John Lennon: 45 años de su asesinato. Un legado manoseado, una presencia constante
Gerardo Del Val Cid / músico y militante comunista
Hace cuarenta y cinco años, allá por 1980, volvía en autobús de la oficina para comer con rapidez y marchar a la Universidad Complutense de Madrid, donde estudiaba cuarto curso de Derecho. Al entrar en casa mi madre me informaba que habían asesinado a John Lennon.
Tenía veinte años de edad y estaba vinculado emocional y musicalmente a John. Con cinco o seis años silbaba sus canciones y en la adolescencia mi admiración por él ya abarcaba también a lo cultural, social y político. John no era para mí sólo un Beatles (lo cual era bastante). John Lennon era un tipo que se había enfrentado a su propio gobierno británico por la guerra de Biafra en África y había devuelto la «orden el imperio británico» a la Reina de Inglaterra, envuelta debidamente en papel higiénico.
En el otoño de 1980 estaba muy contento porque Lennon había grabado un nuevo disco, cosa que no hacía desde principios de 1975. La canción Just like starding over sonaba en las radios desde octubre y el vinilo ya acompañaba al resto de mi colección de Beatles y Lennon en solitario.
Tras la elección del reaccionario Ronald Reagan en Estados Unidos, la vuelta de John a la esfera pública (tras ocuparse de la crianza de su segundo hijo) era una gran noticia, que auguraba nuevas luchas contra la guerra y las políticas reaccionarias. Pero aquel 9 de diciembre fue un durísimo golpe para la expectativa de nuevas aportaciones novedosas al rock y a la música popular contemporánea. Lennon había sido asesinado.
Han pasado ya cuarenta y cinco años, y la llegada de Reagan y Thatcher no fueron más que un aperitivo para nuevas ofensivas contra la clase trabajadora en todo el mundo, y también para nuevas e infinitas guerras por el dominio de las materias primas y el petróleo. En cada nuevo movimiento contra la guerra, por la defensa del planeta, por los derechos sociales, de las mujeres y del sur global, a pesar de haber muerto, John Lennon nos ha acompañado con su petición musical de «darle una oportunidad a la paz», o «entregarle el poder al pueblo», y, cómo no, para IMAGINAR y LUCHAR por un mundo sin guerras, sin religiones castrantes y sin opresión económica y social.
En España nos acompañó en la campaña contra la entrada de nuestro país en la OTAN, contra las bases de Estados Unidos y, en el mundo en general, contra la guerra de Irak, contra las ambiciones del imperio tras el derrumbe del socialismo real en el este de Europa, contra la guerra de Afganistán, y contra todo el proceso de militarización galopante de nuestro mundo, mientras cientos de millones de personas pasaban hambre, sed y necesidades en el Sur Global.
Su querido amigo y compañero George Harrison nos dejaba en 2001 y también nos desamparaba un poco más en lo musical y lo humano.
¿Y qué fue de su legado musical e intelectual?
Lennon había sido el músico más vanguardista de la música contemporánea, como en otros tiempos lo fueron clásicos como Beethoven, y tan comprometido, o más, con las ideas de modernidad, paz y progreso social.
Musicalmente sus obras de juventud con los Beatles habían llenado de energía y libertad las adolescencias y juventud de las generaciones de postguerra, a las que hoy nos llaman «boomers». Con tan solo veinticinco o veintiséis años ya había evolucionado hacia reflexiones adultas en Help, Norwhere Man, Strawerry Fields Forever, A day in the life, All you need is love o I am the walruss. En 1966 se había enfrentado a toda la caspa ultrarreligiosa norteamericana con su provocativo y realista …. «para los jóvenes somos más famosos que Jesucristo». Y en 1968 y 1969 comenzó su vinculación efectiva con la lucha contra la guerra del Vietnam y los rescoldos del imperialismo británico en África. All you need is love no solo era una invocación bienintencionada, sino que era el preludio de Revolution, de Power for the people, Imagine, o God. En todas ellas, un tipo que ganaba millones y millones en la industria pop, se enfrentaba a los conceptos dominantes del capitalismo, de la religión como opresión y de todos los mantras culturales de postguerra.
Su salida de Gran Bretaña, su persecución en Estados Unidos por su música, sus letras y su liderazgo en las movilizaciones fue el preludio de su asesinato. John había cantado a favor de la independencia total de Irlanda del imperio británico, había cantado a favor de la líder negra y del Partido Comunista de Estados Unidos, Angela Davis, a favor de los presos y su situación en Estados Unidos, y… al final, tras la caída de Nixon, al sistema no le quedó otra que darle la residencia permanente. Pero John nunca pasó de ser un apátrida consentido, como en su día en la Inglaterra victoriana lo fue Karl Marx.
Cansado de soportar esa presión de los servicios secretos contra él y su familia, John estuvo cuatro años dedicado exclusivamente a cuidar de su segundo hijo, Sean, consciente de que la fama de los primeros Beatles le habían alejado de su primer hijo (Julian). Los cuidados fueron el centro de su atención durante esos años.
A finales de 1979 y principios de 1980 ya tenía un buen puñado de canciones geniales para reencontrarse con la sociedad. Pero el mero anuncio de su vuelta puso en guardia a la reacción en Estados Unidos y todo el mundo. El «tocacojones» de Lennon volvía, mientras Reagan era claro favorito para ganar a Jimmy Carter en noviembre de 1980. Así fue.
La madrugada del 8 al 9 de diciembre de 1980 un «loco» asesinó a John Lennon, el músico y creador más influyente del siglo veinte, y un compromiso político revolucionario infrecuente en un artista pop con ingresos estratosféricos. Sigo pensando que no fue un loco, no fue un error, fue una “decisión consciente” de los que no podían permitirse que John y, con él, millones de personas, tomaran conciencia de los riesgos del nuevo (viejo) liberalismo reaccionario y de la perspectiva de una GUERRA ETERNA, tal como la estamos viviendo en nuestros días.
Desgraciadamente el legado musical de Lennon ha sido constantemente monetizado y mercantilizado por su viuda (Yoko Ono) y por su ex compañero de grupo (Paul McCartney). Utilizar la inteligencia artificial (como ha hecho McCartney) para revivir un Lennon masticable para el sistema es un insulto. Utilizar a John Lennon para dulcificar y minorar su lucha contra el sistema (como sigue haciendo Yoko Ono en One on One u otro pseudoproducto mercantil) es inútil. Lennon sigue estando junto a todas y todos nosotros al frente de cada manifestación contra la guerra y contra el capitalismo.
En una de sus últimas entrevistas en 1980, John, lo dejó muy claro: sigo estando por la Paz y por el Socialismo.