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29 Marzo 2024, Puebla, México.

¿A qué le tiras cuando sueñas, Alex Lora? / En el centenario de Chava Flores

Cultura | Crónica | 23.MAR.2021

¿A qué le tiras cuando sueñas, Alex Lora? / En el centenario de Chava Flores

Chava Flores… y que viva el rock & roll!

Férrea memoria

 

 

Cuando Alex Lora muera se escribirá mucho sobre él, aún más de lo que hasta ahora se ha redactado. Se dirán y se repetirán certezas, necedades y sandeces; lo cierto es que es el fundador del rock mexicano original y en español.

Alejandro Lora (Puebla, 2 de diciembre de 1952) ha confesado que su más grande influencia fueron los músicos negros norteamericanos que combinaron la música de los templos con cantos de esclavos y música callejera altamente sexualizada.

Un hombre caucásico llamó a aquella mezcla rock and roll hace casi setenta años, y los anglosajones que imitaban esa música negra cobraron los réditos que ésta producía.

Elvis Presley, quien se hizo famoso gracias a una composición de la negra Big Mama Thornton, fue uno de los ganadores de aquello que se convirtió en una revolución en la sociedad norteamericana de la postguerra, la cual pronto fue exportada, a través de la radio, y posteriormente la naciente televisión al resto del mundo, literalmente.

Lora admira a Chuck Berry y de él toma las formas y los riffs más simbólicos de la música negra. Jimi Hendrix es otro de los héroes del poblano, quien en sus inicios quería cantar como el inglés Erick Burdon.

Como muestra su primer disco completamente en español y con música propia, de 1972 (conocido como Oye cantinero),  llamado como el grupo que había formado Lora, Three souls in my mind, rhythm and blues, boogie, era la música de fondo para hablar de la sexualidad como lo hacían esos negros transgresores en inglés.

No hubo fuerza, represión, censura o cerrazón de medios de comunicación que parara el tren que había descarrilado Alex Lora.

Así, sólo por citar mi memoria, el poblano hizo la mejor crónica que el rock mexicano conoce, y quizá una de las mejores de la música en español: “San Juanico 84”.

En esa canción de casi seis minutos de duración, cuenta la historia de la explosión en San Hixhuatepec en noviembre de 1984, con instrumentación básica del rock (guitarra, bajo, batería, y el sax tan entrañable para Lora, tocado por Arturo Labastida “El Papayito”).

Esa emblemática canción forma parte del disco de 1985 “Simplemente” cuando Alex inicio una nueva etapa de su historia musical, con su grupo El Tri.

Eran los años ochenta del siglo veinte, y de no haber sido por El Tri, por la resistencia que representó Alex Lora haciendo música propia, con canciones alejadas de la cursilería a modo que exigían los medios (que convirtieron en baladistas insulsos a roqueros fundacionales como Enrique Guzmán) el rock mexicano no hubiera ido a la palestra, a los medios de comunicación, a las grandes disqueras y giras internacionales.

De ahí para adelante, el rock fue absorbido por el mercado como un producto de consumo que redituaba dinero a las compañías discográficas trasnacionales.

Alex Lora es el que hizo posible la apartura para el rock mexicano, su reconocimiento; pero no hubiera llegado a ser el compositor que es sin haber sabido absorber dos influencias decisivas: la de Francisco Gabilondo Soler, Cri Cri y la de Salvador Chava Flores Rivera.

 

Y dime si así era él…

   

El aporte de Cri Cri a la música mexicana, a la música para niños, es invaluable, (aunque la palabra esté tan manoseada) y falta mucho por escribir sobre ella.                    

“Cuando oigo cantar a Cri Cri/ se alegra mi corazón. Cuando oigo cantar a Cri Cri/ me lleno de inspiración. Cuando oigo cantar a Cri Cri/ me siento niño otra vez”, canta, con humildad Alex Lora. Y resume lo que para muchos representan las composiciones de Gabilondo Soler.

Claro que Francisco Gabilondo merece uno, y muchos textos aparte, pero baste para esta ocasión las líneas citadas por el tema que trato: la influencia del orizabeño en el poblano.

Además: las versiones de las canciones de Cri Cri han tenido poco éxito; quizá las más afortunadas sean las de Flavio. Pero las de Eugenia León y las de Plácido Domingo, sólo por mencionar las más conocidas, son una muestra de que no es fácil hacer versiones que conserven la esencia de esas composiciones.

Aun así, año con año presentando su homenaje a Cri Cri con versiones más conocidas y aceptadas por el público, sigue Mario Iván Martínez. 

Chava Flores… y que viva el rock & roll!

 

Salvador Chava Flores, el gran cronista-humorista de la ciudad de México, tuvo muchos seguidores en su vida de compositor (nació en la Gran Tenochtitlán el 20 de enero de 1920, donde murió el 5 de agosto de 1987): Tin Tan hizo una loable versión de “El gato viudo” (con una horrenda coreografía que no explica que se trata de una historia de amor entre una trabajadora doméstica [gata] y el vividor que la explotaba) y de “El bautizo de Cheto”.

Manuel “El Loco Valdés”, Pedro Infante, Óscar Chávez se cuentan entre los más notables, de las docenas de intérpretes de canciones de Chava Flores: del primero es disfrutable la que hace a dúo con el autor de “Pichicúas”. El charrito del cine cantó “La tertulia”, y Chávez más de una, incluidas algunas de albures.

Pero así como hay un disco memorable, justo homenaje, a tiempo, a Joan Manuel Serrat (Serrat… eres único, 1995), hacía falta un reconocimiento, con buenas versiones, a don Salvador Flores Rivera.

Y aquí es donde regresamos a Alex Lora, que desde el año pasado anunció que estaba a punto de salir un disco homenaje al autor de “El gato viudo”: Chava Flores… y que viva el rock & roll! (sic).

El álbum salió a la venta el 4 de diciembre del año 2020.

El jueves 25 de marzo de este 2021 que va tan rápido, será presentado el disco a través de la página de Facebook de la Fonoteca Nacional de la Secretaría de Cultura federal.

Algunos invitados a esa fiesta serán María Eugenia Flores, hija de don Chava; el mismísimo Alex Lora, Javier Bátiz, Memo Ríos y Francisco Barrios El mastuerzo, acompañados por Pável Granados, director de la institución cultural.

En el homenaje a Chava Flores, además de Lora, Bátiz, Ríos y Barrios, participan Rod Levario, Baby Bátiz, Jaime López y Ricky Luis, todos ellos participantes en la grabación.             

El álbum ha sido editado por la empresa de la hija de Chava Flores, Ageleste y Fonarte Latino.            

En el programa del miércoles 25 también será presentado un adelanto de Chava Flores, el documental, dirigido por Eddie Eynar, donde participa Alex Lora.

 

Sólo me quedó un chisguete…   

 

Salvador Flores tenía una breve voz de barítono, que como él reconocía, medio en broma, medio en serio, estaba dañada por el tabaco, el trago, y una tos que le impedía los falsetes que alguna vez logró.

Don Chava aceptó no sentirse cantante y compositor; y que en las canciones esperaba se encontrara, se reconociera el escucha.

No ser un tenor tan brillante como Jorge Negrete (cuya colorida, educada y potente voz, de expresión tan personal no ha sido igualada en la música mexicana) no le impidió a Chava Flores dejar todos los oficios que intentó (incluido el de editor de uno de los mejores cancioneros mexicanos de su tiempo, y del país, El álbum de oro de la canción) para dedicarse al oficio de compositor.

Cuando Flores comienza a revelar sus canciones (apenas rebasados los treinta años de edad, en los cincuenta del siglo pasado) tenía un reto enorme que arrostrar: la tradición de la música mexicana, entre ella la romántica, donde llegar a las alturas de un Tata Nacho, por ejemplo, era cosa de verse.

Claro, nadie antes de don Chava había intentado lo que él hizo: una crónica con buen humor de la vida de un mexicano con el cual nos identificamos muchos más. Y eso fue parte de su éxito.

[Un poco ruborizado también advirtió que era compositor de canciones románticas, pues “también tengo mi corazoncito”. Pero esa es otra historia].

Destacó: don Salvador fue desde niño buen observador, capacidad que nunca perdió. Y, amante del idioma, especialmente del habla popular, sobre todo de su ciudad mexica, Chava es un excelente compositor, cuyas líneas bien medidas y sabiamente rimadas, son memorables y fácilmente reconocibles como suyas.

Desde niño don Chava recorrió la ciudad de México al tener innumerables cambios de domicilio. Y después, como vendedor, se adentró más en ella.

Mejor formación para ser cronista no podía haber tenido.

Y ahí están las líneas que lo unen con el rock & roll: cuando Elvis Presley habla en una canción de haber recorrido muchos caminos desde que era lavador de coches, podemos ver una línea que muchos roqueros seguirán: la crónica.

[Bob Dylan, tan cerca y tan lejos del rock, sobre todo en sus primeros años, es otro pionero a seguir, que merece textos aparte].

Lennon y McCartney tienen muy buenas crónicas, pero sería tema de otro escrito (largo y tendido) hablar de las buenas crónicas que nos ha heredado el rock, de donde su emblema de juglaría.

En español, debo insistir, en el rock es Alex Lora quien instaura la crónica rocanrolera: muy buenas se encuentran en su larga discografía. Pero Jaime López (otro de los participantes en el homenaje a Chava Flores) no se queda atrás.

Por ello en el disco homenaje que me ocupa, Jaime López canta dos canciones de don Chava: “Sábado Distrito Federal”  e “Ingrata pérfida”.

Y López, hay que recordarlo no sería el mismo autor de “Chilanga banda” si, por ejemplo, antes don Chava no hubiera escrito “La boda de vecindad”: los juegos de palabras con base en la ch, hermanan y hacen una continuidad entre estos dos compositores.

En total son catorce versiones a igual número de canciones con Alex Lora, Javier Bátiz, Memo Ríos, Francisco Barrios, Rod Levario, Baby Bátiz, Jaime López y hasta Ricky Luis.

El escucha sabrá si se acerca o no a este flamante producto, dirá si les satisfacen las versiones. Descuello la de Javier Bátiz a “Mi chorro de voz”: el guitarrista fue uno de los mejores cantantes mexicanos en inglés, interpretando música negra. Pero en este disco muestra que lo que canta es “una historia basada en hechos reales”, su propia historia.

 

Dos cronistas en la calle

 

Alex Lora interpreta una buena versión de “¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?”, muy cercana a composiciones suyas, las cuales muestran que siguen el camino abierto por don Chava, sólo que Lora se enfrentó a la censura y pese que en los setenta tuvo que cambiar una o dos líneas originales de sus composiciones, también ofreció otra puerta para los músicos, especialmente de rock, porque sin él gente como Molotov y otros, por ejemplo, con abiertas referencias a la sexualidad, serían inimaginables.

Cuando uno oye a Lora interpretar a Chava Flores, sin conocerlos a los dos, podría creer que la composición es del poblano. Y sus seguidores la recibirán con bien, porque entre ambos cronistas apenas hay diferencias en el oficio.

La segunda canción del álbum homenaje a don Chava interpretada por Lora es “La tienda de mi pueblo” un largo albur, una serie de retruécanos que don Salvador Flores no pudo escuchar en la radio en su propia versión, pero que en las redes sociales difícilmente conocerá censura ahora en versión Lora.

Cuando Lora grabó en 1987, ya sin censura El niño sin amor, con los albures y palabrotas de la canción “El rock nunca muere” habían pasado más de treinta años de que don Salvador Flores había tenido que guardar sus canciones que, ya desde “El crimen del expreso” señaló: “…la censura me tachó…”

Por eso, en este disco homenaje, se siente tan natural Lora cantando albures, porque ésa, como la de Chava, también es su tradición.

Las canciones de Salvador Flores Rivera son atemporales. ¿Cuáles son los méritos de quienes hacen las versiones para Chava Flores… y que viva el rock & roll!? Dígalo el lector, si se anima a acercarse al álbum.

Así pasen cien años…             

 

El disco homenaje a Chava Flores originalmente fue publicado en el último momento del año 2020, por ser el del centenario del compositor nacido en la Gran Tenochtitlán.

Ahora que la Fonoteca lo presenta, sirve para recordar, entre otras cosas, que en este 2021 se cumplieron 101 del nacimiento de Flores Rivera de quien, con pretexto de estos dos aniversarios se ha escrito y se sigue escribiendo mucho, se han hecho programas de radio y televisión y se estrenará el citado documental de Eddie Eynar.

La mayoría de lo escrito, dicho, emitido, proyectado acerca de don Salvador Chava Flores Rivera es cierto y justo homenaje para volver a escucharlo.

También es buen punto de apoyo para pedir que la empresa Ageleste, la Secretaría de Cultura o alguien más, vuelva a imprimir esa joya que es el libro Relatos de mi barrio, de don Chava, en un tiraje milenario, del alcance popular.

Cuando muera Alex Lora se escribirá mucho sobre él, mucho más de lo que hasta ahora se ha redactado. Se dirán y se repetirán certezas y sandeces.

Hoy que participa en este homenaje a Chava Flores es justo reconocer su valor como pionero del rock mexicano en español, con un sentido de crítica, desde la crónica, el desenfado y la rabia, y a veces desde la candidez, pero con una honestidad que le dio desde hace muchos años un lugar en la cultura mexicana y del rock en nuestro país, y en español.

¿Críticas a su música? Quien las haga, deberá partir de la música del rock & roll, especialmente el hecho en México; desde el punto de vista de la música académica, los parámetros siempre serán distintos, y disparatados.

Esté en el momento en el que esté, Alex Lora es una de las piedras fundacionales de la cultura mexicana desde la segunda mitad del siglo veinte. Y conste que no escribí “cultura popular”.

Así es que antes de que muera Alex Lora y las loas (y las críticas feroces) sean desbordantes, invito al lector a revalorarlo.       

Mientras tanto, algo es seguro: don Chava Flores aún tiene “un chorro de voz”, con la cual nos sigue preguntando: ¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano…?