diciembre 6, 2025, Puebla, México

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¡Universidad pública… y adventista? Humberto Sotelo M.

Como es del conocimiento público,  el pasado sábado16  de agosto el director de la Facultad de Físico Matemáticas de la BUAP autorizó la celebración de un evento de la iglesia Adventista del Séptimo Día en el Auditorio de esa unidad académica, lo cual provocó una gran sorpresa e indignación en no pocos ámbitos de la institución y de la sociedad poblana, lo cual es comprensible tomando en cuenta que nuestra máxima casa de estudios es una entidad laica, que  tiene estrictamente prohibido celebrar actos religiosos en su  interior, independientemente del respeto que le merecen los integrantes de la comunidad universitaria en lo que se refiere a sus creencias o devociones.

 Quien esto escribe está muy lejos de ser enemigo de la religión. Soy un ferviente católico guadalupano, que va a misa todos los domingos y días de guardar :  pero, al igual que la mayoría de los mexicanos, creo firmemente en la necesidad de separar el poder temporal y el poder espiritual, cuestión que se logró en nuestro país no sin derramamiento de sangre.

Me extraña sobremanera que el acto arriba mencionado se haya realizado en la BUAP porque, como todo mundo sabe, desde hace varias décadas la comunidad universitaria de  esta institución tuvo que desplegar un gran esfuerzo para sacudirse de los núcleos y sectores del clero católico que la controlaron durante tiempo,  propiciando que nuestra casa de estudios se convirtiese en un bastión quasi medieval, signado por el oscurantismo y el rechazo a los avances de la humanidad en los diversos de la cultura, la ciencia y las artes.  Y los responsables de esta situación no fueron  los jesuitas, los fundadores del Colegio del Espíritu Santo ( por lo contrario, éstos se distinguieron por su espíritu abierto y su infatigable sed de conocimiento) :  los responsables fueron sectores vinculados al cacicazgo avilacamachista que gobernó a Puebla desde la década de los treinta del siglo pasado, mismos que establecieron una alianza ignominiosa con los núcleos más atrasados del clero católico, encabezados por el tristemente célebre arzobispo  Octaviano Márquez y Toriz.

No podemos aquí, por razones de espacio, comentar  las vicisitudes del movimiento de reforma universitaria que estalló en 1961, uno de cuyos principales objetivos fue la erradicación del atraso académico y cultural de UAP. Sólo nos limitaremos a señalar que en ese objetivo convergieron diversas fuerzas, personalidades y  organizaciones –desde sectores liberales hasta católicos avanzados, desde masones y  comunistas, hasta núcleos vinculados al  Estado y a iniciativa privada—  quienes, en conjunto, enarbolaron la bandera de la laicidad y la defensa de los valores republicanos más preciados.

En ese sentido, el evento al que nos referimos al inicio de este artículo marcha totalmente a contracorriente de la historia moderna de nuestra máxima casa de estudios.  Hasta donde llega nuestra información, no tenemos noticia de la celebración de algún evento religioso en las últimas décadas, sea por parte de católicos, budistas, musulmanes, e incluso morenistas,  y digo esto porque, como sucedió al inicio del sexenio de AMLO, hubo algunos fans de éste que aplaudieron la realización de un evento religioso en Bellas Artes –de una iglesia protestante a la que pertenece López Obrador–, hecho que supuestamente contó con “la bendición” de éste, cuestión que por cierto nunca se aclaró.

Espero que las autoridades de la institución condenen enérgicamente el evento de marras  por haber violado  la gran tradición laica de nuestra máxima casa de estudios.

Sin embargo, no podemos perder de vista que la causa de fondo de esa situación desborda la irresponsabilidad del director de la facultad mencionada :   a nuestro parecer tiene que ver con  el descuido –si es que no desprecio— de las humanidades por parte del sistema educativo universitario a nivel nacional,  cuestión que fue fomentada por los gobiernos neoliberales, quienes convencieron a las autoridades de las universidades públicas de abrirle paso a proyectos encaminados a “modernizar” sus planes y programas de estudio, lo cual comenzaba por dejar de lado a las humanidades (ética, historia, sociología, filosofía, etc. ),  mismas que se habían convertido en un “estorbo” para la vinculación de las universidades con los sectores productivos “de punta”.

En su libro Humanismo y Crítica Democrática, Edward W. Said  escribe que “las humanidades se han vuelto inocuas e incapaces de ejercer influencia sobre nada ni nadie”.  Y agrega : “las humanidades en su conjunto han perdido su preponderancia en la universidad”, y esto se debe,  poniendo como ejemplo lo que sucede en las universidades norteamericanas, a la sumisión de estas a las prácticas empresariales (Vid.  Editorial Debate, Random House, Mondadori, México, 2009, págs. 34, 35).

Frente a tal situación, Said exhorta a reivindicar el humanismo, única forma de evitar que las universidades se sigan deslizando por su sometimiento al espíritu empresarial. Escribe al respecto :  “el humanismo es crítica….el humanismo no tiene nada que ver con el alejamiento de la realidad ni con la exclusión : su propósito consiste en someter al escrutinio crítico las energías humanas orientadas a la emancipación y la ilustración” (Ibid., pág. 43).

 Aprovechando la coyuntura de sucesión rectoral, pienso que los universitarios de la BUAP deberíamos reivindicar la enseñanza de las  humanidades, única forma de evitar la decadencia académica que ha caracterizado a la institución en las últimas décadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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