido enormes concentraciones políticas de distinta índole verdaderamente multitudinarias, genuinas y espontáneas; han prescindido de la humillante práctica del acarreo.  Hoy para generar el arrastre popular, los políticos incluso de la 4T, recurren al acarreo a la vieja usanza.

Nada ha cambiado ni cambiará, los acarreados han existido y seguramente seguirán existiendo a través de los gobiernos en turno, desde los movilizados por lealtad, por amenaza, oportunistas que reciben pagos, los zalameros, un desempleado que necesita unos pesos, o una persona de escasos recursos que por necesidad acepta ser acarreado. Por eso, el gran negocio de los políticos seguirán siendo los pobres.

¿Quién gana y quien pierde al convocar a grandes concentraciones? El convocante siempre será el ganon o ganona al levantar su figura rematada con una buena retribución a los medios de comunicación aliados;  y el que pierde,  siempre será el ciudadano de a pie,  y un pueblo al que irremediablemnte le pasarán la factura.